domingo, 10 de enero de 2010

Los toros

No soy un entendido en la fiesta de los toros, pero me gusta. Veo arte, emoción, aventura, sorpresa, bravura, fuerza y un cara a cara con la muerte en cada lance.

Pero no todos lo ven de esta forma. Donde yo veo belleza otros ven tortura y muerte.

El único argumento que tienen los antitaurinos para prohibir la Fiesta es el sufrimiento del animal. Unico y devastador, por otra parte. Debo reconocer que es un alegato de primera magnitud.

Sin embargo, creo que hay suficientes razones para seguir permitiendo este festejo.

1. Sensibilidad

Alguna vez he leído que los taurinos somos insensibles y que las corridas de toros no son arte sino salvajismo.
Pero definir el arte es tan difícil como definir la vida. Posiblemente porque cada uno tiene su propio concepto.

Para mí el arte es cualquier obra humana que emocione a un espectador. Así pues, es realizado por un emisor y conceptualizado como tal por un receptor. Pongo especial énfasis en la emoción. Al ser meramente subjetivo, lo que para algunos es arte para otros puede ser un esperpento.

El arte y la belleza son captados por los órganos de los sentidos, pero son procesados por el cerebro que es quién moldea los sentimientos que nos produce lo aprehendido por los sentidos. Por eso, donde una persona ve objetivamente crueldad, sangre y muerte, otra, que está contemplando lo mismo, sólo ve belleza. Sucede lo mismo cuando se está ante el "Fusilamiento del dos de mayo" de Goya. Objetivamente nuestros ojos ven sangre, muerte y sufrimiento, pero nuestro cerebro ve belleza, emoción, ansia de libertad, heroismo. Algo muy similar nos pasa a los taurinos con los toros, sabemos que hay sangre y dolor, pero no es eso lo que nos fascina ni lo que nos mueve a disfrutar de este espectáculo. No somos insensibles. Simplemente tenemos una sensibilidad diferente.

2. Derechos de los animales.

¿Se pueden tener derechos sin tener deberes?. Yo creo que no. Lo considero injusto.

En mi opinión, los derechos van intimamente unidos a los deberes y, sólo existen en la realidad y no son simple papel mojado, si el sujeto de derecho los puede exigir. Dar derechos a los toros, cuando estos no tienen la más mínima capacidad para defenderlos, no sirve de nada. Sin embargo, sí que tenemos deberes hacia ellos que estarán en función de lo que cada sociedad elija, dependiendo de sus necesidades, tradiciones, costumbres o sensibilidades.

En España está permitido el sacrificio de animales destinados a la alimentación y al arte, como las corridas de toros. También se permiten criar determinadas especies para pieles. No se permiten sin embargo, el maltrato gratuito ni la muerte de animales sin una utilidad general, salvo para el que las comete. Y estoy de acuerdo con esta regulación. ¿Porqué?.

3. Libertad moral.

Por que creo en una sociedad en que la moral es una cuestión puramente individual y se deben respetar las distintas sensibilidades. La libertad moral está incluso por encima de la democracia y de los animales por que, cuando hablamos de asuntos de moral, no deben valer las mayorías. Una mayoría no puede imponer a la minoría su concepto del bien y del mal por que, en este caso, entraríamos en la peor de las dictaduras, la dictadura de la moral. Sólo hay que recordar los regímenes islámicos o, el tan cercano para nosotros, régimen franquista. Si yo estimo que ser gay es inmoral, está prohibido serlo y, al que le caze, va a la cárcel.

La existencia de la fiesta no obliga a nadie a acudir a ellas. Que se pueda comer carne no obliga a los vegetarianos. Sin embargo, la prohibición de la fiesta o la prohibición de comer carne, en base a una moral en que el bien consiste en no hacerle daño a los animales, sí impide a los que no tienen esa moral desarrollar su libertad.

Todo tiene sus límites. Hasta la libertad moral los tiene. Si una inmensa mayoría del colectivo, pongamos por ejemplo un 90-95 %, quiere prohibir algo en base a su moral, lo puede hacer. Con esto se conseguirían evitar los abusos de las minorías. No sería de recibo que en Noruega se pudieran celebrar corridas de toros o en Arabia Saudí poner granjas de cerdos en base a a libertad moral de unos pocos, como no sería de recibo que por que algunos disfruten ahorcando galgos lo puedan hacer, aunque la inmensa mayoría de la sociedad está en contra.

4. Cosas positivas de la fiesta de los toros.

1. Veo arte, belleza, valor, nobleza, entrega, emoción, lucha. Una forma de entender la vida.

2. Creo sinceramente que, sin la fiesta de los toros, estos no desaparecerían, estoy seguro que el Estado ni nadie lo permitiría, pero no serían ni el mismo número ni con la misma calidad de vida de la que gozan en la actualidad.

3. Todas esas dehesas que ahora ocupan, no se seguirían ocupando por los toros, son demasiado extensas y sería demasiado costoso y, si en un principio se intentaría, poco a poco, un alcalde por aquí y un concejal por allá, un gobierno de aquí y un ministro de allá, tendrían la magnífica ocurrencia de hacer campos de golf, urbanizaciones, etc. No en todas, pero sí en algunas y con que sólo una de esas dehesas se convirtiera en campo de golf, ya veo positivo el toreo.

4. Después de la corrida, el toro no se tira a la basura. Se come....y está buenísimo, sensacional.

5. 1.5 % del PIB nacional. 200.000 puestos de trabajo. Con los tiempos que corren, esto ya lo veo muy positivo. No es un argumento a favor de los toros. Pero es muy psitivo que la fiesta dé, aquí y ahora, 200.000 puestos de trabajo.

viernes, 8 de enero de 2010

Derechos y deberes

Un mismo asunto puede ser visto por distintas personas desde diversas perspectivas. Y, dependiendo de la perspectiva, se pueden tomar conclusiones distintas y esto haga que actuemos de manera diferente.

A los derechos y deberes se les puede aplicar perfectamente este razonamiento.

Las reflexiones que vienen a continuación no tienen ninguna base jurídica ni lo pretenden ser. Son una manera personal de enfrentarme y comprender lo que me rodea.

Todos damos por entendido que tenemos derechos y deberes. Es más, aún contemplando los derechos como algo deseable y los deberes como algo no apetecible, ambos van indisolublemente unidos. No hay derecho que no implique, necesariamente, un deber.

Pero nuestra sociedad en general y los políticos en particular, han hecho del derecho el adalid de la justicia y han ocultado deliberadamente el deber. Los derechos se anuncian a bombo y platillo, todos nos regocijamos y los políticos son mucho mejor valorados. Tienen buen cuidado en encubrir los deberes.

Y de tantos y tantos derechos que nos van dando y de tantos deberes que nos van ocultando, se está formando una idea en el colectivo de que tenemos derechos, exigimos nuestros derechos, defendemos nuestros derechos, pero demasiadas veces nos olvidamos de los deberes. Y, sin deberes, no hay derecho que valga.

Aunque parezca una tontería y se sobreentienda que detrás de los derechos hay deberes, prefiero llamar a cada cosa por su nombre. Y lo que es un derecho, llamarlo realmente derecho y lo que es un deber, llamarlo por su nombre y no confundir una cosa con la otra. Dejar la hipocresía y ser realista con lo que realmente sucede en nuestras vidas.

Para mí, quién no tiene deberes, no puede tener derechos.

Me diréis: un niño recién nacido, un animal, un enfermo en coma profundo, un autista profundo o una persona con demencia senil ¿no tienen derechos?. Bajo mi punto de vista, no. Y tampoco deberes.

Dar derechos a los que no los pueden defender o exigir no tiene sentido. Lo mismo que imponer deberes al que no los puede cumplir. Dar el derecho a un recién nacido a alimentarse, o a un lince a que no lo maten o maltraten, o a un enfermo en coma cuidados médicos, no es nada realista sencillamente porque ninguno puede exigir el cumplimiento de esos derechos. No me imagino a un pollo denunciando a un matadero que lo está haciendo mal o a un recién nacido poner una denuncia a sus padres porque le están golpeando.

Los derechos sólo se otorgan al que los puede hacer efectivos. Dárselos al que no tiene la más mínima posibilidad de reclamarlos es papel mojado. Es una manera de disfrazar un deber de derecho. Es obviar la maldita palabra "deber". Es la manera que tiene el político de dulcificar una imposición, generalmente necesaria.

Entonces, ¿cómo defender a los desvalidos?.

Imponiendo deberes a los demás. Por eso, si el bebé no tiene derechos, los padres sí tienen deberes respecto a él. Los animales no tienen derechos, pero los humanos nos imponemos deberes, los que cada sociedad elija, con respecto a ellos. Los autistas o los pacientes en coma, no tienen derechos, pero sí tenemos los demás el deber de cuidarlos, darles asistencia médica y preservar sus posesiones.

Si un padre maltrata a un bebé, se le condenaría, no por atacar los derechos del niño, sino por faltar a su deber de protección.

Puede parecer lo mismo dar derechos que imponer deberes. Se defiende de la misma forma al niño dándole derechos o imponiendo deberes a los padres o a la sociedad.

Puede ser lo mismo, pero no es igual, por que:

1. Somos sinceros con la realidad. Llámamos a cada cosa por su nombre y descartamos el buenismo del "derecho" por la realidad del "deber".

2. Se va fomentando en todos la conciencia del deber, de la responsabilidad, de las consecuencias. Algo que nos está haciendo mucha falta.

3. La libertad está emparentada con los derechos. La responsabilidad con los deberes. Pero de la misma forma que no debe existir la libertad sin responsabilidad no pueden existir los derechos sin los deberes.

4. Creo que sería una forma de seguir exigiendo derechos pero también de aprender a aceptar nuestros deberes.


"No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país."

JF Kennedy