miércoles, 22 de agosto de 2012

¿Un mundo ideal es posible?

La mayoría de las ideologías y regímenes políticos y económicos, incluso los bien intencionados, tienen un enorme defecto que impide construir su mundo ideal: el ser humano es imperfecto, cruel, egoísta y dictador por naturaleza. Sí, hay personas mucho mejores, pero hay demasiados que son así y éstos impiden un mundo perfecto. El paraíso de Bambi no existe ni existirá jamás. Walt Disney nos ha estafado a todos.

Lo que tenemos no es culpa del mercado, del neoliberalismo, del capitalismo, del socialismo ni de la monarquía, sino de millones y millones de personas que hacen que cualquier sistema que escojamos, resulte siempre injusto. No hay ni habrá ningún sistema que sea justo para la mayoría, porque la mayoría de la gente es injusta, sólo mira su propio beneficio, sus intereses.

Pero hay sistemas políticos y económicos que, aunque no soslayen por completo el factor humano, sí consiguen que los depredadores lo tengan más complicado. Cualquier dictadura, sea ideológica, militar o religiosa, pone más fácil las cosas a las personas más nocivas.

En cuanto a régimen político, la democracia, con el enorme abanico de posibilidades que alberga, es, a mi juicio, el mejor de los posibles sistemas. Cuando los depredadores se apoderan/aprovechan de la democracia, entran en liza otros (o los mismos) depredadores y, amparándose en el desprestigio de la democracia, intentan volver al mejor de los sistemas para sus intereses: cualquier dictadura.

En cuanto a régimen económico, sólo el capitalismo ha conseguido el mayor grado de desarrollo, bienestar y justicia. Pero los halcones, disfrazados de neoliberales, han pervertido el sistema capitalista desde su raíz creando una ingeniería financiera y una economía especulativa que ha enviciado el espíritu capitalista (meritocracia) y creado un pseudo-capitalismo salvaje y devastador para millones de personas. Los depredadores desprestigian el capitalismo en base a estas injusticias para conseguir el paraíso dictatorial socialista.

En cuanto a régimen moral, una libertad moral, prácticamente sin límite, es lo único que puede respetar a todos. La moral es y debe ser individual y, como tal, no entra en la moral cualquier acción en que se involucre a otra persona. Prohibir a otros lo que nosotros consideramos inmoral debería estar desterrado. Por eso estoy en contra de prohibir el aborto (aunque no me gusta el aborto), prohibir los toros, prohibir la prostitución ejercida libremente, prohibir matrimonios gays, prohibir el consumo de carne o prohibir el culto religioso (aunque yo soy ateo).

Un mundo ideal es imposible, pero un mundo más decente es factible.

lunes, 6 de agosto de 2012

Si quieres, ¿puedes?

Si quieres, puedes

Esta frase, tan famosa y con tanto espíritu yanqui, no me gusta pero tampoco me repele. Puede ayudar a algunos a superarse, a no conformarse.

Pero encierra un optimismo que no comparto y tiene diferentes lecturas desagradables.

Es optimista porque supone que todos tenemos capacidades innatas con las que podemos conseguir todo aquello que nos propongamos, y no es así.

Y tiene lecturas desagradables porque al final divide al mundo en triunfadores y fracasados. Los primeros pudieron porque quisieron y los segundos, aunque supuestamente podían, no lo consiguieron porque en realidad no quisieron, no se esforzaron. Muy “made in USA” todo ello. Puedes ascender desde los infiernos a los cielos si te esfuerzas lo suficiente, el arquetipo de persona hecha a sí misma, de triunfador americano. Por ende, el que no está en lo más alto, no es que tenga menos capacidades, menos posibilidades, peores colegios, pésimos entornos, familias desestructuradas, no. En realidad es un perdedor porque, pudiendo, no ha querido esforzarse lo suficiente. De esta manera se exculpa a una sociedad injusta de la miseria de muchos de sus compatriotas. El perdedor tiene lo que se merece.

Justo lo contrario que sucede en España, que todo es culpa de la sociedad, el gobierno, etc, y los demás no tenemos ninguna responsabilidad de cómo nos van las cosas. Los triunfadores en España lo son porque son corruptos, chupan la sangre de los trabajadores, están enchufados o vete tú a saber como han llegado a ese puesto. Mientras, el perdedor siempre es la víctima de los demás. No tiene la mínima responsabilidad en lo mal que le va.

Dos concepciones radicalmente opuestas y ambas negativas. Como casi siempre, en el centro está la virtud. La visión latina, muy enraizada en el catolicismo en donde el sacrificio es el summun de la santidad. La visión anglosajona, enraizada en el protestantismo, en el que el individuo es responsable de todo lo que hace y de todo lo que le pasa.

Frente a estas dos visiones antagónicas prefiero el aprender a AMAR LO QUE SE HACE, por encima del HACER LO QUE SE AMA.

Muchos aman un determinado trabajo, deporte, arte o cualquier otra actividad, pero no tienen las aptitudes necesarias para triunfar en lo que aman y eso les puede llevar a la decepción y a sentirse fracasados.

Cuando se ama lo que se hace se acepta hacer lo que se ama sin necesidad de triunfar. Cuando se ama lo que se hace no te conformas con lo que te ha tocado vivir sino que disfrutas de la vida en sí, aunque ésta te haya llevado por derroteros no imaginados ni soñados. No eres un triunfador pero tampoco un perdedor, simplemente eres feliz porque consigues la capacidad de serlo sean cuales sean las circunstancias en que te mueves.

La palabra sacrificio o fuerza de voluntad no existen en el diccionario del que ama lo que hace. Porque el que hace las cosas a base de sacrificarse o a base de fuerza de voluntad, termina quemándose, mientras que cuando pones amor siempre hay una enorme recompensa: amar, que es vivir en plenitud.