sábado, 1 de agosto de 2015

Sesgo ideológico

Vivo en un país neurótico. Un país repleto de gente inmadura que se caracteriza por ejercer la eterna queja (principal signo de la inmadurez). Si a esto se le añade una ideología, habitualmente cerrada y ortodoxa, llega a ser decepcionante. 

Me encuentro con pocas personas que sean capaces de ser críticas con todas las líneas de pensamiento y, a la vez, encuentren bondades en todas y cada una de ellas. Los que son de izquierdas siempre tienen el mismo discurso borreguil, critican las mismas cosas (a la derecha, claro) y ensalzan las mismas bonanzas (de la izquierda, por supuesto). Con los que son de derechas sucede exactamente lo mismo. Están todos siempre de acuerdo. ¿Cómo es posible que gente tan diversa, con diferentes cerebros, inteligencias, niveles culturales y vivencias, siempre estén de acuerdo en todo?. La respuesta es muy sencilla: no piensan, son otros los que lo hacen por ellos y sólo tienen que gritar y repetir las mismas consignas. 

Muchos dicen que hay que leer, y estoy de acuerdo, pero esto no sirve para dejar de ser borrego ni inmaduro. En España nunca ha habido un nivel cultural ni gente tan formada como ahora, pero somos tan o más borregos que nunca y por supuesto mucho más inmaduros y neuróticos. Conozco pocas personas sabias y muchos de ellos jamás se han acercado a un libro, e incluso alguno no sabía leer ni escribir. Muchos de los que leen no buscan aprender sino afianzar su propia ideología, lo que les hace ser doblemente borregos. Si la cultura no sirve para aprender, para ser ecuánime, equilibrado y para pensar de manera autónoma (si estás siempre de acuerdo con los de una determinada ideología, lo siento, pero no piensas de manera autónoma), se convierte en un instrumento que ahonda en la estupidez y el seguidismo. La cultura, como casi todo en esta vida, no es buena ni mala, depende de como y para qué la uses. 

Nací y crecí en una dictadura de derechas. El sesgo ideólogico era brutal. Todo lo bueno que había en España (y lo había) era gracias a Franco. Todo lo malo (y lo había) era culpa de los rojos, maricones, ateos, melenudos y la conspiración judeo-masónica (hay que inventarse alguna organización oscura que pervierte cualquier orden y lucha contra la humanidad). Y que contar de la moral: todos teníamos que tener la misma, la católica. Los demás eran asesinos, canallas y matasuegras.

Maduré, o me hice mayor, en una democracia, imperfecta, pero una democracia. Han cambiado muchas cosas, pero hay algo que sigue plenamente vigente: el sesgo ideólogico. Ahora todo lo malo se debe a los banqueros, políticos, la derecha, el Capital, el mercado, el FMI (acordaros de esas organizaciones oscuras) y por supuesto, a la Merkel. No paro de oír en conversaciones, o en las redes sociales, lo sumamente mal que se hace todo y lo pésimamente mal que vivimos. Da la impresión que no hay nada bueno, que todo es terrible, que nos amordazan, que nos secuestran por completo la libertad, que se pasa hambre y todo tipo de necesidades. Una persona que no tuviera ningún contacto con el exterior y sólo leyera facebook o twiter, además de necesitar un buen psiquiatra, pensaría que estamos peor que en Sudán del sur o Etiopía. 

Y que contar de la moral, ahora todos tenemos que tener la misma: la animalista. Al que le gustan los toros o la caza (legal) es un asesino. A este paso pronto serán asesinos los que coman carne. 

Pero yo, que sí salgo a la calle (y eso no me exime de acudir a un buen psiquiatra) veo un mundo totalmente diferente al que pintan los quejicas que sólo ven las maldades del mundo (que las hay a patadas) y se olvidan de las muchas cosas buenas de las que disfrutamos (que también las hay a patadas). Sesgo ideológico propio de dictadores pintando una realidad extremadamente mala (tenemos problemas pero también bondades) para que vengan ellos, los buenos, a salvarnos a todos. Pero la historia nos enseña que los salvadores han sido los mayores asesinos de la historia. Cuando alguien te intente salvar, pon los pies en polvorosa. 


Animo a la gente a tener ideas y a huir de las ideologías enlatadas.