España sufre una intensa polarización, fruto de propuestas demagógicas de ambos lados y de un servilismo acrítico de gran parte de los ciudadanos hacia un frente, junto con una violencia ideológica hacia el frente opuesto.
Percibo dos rebaños: progresistas, sea lo que sea lo que signifique esta palabra, y liberales o conservadores, mucho más definida esta acepción. Ambos rebaños son liderados por sus respectivos machos alfa (las hembras son simples floreros en ambas manadas). Cuando surge una cuestión, ya sea social, económica, política, religiosa o cualquier otra, todos los del mismo bando están de acuerdo en todo, no hay disparidad, el líder habla y los demás sistemáticamente están de acuerdo. Incluso si el líder cambia de opinión, milagrosamente todas sus ovejas cambian de opinión al mismo tiempo. Si el líder contrario cree que algo es bueno, los corderos del grupo contrario estiman que es pésimo, todos a la vez, cual democracia orgánica.
Las religiones han tenido gran éxito a lo largo de la historia porque han sabido establecer una clara línea divisoria entre los malos y los buenos, una línea fácil de discernir para mentes débiles que no saben o no quieren pensar por sí mismas. Para ser buenos hay que admitir y seguir una serie de preceptos fáciles de digerir y sin crítica y, a cambio, obtenemos la vida eterna, el Walhalla, El Paraíso o cualquier prebenda pagadera tras la muerte. Todos los que no los sigan son malos y no merecen respeto, compasión, pueden ser insultados impunemente e irán al infierno.
La ciencia y el conocimiento han ido apagando el brillo que siempre han tenido las religiones. Ha ido desapareciendo esa magia que tanto atraía. Pero el ser humano necesita creer y, sobre todo, necesita ser aceptado y sentirse en el bando de los buenos. A falta de religiones, las distintas ideologías han ido ocupando su sitio pero adoptando la fórmula de éxito de aquellas: frontera clara, simple y precisa entre buenos y malos.
España, un país con una única religión, fruto de una lucha de siglos contra otras religiones, que ha sido capital en todos sus aciertos y desventuras, la ha cambiado por dos nuevas religiones/ideologías y, como antaño, vuelve esa lucha ancestral entre dos maneras de pensar. El rebaño azul venció en 1939. Hubo un breve lapso de libertad de pensamiento a partir de 1975, periodo único en nuestra historia, pero desde hace unos años hemos comenzado de nuevo a ejercer el cainismo que tanto nos ha caracterizado históricamente. Los rebaños azul y rojo vuelven a balar con fuerza y sólo piensan, y mienten, los líderes, que son jaleados y ensalzados por sus propias ovejas e insultados y demonizados por las ovejas contrarias.
Con una ciudadanía sin criterio propio vamos directamente hacia una dictadura, quizás no política, pero sí de pensamiento. Los escasos librepensadores se lo tienen que pensar mucho antes de expresar sus opiniones, porque serán insultados unas veces por unos y otras por los contrarios.