sábado, 21 de julio de 2012

Ser jefe

Nunca me ha gustado estar en primera línea de combate. He preferido ser el segundo de a bordo, el que nadie ve pero todos oyen. El que influye pero no ordena. El que tiene autoridad pero no poder. Al que la gente se dirige para compartir y no para obedecer. Al que nunca le cuelgan las medallas de los éxitos ni culpan de los fracasos. Siempre me he desenvuelto bien en las sombras.

La imagen de jefe, por la que tantos suspiran, no me atrae y siempre he huido de ella. El jefe, demasiadas veces tiene que hacer cosas que no le gustan.

Al no estar al mando, jamás he hecho nada que no quisiera hacer de verdad y, con ello, me he sentido libre por una parte pero no he dejado de lado mi responsabilidad hacia los demás intentando ofrecer lo mejor de mí.

Por una serie de circunstancias he pasado a estar en primera línea. He comenzado a ser jefe. Dos han sido las condiciones para hacerlo: seguir siendo libre y hacer sólo lo que mi conciencia y mis capacidades me permiten y la segunda es no ostentar poder alguno, es decir, no soy oficialmente jefe en el papel, pero sí en la práctica, lo que también conlleva que no cobro un euro por ello. Ambas condiciones han sido aceptadas por la dirección y por los componentes de mi equipo. Todos mis compañeros saben que sólo cuento con la autoridad que ellos mismos han depositado en mí y, en el momento en que me retiren esa autoridad, me iré.

He trazado mis líneas de trabajo en lo siguiente:

1. Planifico el trabajo de todos y no pido nada a nadie que no haga yo.
2. No trabajo para luchar por los privilegios de los míos, si no por el derecho de los ciudadanos a recibir lo mejor al menor precio.
3. Todos tenemos que trabajar más y mejor de lo que lo hacíamos. A cambio, el dinero de la productividad se reparte en función de objetivos que nosotros mismos hemos acordado previamente (no seguimos los criterios de la Administración, que son políticos, sino criterios basados en calidad asistencial universalmente aceptados).
4. Llegamos a un acuerdo con la dirección: ahorrábamos cinco millones de euros al año, disminuíamos la lista de espera y mejorábamos todos los patrones de calidad asistencial, pero a cambio se contrataba a gente en el momento en que se jubilara alguien del servicio. Nosotros cumplimos y la dirección también. En tiempos de crisis brutal hay tres compañeros que han conseguido trabajo.
5. Mis compañeros y yo trabajamos bastante más, pero bastante mejor y todos nos enorgullecemos de esos tres contratos que hemos conseguido con nuestro esfuerzo…..y lo que queda.

Desde aquí animo a todos a tomar responsabilidades en la Administración. Están deseando que salga gente con ideas para mejorar el catastrófico estado de nuestro sistema público. No saben gestionar y todos nosotros podemos ayudar.

martes, 10 de julio de 2012

Medicalización

La salud es definida por la Constitución de 1946 de la Organización Mundial de la Salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.

Basándose en esta peligrosisíma definición se han medicalizado multitud de problemas sociales, personales o laborales creándose unas necesidades de “tratamiento” ficticias y una dependencia cada vez mayor de la sociedad de los médicos y los laboratorios farmacéuticos, que presumen de tener recetas mágicas para solucionar aquello que, en realidad, no se soluciona con química sino con cambios de actitud o simplemente usando el sentido común.

No es conveniente para las multinacionales farmacéuticas ni para muchos médicos, que las personas se responsabilicen de su estado de salud. Es mucho más rentable hacerlas dependientes de la mayor industria que existe: el negocio de la salud.

Sacar un nuevo fármaco de calidad es muy caro. Por el contrario, inventar una nueva enfermedad y aplicarle fármacos antiguos a esa nueva patología es muy rentable.

Algunas “nuevas enfermedades”

1. La timidez ya no es una manera de ser, es algo que hay que tratar.
2. Se le muere un ser querido o pierde su trabajo: usted no está triste. Sufre depresión. Y para la depresión tenemos muchos y variados antidepresivos.
3. Tiene 75 años y sigue trabajando como una mula, manteniendo su casa limpia y cuidando de tres nietos, sus lógicos dolores de espalda se deben a los pinzamientos de discos para lo que le podemos recetar antiinflamatorios, analgésicos múltiples, opiáceos de nueva generación y condroprotectores. Así le dolerá algo menos y podrá seguir machacándose.
4. A la señora le duelen los pies, pues le diagnosticamos pies cavos o pies planos anteriores y le recetamos la correspondiente plantilla y un antiinflamatorio para que pueda seguir deformando sus pies con zapatos de tacón o planos.
5. El crío es más trasto de la cuenta, tranquilizamos a los padres haciéndoles ver que ellos no tienen nada que ver en ello, ni el sistema educativo es deficiente: su hijo tiene un déficit de atención que, con el medicamento mágico, lograremos atontar lo suficiente al pitufo y de paso le vamos quitando esa fea tendencia a la rebeldía.
6. ¿Tiene la menopausia?. Es una terrible enfermedad de las mujeres que hay que tratar con hormonas, que curiosamente tienen más efectos secundarios que ventajas.
7. Menopausia masculina: el hombre pierde vigor, el piticlin empieza a funcionar peor. Pero disponemos del tratamiento fantástico: Viagra y hormonas masculinas y hormona del crecimiento.
8. Disfunción sexual femenina: una de cada tres mujeres “sufren” de falta de deseo, con el grave malestar y pérdida de calidad de vida y la consiguiente pérdida en las relaciones personales. Pero como las mujeres son tan complicadas ellas, aún no hay una pastillita, pero la habrá, sino, al tiempo.
9. Atención padres: hay una auténtica endemia de dismetrías de miembros inferiores y escoliosis infantil. Es que los niños ya no salen perfectos. Les da por ser asimétricos, pero no hay nada mejor (ni más incomodo) que tratar para siempre con una alza de ¡¡¡medio centímetro¡¡¡. No se nos vaya a herniar.
10. Las arrugas suponen una terrible enfermedad de la piel que suele afectar a personas con más de 40 años. Hay que operarse porque de otra manera seremos imperfectos y nuestra autoestima depende de ello.
11. ¡¡¡Hágase un chequeo¡¡¡. Contra más completo sea, más patologías le vamos a sacar y más pastillas le vamos a vender. Quién busca algo encuentra. Es lo que tiene no ser perfecto. No olvide incluir unas cuantas Resonancias magnéticas. Con ellas tendrá aseguradas varias enfermedades como protrusiones discales, roturas de meniscos en personas de más de 50 años, pinzamientos varios y un largo etcétera de “enfermedades” que nada tienen que ver con sus molestias.

La Medicina ha conseguido grandes avances y los buenos profesionales serán capaces de curar o mejorar muchas enfermedades que se pueden sufrir a lo largo de la vida. Pero la mejor manera de vivir en salud es autogestionándola.

En el blog http://wordpress.eldedoenlallaga.com/category/enfermedades-inventadas/ da las claves para autogestionar nuestra salud:
• Informarnos
• Cuidarnos, querernos, perdonarnos
• Comer mejor
• Ser menos sedentarios
• Potenciar nuestro sistema inmunitario
• Revisar nuestras emociones y pensamientos
• Sintonizar con las necesidades de nuestro cuerpo: llorar si quiero llorar, descansar cuando estoy cansado, etc.
• Descubrir qué queremos hacer en la vida antes de que sea la propia vida la que nos obligue a pensar de golpe y sea tarde (enfermedad grave, accidente, divorcio, duelo, cualquier crisis existencial)
• Relajarnos, meditar, rezar
• Armonía con el medio
• AMOR y GRATITUD
• Si ya estás enfermo: Contrastar diagnósticos con otras fuentes de información y otros tipos de medicina. Investigar sobre las explicaciones emocionales y metafísicas a la enfermedad. Buscar la causa final en nuestra propia vida y no solo el síntoma físico. Y entender que no somos responsable DE nuestras enfermedades sino que somos responsables ANTE nuestras enfermedades.

domingo, 8 de julio de 2012

De luchadores y de Quijotes

Nunca he tenido la oportunidad de saber si soy valiente. Supongo que no. Pero sí soy luchador, aunque nada Quijote.

Rhett Butler le decía a Escarlata, en una inolvidable escena, que sólo se unía a una causa cuando ésta estaba definitivamente perdida. Pues tampoco soy Rhett. Llamadme por ello cobarde, poco romántico y honorable y nada idealista. Todo ello es cierto. Pero sólo tengo una vida y me niego a estrellarla contra molinos de viento.

No soy capaz de salvar al mundo, ni lo deseo. Puedo morir por amor y con amor, pero por un amor real, nunca por un ideal.

Me comprometo con algunas personas y, por ellas, daría hasta el último soplo de mi vida. Pero no soy capaz de comprometerme a fondo con una bandera, una patria, un ideal.

Lucho por mejorar mi entorno, pero no gasto ni un ápice de energía en cambiar el mundo.

No soy inmune a las injusticias, pero hay tantas que no puedo estar todo el día dándome de cabezazos por cada mala noticia, por cada saqueo, por cada sinrazón.

Hace mucho tiempo elegí ser luchador, pero no Quijote.