sábado, 31 de diciembre de 2011

Así, no

Mal empieza el gobierno del PP. Tenía pocas esperanzas en este gobierno y, nada más comenzar su andadura, me he quedado sin ninguna.

El gasto del Estado es excesivo (para los ingresos que tiene). En eso creo que coincidimos todos. Hay que recortar los gastos. ¿Pero es necesario recortar los derechos y aumentar los impuestos para ello?. Estoy absolutamente convencido de que no.

Hay dos maneras de ahorrar:
1. La fácil, o sea, la que ha hecho el PP: recortar salarios, congelar inversiones, aumentar impuestos y recortar derechos.
2. La más fácil y eficaz: gestionar bien.

El Estado es una auténtica máquina de derrochar: prefiere gastar o recortar a lo loco que gestionar correctamente lo que tiene. Inversiones millonarias en aeropuertos en que no aterrizan aviones, puertos gigantes que no hacen falta, cientos de televisiones públicas para autobombo, organismos públicos que doblan servicios ya existentes, pésima gestión de la Sanidad, cajas de ahorro gestionadas por políticos (el gran problema de la banca española no han sido los bancos, gestionados por profesionales, sino las cajas gestionadas por indeseables públicos).

A finales de 2010 me enrolé en un desafío: gestionar la Unidad de Traumatología y Reumatología de mi Hospital (la Unidad más grande de España). Contábamos con un presupuesto de 44 millones de euros (se habían gastado 46 en 2010). Pues hemos terminado el año habiendo gastado sólo 39 millones. Un ahorro de 7 millones respecto a 2010 (casi un 16% menos). Esto se ha conseguido sin haber quitado un solo derecho, sin despedir a nadie, habiendo bajado en tres meses la lista de espera de cirugía y bajando la lista de espera de consultas en dos semanas. Hemos mejorado el nivel de satisfacción del usuario y se han reducido las reclamaciones en un 50%. Todos los pacientes se han ido de cada consulta con un informe completo informatizado (frente al 10% del año previo) y la satisfacción de los profesionales ha aumentado.

Es posible ahorrar, y mucho, gestionando bien. Y esto lo ha conseguido un médico. Me imagino que un gestor profesional podría hacer mucho más.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Una buena taza de café

Soy un enamorado del café. No tengo remedio. Un enamorado, que no un entendido. Me gustan casi todos. No soy escrupuloso. Me da igual con leche, cortado, largo o corto de café, con la leche fría, templada, desnatada, semidesnatada o completa. No soy capaz de diferenciar si es torrefacto, arábigo, nexpresso o no sé que leches de miles de variedades.

Supongo que habrán paladares más exquisitos que el mío, capaces de diferenciarlos. Pero un camarero me comentaba en uno de estos cafés de indias, que ofertan multitud de variedades que, cuando tienen prisa por ser mucha la clientela, ponen a todos el mismo café. Ni siquiera se esmeran en ponerlos largos o cortos, cortados o simplemente con leche. Mejor con la leche templada pa tos (así no se coscan los que la piden fría o caliente). Y cuando el cliente avispado pregunta ¿cuál es el largo de café?, sin inmutarse el camarero señala el que tiene más cerca. Muchas veces se divierte al comprobar como los clientes comparan sus respectivos cafés ¡¡¡y son capaces de diferenciarlos¡¡¡. Este de Costa Rica es más intenso, pero el de Nicaragua más profundo. Como mi brasileño no hay ninguno. Pobreticos.

A mí nunca me engañan: siempre pido un cafelito con leche. Sea de donde sea y venga de donde venga. Una buena taza de café con leche, con su aroma, su espuma y su sabor.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Impuestos

No tengo ningún problema en admirar a los ricos que han conseguido su bienestar en base a la creación de empresas reales y puestos de trabajo, mediante la innovación y el trabajo bien hecho y bien gestionado. Son ricos y, a la vez, crean riqueza para todos en forma de empleo y de impuestos que salen de las actividades empresariales.

Tampoco tengo ningún problema en que los bancos ganen dinero basándose en una solidez, confianza y en su negocio genuino: comprar y vender dinero. Un buen banco gana mucho dinero y, a la vez, contribuye a un mayor desarrollo de la sociedad.

Pero no entiendo la ingeniería financiera. Las finanzas modernas no crean empleo, apenas generan impuestos, inflan precios y crean burbujas en las que caen, al abrigo de aumentos espectaculares de beneficios a corto plazo, millones de incautos. Este “capitalismo virtual” sólo es especulador. Sólo trabajan el riesgo y, las más de las veces, con trampas. Juegan con ruletas rusas trucadas.

Sin embargo, a pesar de que la ingeniería financiera sólo beneficia a una pandilla de embaucadores financieros y perjudica a la inmensa mayoría de la sociedad, APENAS PAGAN IMPUESTOS. Los instrumentos financieros complejos están casi exentos de tasas.

Pienso que las cosas deberían ser muy diferentes.
1. El capitalismo productivo es positivo, hablando en términos genéricos, no así el especulativo.
2. Deseo una sociedad con altísima libertad moral pero con una libertad económica bastante controlada.
3. Quién produce paga impuestos. Quien especula, paga muchos más impuestos.
4. Si existen especuladores de miles de millones de euros es que hay ingenuos que se los ceden. Los segundos también son responsables por codicia y por estupidez.
5. El 5% más rico debe contribuir más de la parte de beneficio para lujo y debe pagar menos cuando reinvierte el beneficio en la creación de empleo.
6. El dinero público no debe servir para alimentar vagos sino para crear una sociedad en que la igualdad de oportunidades sea real.
7. La creación de riqueza no se debe basar en un aumento del PIB a cualquier precio. Un crecimiento continuo no es sostenible a largo plazo. Sólo tenemos un planeta y, el crecimiento desorbitado del consumo (que es el principal motor del aumento de PIB), está devastándolo. Un decrecimiento ordenado, con una economía sostenible desde el punto de vista ecológico, disminuirá sin lugar a dudas nuestro nivel de vida, pero en absoluto tiene porqué empeorar nuestra calidad de vida.
8. Los impuestos deben ser mayores a las empresas más contaminantes, por muchos empleos que generen. También deberán ser mayores para los ciudadanos de a pie que más contaminen. Los que consuman más gas o electricidad (por encima de un mínimo personal) deberán pagar el doble o triple del precio base y, de esta manera, pagar el sobrecoste de energías limpias. El uso del coche particular debería estar muy penalizado con aumentos ingentes de impuestos en carburantes. El que desee vivir a 100 Km de su trabajo, contaminando mucho más, que lo pague.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Movilidad social

El índice de movilidad social hace referencia a la facilidad con la que una persona puede subir o bajar en la escala social de un país.

Es uno de los mejores índices de justicia social. Cuando hay poca movilidad social significa que hay pocas posibilidades de mejorar tu situación mediante el esfuerzo. Una sociedad poco móvil no premia el esfuerzo ni castiga la desidia. El destino de un individuo viene predeterminado por la situación económico-social de los padres.

Por el contrario, en las naciones con alto índice de movilidad, el mérito es el factor fundamental para que un individuo desarrolle al máximo su potencial.

Hay diversas maneras de estudiarlo y son realmente complejas. Quizás, la que más se aproxime a la realidad, sea la que estudia el nivel de los padres respecto a sus hijos. Si los hijos ocupan escalas muy diferentes a los padres significa que la riqueza o pobreza de los padres no influye en el status del hijo, que éste mejorará o empeorará su situación dependiendo de su esfuerzo. En este caso hay verdadera igualdad de oportunidades, pero ojo, que la movilidad y la desigualdad en la distribución de la renta no se encuentran teóricamente relacionadas. Sigue habiendo desigualdad de rentas sólo que, esta desigualdad, no está relacionada con la cuna sino con el mérito.

La educación, a primera vista, parecería que es el factor clave para conseguir un mayor índice de movilidad social. Si la calidad de enseñanza es alta, sin tener en cuenta la economía de los padres, mediante un sistema público de enseñanza universal, gratuito y de calidad, se debería tender a que los hijos tengan más igualdad de oportunidades. Sin embargo, esto sólo es verdad en parte. Con una buena educación universal se consigue mejor índice de movilidad educacional (titulación), pero no cambia demasiado el índice de movilidad ocupacional (nivel de puesto de trabajo). Hay otros factores más importantes para la movilidad ocupacional como son el nivel de industrialización, la ideología, ya sea política, religiosa o cultural, imperante en un país y el nivel de envidia de la sociedad.

La envidia, que existe en todas las sociedades, pero no en el mismo grado, se convierte en una clave esencial para entender este concepto. En un país en que se alaba al que consigue superarse es más probable que haya más movilidad ocupacional y, por el contrario, si se desprecia al que más se esfuerza y consigue cotas más altas habrá menos movilidad.

Los países con mejores niveles de movilidad social son los escandinavos. España se encuentra en una zona media en Europa. Chile es otro de los países más justos.

Gran Bretaña y USA, aunque pudiera parecer lo contrario por aquello de la tierra de las oportunidades, tienen unos niveles de movilidad social bastante bajos debido a un sistema de enseñanza en que lo privado prima sobre lo público. Sus universidades son magníficas, pero hay que pagarlas y sólo pueden estudiar en ellas los ricos o los pobres hiperdotados.

La meritocracia es, a mi juicio, el sistema más justo para construir una sociedad. No hay que hablar de igualdad a secas, sino de igualdad de oportunidades.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Sobrecualificación

Según cifras recientemente publicadas, el 31% de los trabajadores españoles están sobrecualificados respecto al trabajo que realizan. Cifra mucho más elevada que en la UE que es del 19%.

Se da la gran paradoja de que jamás en la historia de nuestro país la población ha estado tan preparada y, a la vez, nunca ha existido tanto paro.

Surgen varias preguntas:
1. Preparados ¿para qué?.
2. La cualificación profesional ¿es sinónimo de empleo?.
3. ¿Trabaja mejor el que tiene más títulos?.
4. La enseñanza universitaria ¿se debe enfocar sólo al empleo?.

Me salen mejor las preguntas que las respuestas.

La formación integral de la persona es esencial para que una sociedad sea lo más justa y equitativa posible. Pero, al menos es España, esa formación va dirigida casi en exclusiva a conseguir en el futuro un trabajo. No se pretende formar personas sino trabajadores.

Este enfoque de los estudios trae consigo muchos de los males que nos azotan. Se invierte demasiado en conseguir arquitectos, ingenieros, médicos o dietistas, todos ellos necesarios, y nos olvidamos que, sin una formación integral, nos va a faltar gente con sueños, ideas, imaginación, con novedades, con capacidad de innovación, con inquietudes científicas, que son curiosamente los que crearán los empleos para que los universitarios trabajen.

Nacemos con un potencial creativo impresionante, con una diversidad asombrosa, producto de millones de años de evolución. Pero desde que nacemos, la mal llamada educación, yo diría des-educación, no intenta potenciar lo que traemos de fábrica sino que pretende justo lo contrario, homogeneizarnos, que seamos lo más parecidos posible, desterrar la creatividad y la diversidad e imponer la memorización absurda de los reyes godos y el sistema periódico. Los diferentes son mal vistos, peligrosos. Cuanto más igualitos seamos, más posibilidades (supuestamente) tendremos de trabajar por cuenta ajena (por cuenta propia es demasiado arriesgado).

De esta manera empieza una carrera de obstáculos y, desde los tres años, te sientan en un pupitre para prepararte la memoria (no la capacidad de inventar o crear) y empiezan a obligarte a memorizar una ingente cantidad de datos, no para que los recuerdes todos cuando seas mayor, sino para preparar la memoria que te servirá en el futuro para aprobar el bachillerato, la selectividad, la licenciatura, los máster y, por último, la oposición. Pero pobre de aquel que no sea capaz de sentar el culo en la silla de memorización colectiva durante seis horas al día. El niño de seis años que no sea capaz de eso es “anormal”, tiene déficit de atención o simplemente es rebelde y hay que domarlo o, en último extremo medicar, al diferente.

Pero el “normal”, consigue terminar sus estudios con gran éxito y se tiene que enfrentar con la “OPOSICION”, porque no hay tantas plazas como licenciados. Los que han conseguido tener mejor memoria la aprueban. Pero los que no consiguen superarla, se encuentran de pronto con un título, que supuestamente les iba a dar trabajo, pero a la hora de la verdad es papel mojado, y como sólo se les pedía memoria y no creatividad, que la dejaron en el pupitre, no tienen capacidad de crear empleo y se tienen que conformar con que alguien les dé trabajo en lo que sea.

No hay sobrecualificación en España. Hay un exceso de DES-EDUCACIÓN y, este exceso de des-educación, lleva a que existan muchos demandantes de empleo y pocos creadores.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Sanidad pública

Pocos aspectos de la vida social suscitan tanto consenso como la bondad del sistema público de salud.

Sin embargo, negros nubarrones se ciernen sobre ella. Es de gran calidad, pero demasiado cara, al menos para los ingresos que obtiene el Estado.

Pero no es cara por los sueldos que se cobran (mucho más bajos que los de nuestro entorno) sino por otras circunstancias fácilmente subsanables, si hay verdadera voluntad para solucionarlos. Todos, en mayor o menor medida, somos responsables de ese gasto excesivo y, por consiguiente, somos responsables de solucionarlos.
Los tres actores principales son:

1. Gestión económica.
Es realmente desastrosa y bochornosa. No se gestiona, simplemente se ingresa y se gasta sin el más mínimo control. Las deudas son desorbitadas y lo único que se ha hecho para reducir los costes no ha sido mediante una gestión eficaz, sino bajando el 5% de los sueldos, cerrando plantas y consultas y retrasando el pago a los proveedores.

¿Porqué se gestiona tan mal?. Porque los gestores no son profesionales. Son médicos/políticos que poco o nada saben de economía. Un ejemplo de pésima gestión es la mala costumbre de crear unidades quirúrgicas de alto nivel, como cirugía cardiaca pediátrica, en todas y cada una de las ciudades españolas. Ello conlleva un gasto extraordinario y no sólo no mejora la calidad sino que la empeora de manera espectacular. Son intervenciones muy complejas y poco frecuentes que, al repartirse entre 50 equipos, ninguno de ellos llega a tener la suficiente experiencia como para tener unos buenos resultados. Es preferible que en toda España hayan dos unidades hiperespecializadas que sean las que lo operen todo. Esos dos equipos conseguirán tener una enorme experiencia y calidad y el coste para el sistema será mucho más pequeño. Pero el político se pone medallas cada vez que abre un nuevo servicio en su pueblo.

2. Personal.
Los médicos tenemos barra libre para solicitar pruebas y poner tratamientos, algunas veces muy caros y sin sentido. No se trabaja de cara a ser más productivo sino para tener los menos problemas posibles en el día a día y, si pidiendo una Resonancia, nos quitamos a un paciente coñazo, la pedimos. Por otro lado está el grave problema del absentismo laboral que, en algunos sectores llega a ser del 30%.

Hay miedo a trabajar según productividad. La igualdad se ha impuesto y gana lo mismo un profesional de primer orden con resultados extraordinarios a nivel mundial que el que resuelve diez veces menos trabajo y con menor calidad. En Medicina están perfectamente estandarizados por procesos la productividad de la inmensa mayoría de acciones que se realizan. Incentivar al buen profesional con más sueldo es equitativo y deseable y, al final, le resulta más rentable al sistema pues hay más posibilidades que el profesional mediocre mejore.

Los pacientes con enfermedades graves, como por ejemplo los que necesitan de un transplante, no tienen conocimiento directo de los resultados que obtienen distintos equipos a nivel español. Sería deseable que se publicaran los resultados que obtiene cada unidad en cada patología de importancia para que el paciente pudiera elegir acudir al mejor centro. A su vez, los mejores centros, a los que acuden más pacientes, deberían ser estimulados pagándoles más y, a los peores, se les restaría dinero.

3. Usuario
Hay tendencia al abuso de servicios cuando son gratuitos (o esa es la impresión de muchos). Cualquier patología, por banal que sea, es subsidiaria de acudir a un servicio de urgencias, al médico de cabecera o incluso exigir pruebas complementarias caras “para quedarse tranquilos”.

Se insiste en acudir al “especialista” por cualquier tontería, cuando éste sólo está para tratar a pacientes complejos que no puede atender el médico de cabecera.

Cualquier prestación pensada para unos pocos que la necesitan se tiende a universalizar, como por ejemplo el calzado ortopédico o las plantillas.

Se aplauden todas las iniciativas que pretenden poner en cada pueblo unidades muy avanzadas, con el inmenso coste y pésima eficacia que ello supone. M

Muchos creen que tienen derecho a todo, cuando sólo tienen derecho a lo que realmente necesitan.

Nuestra Sanidad tiene unos niveles de calidad muy altos y no creo que sean necesarios recortes sino buena gestión por parte de unos y responsabilidad por parte de los demás.