viernes, 25 de mayo de 2012

Servicio público versus gestión pública

Los políticos son políticos, no gestores. Cuando los políticos se meten a gestores, el desastre casi siempre acecha.

Todo lo que es gestionado directamente por políticos cae en el despilfarro, el descrédito, la incompetencia, cuando no directamente en la corrupción.

El político debe establecer las políticas sobre las que se va a desarrollar el Estado y es el responsable del poder legislativo (parlamento) y ejecutivo (gobierno), pero no tiene porqué gestionar directamente el presupuesto, sino asignar el mismo a las necesidades de la sociedad.

Que se quiere una Educación pública y una Sanidad pública (por poner sólo dos ejemplos candentes), pues deberá velar por la gratuidad y calidad de ambas para todos los españoles en igualdad de condiciones. Se debe establecer un catálogo de servicios que se deben cumplir y establecer los mecanismos para asegurar la calidad del servicio que se va a prestar y aportar los fondos para que se cumpla. Pero no tienen porqué ser ellos los que gestionen el día a día de cada colegio, cada hospital o cada compra de material o cada contratación de personal.

Es en la gestión en donde han fracasado los políticos, porque se han metido a gestionar cientos de miles de millones sin saber.

http://economia.elpais.com/economia/2012/05/09/actualidad/1336585683_002948.html#sumario_1

En este artículo se aprecia claramente lo que defiendo. Los que hablan de rescate a la banca en España están equivocados. Se han rescatado sólo Cajas de ahorro, es decir, aquellas entidades financieras gestionadas directamente por políticos y sindicatos (salvo Cajasur gestionada por la Iglesia). No se ha tenido ni se tendrá que rescatar a ni un solo banco español gestionado por banqueros.

¿Qué es lo que defiendo?. Que hay que alejarse del modelo público de gestión y acercarse al concepto de Servicio público gestionado por profesionales, que es el que obtiene los mejores resultados en todo.

Por que ¿qué ventajas sobre mi salud o sobre la educación de mis hijos se obtiene por el hecho de que el que dirije un Hospital o un colegio sea un político en vez de una empresa privada?. Lo importante es que el servicio que se presta sea de calidad, gratuito e igualitario, pagado por los impuestos. Y en todas las áreas, sobre todo la sanitaria y la educativa, los españoles prefieren la gestión privada de los servicios públicos. De hecho, la mayoría de los que pueden optar prefieren un colegio concertado. El 95% de los funcionarios, que pueden elegir entre Seguridad social o compañías privadas de salud, escojen estas últimas.

Démos la palabra a los españoles. Dejémos que todos escojan lo que prefieran. Habría un trasvase monumental a las entidades privadas concertadas

viernes, 18 de mayo de 2012

Contra la crisis

En España, cada 14 trabajadores deben pagar a 9 pensionistas, 3 funcionarios y 2 parados……más todo lo demás

Así es imposible. Con este nivel de empleo no podemos tener un Estado de bienestar como el que nos han vendido. Aún en épocas de vacas gordas, excepto en dos años, ha habido déficit. Y cuando se gasta sistemáticamente más de lo que se ingresa, llega un momento en que hay que pagar.

Para tener un Estado con los servicios que deseamos hay que crear mucho más empleo. Y el empleo no lo crean los marcianos. O lo creamos todos o nos hundimos todos.

Hay que cambiar el chip español de asalariado por el de emprendedor, si no, no hay manera.

No me vale el “yo no soy responsable de la crisis”. Sí eres responsable. Sí somos responsables. Si tú no creas empleo, eres responsable.

sábado, 12 de mayo de 2012

Libertad o dictadura

Mis primeros 16 años los viví bajo una dictadura. Esto me ha marcado, creo que para bien, en mi devenir. Era una dictadura principalmente moral. Desde arriba te decían lo que era correcto pensar o hacer. El que se salía del pensamiento único era, en el mejor de los casos, un indeseable y era marcado por la mayoría como inmoral. En el peor, directamente te encerraban en la cárcel.

La gente era, en general, bastante feliz. Sabían lo que se podía hacer o pensar y, si seguías el caminito marcado, no tenías problemas. Sabías a qué atenerte. Apenas existía la incertidumbre que sólo produce la libertad.

La mujer tenía que ser de su casa y más limpia que ninguna. Debía tener muchos hijos, poco sexo e ir a misa al menos una vez a la semana. Si lo cumplía, la sociedad la premiaba con la consideración de ser una buena mujer, mejor esposa y madre perfecta.

El hombre tenía que ser heterosexual, apolítico, estricto con los hijos, no pegar a la mujer, trabajar fuera de casa y entregar su sueldo a la esposa. Si lo cumplía, se le podían perdonar algunos otros pecadillos.

Los límites eran muy claros para todos. Límites muy estrechos, pero nítidos. Se sabía perfectamente lo que se esperaba de tí.

Con la democracia, por imperfecta que sea, entró aire fresco en la vida de los españoles. Ha sido vapuleada por una gran mayoría, y en muchos casos con razón, pero pocas veces la he visto ensalzada en su enorme grandeza, aún con sus defectos. Nos hemos empeñado en sacarle todos los vicios, que los tiene, y olvidarnos de las enormes virtudes. Mi experiencia bajo la dictadura me enseña que la libertad que nos otorga la Constitución es enorme, un botín precioso que, de momento, no hemos sabido aprovechar, sobre todo por falta de agradecimiento. Cuando todo son quejas sobre su funcionamiento no percibo en cambio las alabanzas que se merece.

Si a una persona, con sus luces y sombras, se le señalan únicamente sus defectos, ésta tenderá progresivamente hacia su lado más oscuro. Si lo que hace bien nunca es elogiado, no se le está potenciando. Con la democracia sucede igual. Si sólo se la critica y se pone el acento en lo negativo, se le da cuerda a los grupos totalitarios.

Además percibo que la gente todavía no se ha acostumbrado a lo que realmente significa la palabra libertad. No es hacer lo que a uno le da la gana. No es ir sumando derecho tras derecho sin obligaciones. Es pensar lo que cada uno quiera y no imponer tu moral a los demás. Supone poder decidir pero conlleva la responsabilidad y las consecuencias de lo que decides.

Por eso creo que los españoles todavía viven en buena parte bajo la dictadura a pesar de nuestras leyes. Se vuelve a intentar imponer nuevas morales, como la animalista, la nacionalista o la feminista extremista.

La libertad no hace que la sociedad sea más feliz, no es ese el fin. Probablemente una dictadura blanda como la franquista consiga unos niveles de felicidad más altos. La libertad sólo pretende una sociedad más justa, más digna y más decente.

viernes, 4 de mayo de 2012

Transgénicos

Hay detractores y defensores de los transgénicos, ambos con argumentos poderosos a su favor. Voy a intentar simplificar algo que es muy complejo.

Defensores
Con los transgénicos existe mayor seguridad de que la cosecha que se planta va a seguir adelante, al ser productos más resistentes a los caprichos de la Naturaleza y además se obtienen más kilos de alimentos por hectárea cultivada. Sus defensores proclaman que es la mejor manera de terminar con el hambre.

Detractores
Observan dos problemas básicos:
1. Seguridad sobre la salud de los consumidores. No hay una seguridad absoluta de que no sean dañinos para la salud. Los experimentos con ratas descubren que hay alteraciones celulares en las que consumen maíz o soja transgénica con respecto a las ratas que consumen maíz o soja natural. Pero en esos mismos estudios también se aclara que estas diferencias no han conllevado ningún menoscabo en la salud general. Es decir, hay diferencias celulares que no conllevan un peor estado de salud.
2. Seguridad medioambiental: Los transgénicos pueden ser un grave riesgo para la biodiversidad y tienen efectos irreversibles e imprevisibles sobre los ecosistemas.

Mi opinión
No existe casi nada que sea nuevo que se pueda asegurar que no afecte negativamente a la salud. Y no sólo en transgénicos. La electricidad, los microondas, teléfonos, tinta de los periódicos, decenas de miles de productos químicos que se emplean en las mil cosas que usamos a diario. Si se prohibieran todos los productos en que no se haya asegurado en un 100% que no producen ningún daño en la salud, volveríamos a la Edad Media.

Vivimos, creo yo, en una histeria colectiva de seguridad. Pero el riesgo es inherente a la vida y, sin riegos no hay cambios, sin incertidumbres no hay avances.

Si desde el siglo XVIII se hubieran prohibido todos los avances de los que disfrutamos ahora, hasta no haber asegurado al 100% que no producen problemas de salud, seguiríamos viviendo en las mismas condiciones que en el siglo XVIII y con la misma esperanza de vida de entonces: 50 años. En el camino seguro que esas incertidumbres, a veces han terminado en catástrofe para algunos, pero en su conjunto, han sido avances decisivos para tener mayor cantidad y calidad de vida, incluída la salud.

Creo que el debate sobre los transgénicos entra de lleno en esta dialéctica. Y es más, con los mismos datos que aportan sobre la salud de las ratas, la seguridad de los transgénicos es infinitamente mayor que la de miles de productos que empleamos y que tampoco se conocen a ciencia cierta los riesgos. Que hayan alteraciones celulares sin enfermedad acompañante en los ratones, no significa, desde el punto de vista científico, absolutamente nada. Distintas dietas comportan diversidades celulares sin impacto en la salud. Dietas de soja natural y dietas de maíz natural en ratones también provocan diversidad celular.

Otro debate absolutamente distinto, que creo de mucha más importancia en el tema de los transgénicos, no se refiere a la salud de los consumidores, en donde creo que el problema es prácticamente nulo, sino en el impacto medio ambiental. Y ahí sí que tengo mucho temor a los transgénicos.

Mi impresión personal es que los transgénicos se deberían prohibir, pero no por su impacto en la salud (antes habrían que prohibir otros muchos miles de productos), sino por su impacto medio ambiental.