Forrest Gump tenía un coeficiente intelectual de 75 y así ha pasado a la historia del cine, como un tonto encantador. “Yo no soy tonto. Mi madre dice que sólo es tonto el que dice tonterías”.
Quizás todos tengan razón y, efectivamente, todo lo que hacía era obra de una persona con un CI bajo. Pero nunca he podido ver esta película (ya han sido varias) sin pensar que el único motor en la vida de Forrest era el amor. No hay una sola escena en la película en que se manifieste a un hombre tonto sino a un hombre que todo lo que hace, lo hace con amor y, sobre todo, por amor.
Sus ¿tonterías?
“¿Has estado alguna vez con una chica?”. “Siempre me siento con ellas en clase de economía doméstica.”
En el ejército fue considerado un superdotado pues, ante la pregunta del sargento en el primer día de instrucción “¿qué es lo que haces en el ejército?”, respondió: “todo lo que usted quiere que haga mi sargento”. “Este chico es un genio, llegará a General”.
Consiguió la medalla de honor y se la dio el presidente. No tuvo escrúpulos en enseñarle la herida por la que se la concedieron….en el pompis. La medalla se la regaló a su Jenny por hacer lo que ella le dijo que hiciera en Vietnam: correr.
“Su sueño se ha hecho realidad: se ha convertido en una cantante de Folk” pensó cuando vio a su Jenny cantando desnuda. La desnudez de la mujer amada no le importaba como la consecución de su sueño.
“Aunque yo siempre estaba corriendo siempre pensé que aquello nunca me llevaría a ningún lado”.
Pero corriendo fue campeón de fútbol americano y, como miembro de la selección nacional, conoció al presidente y, “lo mejor de conocer al presidente era lo bien que se comía…… y gratis”.
Corriendo salvó a multitud de soldados de una emboscada.
Corriendo se convirtió en el nuevo gurú de los que no tenían un sentido para sus vidas….hasta que un día dejó de correr porque se había cansado. Sólo él sabía porque corría: “porque tenía ganas de correr.”
Ante una multitud antimilitarista en Washington sólo tuvo ojos para su Jenny. Miles de personas se esfumaron cuando vio su cabellera al viento. “Fue el momento más feliz de toda mi vida”.
“Una promesa es una promesa”. “Siempre intento cumplir mis promesas”.
Sus logros
Descubrió el espionaje del caso Watergate, porque las linternas no le dejaban dormir.
Enseñó a bailar a Elvis Presley.
Venció a los chinos al tenis de mesa “por lo que me hice casi tan famoso como Pinocho”.
Fue felicitado por tres presidentes de USA.
Conoció a John Lennon durante una entrevista televisiva.
Era dueño de unos de los negocios más prósperos de USA: gambas Bubba Gump y, por supuesto, tenía doce barcos….doce Jennys.
El slogan “a veces pasa”, lo inventó el.
“Sonría por favor” salió de su genialidad ingenua.
Sus amigos
Con Bubba: “¿Sabes porque somos tan buenos compañeros?. Porque siempre cuidamos el uno del otro.” Y arriesgó su vida, corriendo como siempre, corriendo como nunca, porque entonces sí le dio un sentido a su carrera, tenía que salvar a su muy mejor amigo. Murió en sus brazos, en Vietnam, mientras le decía: “quiero ir a mi casa.”
Pero no olvidó su promesa: se dedicaría a las gambas, no porque le importaran, sino porque le interesaban a Bubba.
Cuando vio al teniente Damm, dejó su barco a la deriva y se echó a nadar porque sólo le interesaba su amigo. Si se rompía el barco, daba igual, se podía arreglar.
“Teniente Damm: tiene piernas nuevas…..piernas mágicas.”
Su madre
“Su madre está enferma”, le comunicaron por radio mientras trabajaba en el barco. Saltó del mismo y echó a nadar, por supuesto llegó corriendo a su casa.
“Yo no lo sabía, pero estaba destinada a ser tu mama”. “¿Cuál es mi destino mamá?”. Eso lo tendrás que buscar por ti mismo. La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te vas a encontrar. Mamá siempre me explicaba las cosas de forma que yo las entendiera.
Mamá decía que el hombre sólo necesita un poco de dinero para vivir, el resto es para presumir…….y repartió su fortuna. Gracias a esto podía cortar la hierba del parque gratis.
Su gran amor
“Era lo más hermoso que había visto en mi vida. Era un ángel”. “Era mi muy mejor amiga….mi única amiga”.
“Yo siempre he querido ser tu novio”.
Fue violento una sola vez: cuando el novio de Jenny la maltrató. “El no debería pegarte Jenny”.
“Fue una noche especial para los dos. Ojalá no se hubiera acabado nunca.”
“Pensaba en Jenny a todas horas”.
“Nunca había puesto nombre a un barco, pero sólo podía ponerle un nombre: el nombre más bonito del mundo entero.”
“No sabía nada de Jenny desde hacía mucho tiempo pero esperaba que, hiciera lo que hiciera, fuera feliz”
“Y entonces, apareció”. Hola Jenny….y no hizo falta más.
“Era estupendo tenerla en casa”.
“Cada día yo cogía flores bonitas y las ponía en su habitación”.
“¿Quieres casarte conmigo?. Sería un buen marido Jenny”.
“YO NO SOY MUY LISTO, PERO SÉ LO QUE ES EL AMOR”. Y esa misma noche hizo el amor por primera y única vez en su vida.
“Te fuiste un sábado por la mañana. Te hice enterrar aquí, junto a nuestro árbol. Mamá siempre decía que la muerte era parte de la vida. Ojala no lo fuera.”
Ante su tumba le dijo: “Te echo de menos. Si necesitas algo, yo no estaré lejos”.
Su hijo
“Eres una mama, Jenny”.
“Se llama Forest.”
“¡¡¡Como yo¡¡¡”
“Tu eres su padre.”
“Es lo más hermoso que he visto, pero ¿es listo o es…?”.
Se acercó al niño, se sentó junto a él y se puso a ver la tele…..con su hijo.
Tras la muerte de Jenny, sólo le queda amar a su hijo. Le lleva a la parada del autobús y, tras decirle: “sabes que te quiero”, se sienta, queda petrificado, pierde la mirada mientras vuela una pluma mecida por el viento. El estará allí todo el día. No tiene nada más que hacer que esperar a que vuelva su amor, el amor en forma de hijo.
domingo, 29 de marzo de 2009
miércoles, 11 de marzo de 2009
¿Alguién quiere hablar de esto?
Me permito copiar íntegramente la última entrada de Eduard Punset. Consigue una de las cosas que más admiro: en pocas palabras expone los principales problemas políticos a los que nos enfrentamos. Espero que os guste.
He bajado más tiempo del previsto de mi nube y me gustaría aprovecharlo para saber qué piensan los que piensan conmigo; en especial, los que tendrían ahora la edad de Cristo de haber nacido cuando se inició la transición a la democracia. ¿Nos equivocamos los que teníamos uso de razón entonces? ¿O sin habernos equivocado el tiempo ha convertido aciertos en rémoras?
Primero. La necesidad de reflotar a los partidos políticos nos hizo optar por un sistema que ha conferido un poder excesivo a sus órganos directivos. La única manera de devolver el poder a los ciudadanos es cambiando el sistema electoral para que se elijan a personas que pertenecen a partidos políticos en lugar de a partidos políticos que deciden las personas que nos gustan.
Segundo. Nos ha seguido marcando demasiado nuestro pasado en política exterior. La influencia de la vecindad con los países árabes y de amistad histórica con los países latinoamericanos nos ha impedido profundizar la relación con la primera potencia científica y tecnológica del mundo: EEUU.
Tercero. La descentralización del poder central mediante el establecimiento del sistema autonómico debió haber quitado bazas y justificación a los partidos nacionalistas con ánimo disgregador. ¿Se consiguió el objetivo anhelado?
Cuarto. Acercar el poder de decisión al pueblo mediante la soberanía y elecciones municipales se ha hecho de una manera, en cambio, que ha constituido una fuente constante de corrupción a nivel local. La distribución de la estructura financiera entre Estado, autonomía y municipios, seguramente no es correcta.
Quinto. Si se excluye la devolución de la soberanía popular y la apertura al exterior –que no es poco-, no se ha hecho nada serio para adecuar los sistemas educativos a la modernidad. Lo poco que se está haciendo es el fruto del esfuerzo de la sociedad civil al margen de los gobiernos.
Sexto. La universalización necesaria de las prestaciones sociales ha mermado su calidad y reconocimiento por parte de la sociedad civil: educación, sanidad, ocio, protección civil y seguridad. Tarde o temprano habrá que buscar nuevas y originales formas de fortalecer el Estado del Bienestar.
Séptimo. Ni el Estado ni la sociedad civil han hecho todo lo necesario para sentar las bases de la incorporación de la mujer a los procesos de producción. El actual sistema está profundamente desequilibrado, sin apenas compensación para las mujeres con hijos que trabajan y menos todavía para las mujeres con hijos que no trabajan.
He bajado más tiempo del previsto de mi nube y me gustaría aprovecharlo para saber qué piensan los que piensan conmigo; en especial, los que tendrían ahora la edad de Cristo de haber nacido cuando se inició la transición a la democracia. ¿Nos equivocamos los que teníamos uso de razón entonces? ¿O sin habernos equivocado el tiempo ha convertido aciertos en rémoras?
Primero. La necesidad de reflotar a los partidos políticos nos hizo optar por un sistema que ha conferido un poder excesivo a sus órganos directivos. La única manera de devolver el poder a los ciudadanos es cambiando el sistema electoral para que se elijan a personas que pertenecen a partidos políticos en lugar de a partidos políticos que deciden las personas que nos gustan.
Segundo. Nos ha seguido marcando demasiado nuestro pasado en política exterior. La influencia de la vecindad con los países árabes y de amistad histórica con los países latinoamericanos nos ha impedido profundizar la relación con la primera potencia científica y tecnológica del mundo: EEUU.
Tercero. La descentralización del poder central mediante el establecimiento del sistema autonómico debió haber quitado bazas y justificación a los partidos nacionalistas con ánimo disgregador. ¿Se consiguió el objetivo anhelado?
Cuarto. Acercar el poder de decisión al pueblo mediante la soberanía y elecciones municipales se ha hecho de una manera, en cambio, que ha constituido una fuente constante de corrupción a nivel local. La distribución de la estructura financiera entre Estado, autonomía y municipios, seguramente no es correcta.
Quinto. Si se excluye la devolución de la soberanía popular y la apertura al exterior –que no es poco-, no se ha hecho nada serio para adecuar los sistemas educativos a la modernidad. Lo poco que se está haciendo es el fruto del esfuerzo de la sociedad civil al margen de los gobiernos.
Sexto. La universalización necesaria de las prestaciones sociales ha mermado su calidad y reconocimiento por parte de la sociedad civil: educación, sanidad, ocio, protección civil y seguridad. Tarde o temprano habrá que buscar nuevas y originales formas de fortalecer el Estado del Bienestar.
Séptimo. Ni el Estado ni la sociedad civil han hecho todo lo necesario para sentar las bases de la incorporación de la mujer a los procesos de producción. El actual sistema está profundamente desequilibrado, sin apenas compensación para las mujeres con hijos que trabajan y menos todavía para las mujeres con hijos que no trabajan.
lunes, 9 de marzo de 2009
Seguridad Social
El sistema sanitario público español es una auténtica joya, fruto del trabajo y la previsión de muchos. Con todos sus grandes defectos, es un modelo a seguir para cualquier país que quiera hacer del estado de bienestar, el centro de la actividad social.
Curiosamente, fue durante el régimen de Franco en donde se pusieron los cimientos de la Seguridad Social. Los sucesivos gobiernos democráticos, con sus luces y sombras, han profundizado y mejorado esta forma de protección social. Si hay algún punto en que la inmensa mayoría de los españoles estamos de acuerdo, es en el mantenimiento y mejora de esta herencia.
La base fundamental del sistema de salud es la universalidad de las prestaciones. Tener la tranquilidad de que, en caso de una enfermedad grave, cualquier español puede tener garantías de una asistencia sanitaria de primer orden, no tiene precio…..aunque sí que lo tiene, pero a eso iremos más tarde.
Cuando he dicho calidad de primer orden, sé de lo que hablo. Nuestra Sanidad es capaz de ofrecer lo mejor y lo último, a un nivel técnico y humano que nada tiene que envidiar a los mejores hospitales norteamericanos. Nuestros médicos son realmente buenos y muy preparados. Nuestros enfermeros posiblemente sean los mejores del mundo, y no es una exageración. Miles de médicos y enfermeros españoles, que están trabajando en Suecia, Reino Unido, Portugal o Francia asombran en aquellos países por su profesionalidad y humanidad. De hecho, cada año, son solicitados miles de compatriotas para que se vayan a trabajar a estos y otros países. No hay médico que vaya a USA a perfeccionar alguna técnica que no reciba ofertas muy jugosas para quedarse.
Pues bien, tenemos el dinero, tenemos a los profesionales adecuados (he hablado de médicos y enfermeros, pero puedo incluir a cualquiera de las profesiones sanitarias que trabajan en cualquier centro), tenemos las posibilidades de formación seria para los nuevos titulados, tenemos la convicción de toda nuestra sociedad de que esta forma de actuación es la correcta, sin embargo, veo nubarrones en el horizonte.
Problemas
El gasto sanitario se ha disparado hasta unas cotas imposibles de mantener a largo plazo. La burocratización progresiva del sistema, la inflexibilidad en la organización, la asunción de mayores competencias, el aumento incontrolado de usuarios (cada vez es más frecuente asistir a marroquíes no residentes en España que sólo acuden a nuestro país como turistas para encontrar asistencia sanitaria gratuita) y, por encima de todos ellos, el imparable aumento del gasto farmacéutico, hacen de nuestro sistema nacional de salud un gigante con pies de barro. Soluciones hay, ¿pero estamos dispuestos a asumirlas?
Origen de los problemas
1. Derivados del mal uso de los servicios. Como he hablado en la entrada previa, del uso de los servicios de salud se ha pasado al abuso de los mismos. La Sanidad ha pasado de cuidar de personas enfermas a hacerse cargo de todo tipo de problemas que poco tienen que ver con la medicina. Muchos problemas puramente sociales o psicológicos han pasado al ámbito de la Sanidad, donde no estamos preparados para esta problemática, por lo que los resultados que obtenemos son malos y caros. Sabemos tratar la Tuberculosis o el SIDA del drogadicto, pero no sabemos qué hacer con un drogadicto. Podemos curar la puñalada recibida por una mujer por parte de su marido, pero sólo llegamos hasta ahí. La profunda tristeza y la indefensión de esta mujer no requiere tanto de un psiquiatra sino de otros tipos de ayuda. Curar las infecciones del que vive debajo de un puente son nuestra especialidad, pero de nada sirve curarlo si, al darle de alta, le devolvemos al mismo puente. Los trabajadores sociales y otros profesionales tienen mucho más que decir en estos casos que los trabajadores de la salud, que se han preparado para otras lides.
2. Abuso por parte de los usuarios. Corre un chiste que es absolutamente cierto: en la sala de espera del médico se reúnen las mismas personas todos los días. Un día no acude Mari Pili y las otras se preguntan extrañadas: ¡¡¡qué raro que Mari Pili no haya venido hoy¡¡¡. A lo que les responde la más enterada: es que hoy no ha venido al médico porque está enferma. Pues sucede, aunque parezca extraño. Las consultas médicas se han llenado de personas sanas con problemas nimios que no precisan de ningún tipo de actuación médica. Un catarro, salvo excepciones, sólo requiere de abundante agua. Una gripe, con leche calentita, agua abundante, cama y algún antitérmico suave dura lo mismo y da las mismas molestias que con el mejor tratamiento prescrito por el mejor infectólogo del mundo (que si es el mejor del mundo le mandará leche caliente, agua, cama y paracetamol). Si me he dado un golpe en el brazo y me molesta durante unos días, no hay que acudir a Urgencias de Traumatología a que me digan lo que ya sé. No busquemos la salud en el Hospital o en el Centro de Salud, sino en el sentido común, el ejercicio y en llevar una vida sana.
3. Abuso por parte de las asociaciones de pacientes. Las asociaciones de pacientes, en ocasiones, más que una labor de información o de concienciación, lo que intentan es una presión directa sobre el gobierno para beneficio de sus propios intereses. Buscan estos beneficios, mediante la victimización (llegan a exagerar hasta límites insospechados la enfermedad de la que se trate), la exageración (suelen abultar las cifras de afectados hasta límites increíbles) y la desinformación(son las primeras en hacerse ecos de los supuestos avances que gentilmente les han cedido las farmacéuticas para conseguir vender un determinado medicamento, generalmente mucho más caro que el que hay pero igual de eficaz). Por supuesto que no todas funcionan de esta manera y hay múltiples ejemplos de asociaciones ejemplares.
4. Abuso por parte de los profesionales. Una mala preparación o simplemente una dejadez imperdonable, multiplica el gasto innecesario. Para algunos profesionales es más fácil tirar de receta que de consejos adecuados, mucho más baratos y, sobre todo, mucho más eficaces. Hemos acostumbrado al personal a que todo tiene solución con la pastillita adecuada y el usuario está encantado con esta solución, más fácil y cómoda, pero demasiado costosa en dinero y en efectos indeseados. A veces se debe a falta de tiempo, en otras ocasiones, muchos compañeros creen en lo que hacen cuando tratan con medicamentos un colesterol de 200 o una fiebre claramente viral con antibióticos. Pero también está el que lo hace a sabiendas tras recibir regalos de un laboratorio farmacéutico. En un caso por haber descuidado la formación y en otro como simple y pura estafa, en ambos hay una clara responsabilidad.
5. Abuso de las farmacéuticas. Este punto da para una y cien entradas. Las empresas farmacéuticas sólo buscan el beneficio económico. Muchas lo consiguen mediante un trabajo honesto, científico y riguroso y contra esto no tengo nada que objetar: se beneficia el empresario y se beneficia la sociedad entera. Pero otras consiguen abultados negocios haciendo auténticas barrabasadas, como la creación de nuevas enfermedades, creando necesidades aprovechándose de la ignorancia de la gente en temas científicos. Para que os hagáis una idea del gasto farmacéutico en España y su constante subida, según las cifras oficiales, en 1990 el gasto fue de 2.524.250.840 euros (el 0.51% del PIB) y en 2008 11.960.488.108 euros (casi el 1% del PIB) con una subida en 18 años de 473.82 %. Claramente insostenible a largo plazo.
6. Abuso de los medios de comunicación. Son los primeros en hacerles el juego a la gran industria de la salud propagando a los cuatro vientos los “interesantes” descubrimientos sobre nuevas enfermedades y nuevos medicamentos que no sirven para nada. El mensajero, en este caso, tiene una enorme responsabilidad, pues los que publican este tipo de noticias no suelen tener una mínima preparación que les haga capaces de distinguir el grano de la paja. Si quieren publicar artículos de salud, que acudan a expertos en el tema que sean capaces de criticar el artículo en cuestión.
7. Abuso por parte de los políticos. Saben lo que está pasando y, si no lo saben, no sé si es peor. Cortar todos estos abusos sé que tendría un coste muy alto para cualquier político honrado que acometa un cambio, pero es absolutamente imprescindible si queremos salvar nuestro sistema.
8. El buenismo de buena parte de la sociedad. Cualquier persona que acuda a nuestro país, tiene los mismos derechos a usar los servicios sanitarios que los españoles. Por poneros un ejemplo que vivo en primera persona. La unidad de hemofilia de mi Hospital lleva a aproximadamente 300 pacientes con esta enfermedad. El tratamiento con factor es carísimo y se estima en unos 50 millones de pesetas por paciente y año. Gracias a esta medicación los hemofílicos pueden hacer una vida absolutamente normal. Pues en los últimos años ya llevamos contabilizados 30 niños marroquíes que acuden cada tres meses como turistas con sus padres para acudir a la Unidad a recoger el factor. Estos 30 niños nos cuestan a todos 1.500 millones de pesetas cada año. Pero la cosa no va a menos, sino que están aumentando de una forma increíble. Estimamos que dentro de dos años, al ritmo actual, nos haremos cargo de 100 niños….Sólo contando con marroquíes, porque esto se ha ido extendiendo y no nos extrañaría que en menos de 10 años llegasen a ser 1000 niños del Magreb, pues los médicos marroquíes ya se han empezado a enterar de nuestra generosidad y cada vez informaran a más familias sobre el maravilloso tratamiento que regalamos en Sevilla. Osea, según las estimaciones que se han hecho por los economistas del Hospital, dentro de 10 años, y sólo con marroquíes, anualmente tendremos que gastar 50.000 millones de pesetas para tratar a estos 1000 hemofílicos. Todo el presupuesto del tercer Hospital más grande de España se irá en el tratamiento de estos críos. Pero tranquilos, que todavía nos queda ayudar a los niños hemofílicos rusos, argelinos, polacos, egipcios, etc. ¿Hasta cuándo sostendremos lo insostenible?.
La próxima entrada será sobre las posibles soluciones que se me ocurren, pero me encantaría oíros a vosotros.
Curiosamente, fue durante el régimen de Franco en donde se pusieron los cimientos de la Seguridad Social. Los sucesivos gobiernos democráticos, con sus luces y sombras, han profundizado y mejorado esta forma de protección social. Si hay algún punto en que la inmensa mayoría de los españoles estamos de acuerdo, es en el mantenimiento y mejora de esta herencia.
La base fundamental del sistema de salud es la universalidad de las prestaciones. Tener la tranquilidad de que, en caso de una enfermedad grave, cualquier español puede tener garantías de una asistencia sanitaria de primer orden, no tiene precio…..aunque sí que lo tiene, pero a eso iremos más tarde.
Cuando he dicho calidad de primer orden, sé de lo que hablo. Nuestra Sanidad es capaz de ofrecer lo mejor y lo último, a un nivel técnico y humano que nada tiene que envidiar a los mejores hospitales norteamericanos. Nuestros médicos son realmente buenos y muy preparados. Nuestros enfermeros posiblemente sean los mejores del mundo, y no es una exageración. Miles de médicos y enfermeros españoles, que están trabajando en Suecia, Reino Unido, Portugal o Francia asombran en aquellos países por su profesionalidad y humanidad. De hecho, cada año, son solicitados miles de compatriotas para que se vayan a trabajar a estos y otros países. No hay médico que vaya a USA a perfeccionar alguna técnica que no reciba ofertas muy jugosas para quedarse.
Pues bien, tenemos el dinero, tenemos a los profesionales adecuados (he hablado de médicos y enfermeros, pero puedo incluir a cualquiera de las profesiones sanitarias que trabajan en cualquier centro), tenemos las posibilidades de formación seria para los nuevos titulados, tenemos la convicción de toda nuestra sociedad de que esta forma de actuación es la correcta, sin embargo, veo nubarrones en el horizonte.
Problemas
El gasto sanitario se ha disparado hasta unas cotas imposibles de mantener a largo plazo. La burocratización progresiva del sistema, la inflexibilidad en la organización, la asunción de mayores competencias, el aumento incontrolado de usuarios (cada vez es más frecuente asistir a marroquíes no residentes en España que sólo acuden a nuestro país como turistas para encontrar asistencia sanitaria gratuita) y, por encima de todos ellos, el imparable aumento del gasto farmacéutico, hacen de nuestro sistema nacional de salud un gigante con pies de barro. Soluciones hay, ¿pero estamos dispuestos a asumirlas?
Origen de los problemas
1. Derivados del mal uso de los servicios. Como he hablado en la entrada previa, del uso de los servicios de salud se ha pasado al abuso de los mismos. La Sanidad ha pasado de cuidar de personas enfermas a hacerse cargo de todo tipo de problemas que poco tienen que ver con la medicina. Muchos problemas puramente sociales o psicológicos han pasado al ámbito de la Sanidad, donde no estamos preparados para esta problemática, por lo que los resultados que obtenemos son malos y caros. Sabemos tratar la Tuberculosis o el SIDA del drogadicto, pero no sabemos qué hacer con un drogadicto. Podemos curar la puñalada recibida por una mujer por parte de su marido, pero sólo llegamos hasta ahí. La profunda tristeza y la indefensión de esta mujer no requiere tanto de un psiquiatra sino de otros tipos de ayuda. Curar las infecciones del que vive debajo de un puente son nuestra especialidad, pero de nada sirve curarlo si, al darle de alta, le devolvemos al mismo puente. Los trabajadores sociales y otros profesionales tienen mucho más que decir en estos casos que los trabajadores de la salud, que se han preparado para otras lides.
2. Abuso por parte de los usuarios. Corre un chiste que es absolutamente cierto: en la sala de espera del médico se reúnen las mismas personas todos los días. Un día no acude Mari Pili y las otras se preguntan extrañadas: ¡¡¡qué raro que Mari Pili no haya venido hoy¡¡¡. A lo que les responde la más enterada: es que hoy no ha venido al médico porque está enferma. Pues sucede, aunque parezca extraño. Las consultas médicas se han llenado de personas sanas con problemas nimios que no precisan de ningún tipo de actuación médica. Un catarro, salvo excepciones, sólo requiere de abundante agua. Una gripe, con leche calentita, agua abundante, cama y algún antitérmico suave dura lo mismo y da las mismas molestias que con el mejor tratamiento prescrito por el mejor infectólogo del mundo (que si es el mejor del mundo le mandará leche caliente, agua, cama y paracetamol). Si me he dado un golpe en el brazo y me molesta durante unos días, no hay que acudir a Urgencias de Traumatología a que me digan lo que ya sé. No busquemos la salud en el Hospital o en el Centro de Salud, sino en el sentido común, el ejercicio y en llevar una vida sana.
3. Abuso por parte de las asociaciones de pacientes. Las asociaciones de pacientes, en ocasiones, más que una labor de información o de concienciación, lo que intentan es una presión directa sobre el gobierno para beneficio de sus propios intereses. Buscan estos beneficios, mediante la victimización (llegan a exagerar hasta límites insospechados la enfermedad de la que se trate), la exageración (suelen abultar las cifras de afectados hasta límites increíbles) y la desinformación(son las primeras en hacerse ecos de los supuestos avances que gentilmente les han cedido las farmacéuticas para conseguir vender un determinado medicamento, generalmente mucho más caro que el que hay pero igual de eficaz). Por supuesto que no todas funcionan de esta manera y hay múltiples ejemplos de asociaciones ejemplares.
4. Abuso por parte de los profesionales. Una mala preparación o simplemente una dejadez imperdonable, multiplica el gasto innecesario. Para algunos profesionales es más fácil tirar de receta que de consejos adecuados, mucho más baratos y, sobre todo, mucho más eficaces. Hemos acostumbrado al personal a que todo tiene solución con la pastillita adecuada y el usuario está encantado con esta solución, más fácil y cómoda, pero demasiado costosa en dinero y en efectos indeseados. A veces se debe a falta de tiempo, en otras ocasiones, muchos compañeros creen en lo que hacen cuando tratan con medicamentos un colesterol de 200 o una fiebre claramente viral con antibióticos. Pero también está el que lo hace a sabiendas tras recibir regalos de un laboratorio farmacéutico. En un caso por haber descuidado la formación y en otro como simple y pura estafa, en ambos hay una clara responsabilidad.
5. Abuso de las farmacéuticas. Este punto da para una y cien entradas. Las empresas farmacéuticas sólo buscan el beneficio económico. Muchas lo consiguen mediante un trabajo honesto, científico y riguroso y contra esto no tengo nada que objetar: se beneficia el empresario y se beneficia la sociedad entera. Pero otras consiguen abultados negocios haciendo auténticas barrabasadas, como la creación de nuevas enfermedades, creando necesidades aprovechándose de la ignorancia de la gente en temas científicos. Para que os hagáis una idea del gasto farmacéutico en España y su constante subida, según las cifras oficiales, en 1990 el gasto fue de 2.524.250.840 euros (el 0.51% del PIB) y en 2008 11.960.488.108 euros (casi el 1% del PIB) con una subida en 18 años de 473.82 %. Claramente insostenible a largo plazo.
6. Abuso de los medios de comunicación. Son los primeros en hacerles el juego a la gran industria de la salud propagando a los cuatro vientos los “interesantes” descubrimientos sobre nuevas enfermedades y nuevos medicamentos que no sirven para nada. El mensajero, en este caso, tiene una enorme responsabilidad, pues los que publican este tipo de noticias no suelen tener una mínima preparación que les haga capaces de distinguir el grano de la paja. Si quieren publicar artículos de salud, que acudan a expertos en el tema que sean capaces de criticar el artículo en cuestión.
7. Abuso por parte de los políticos. Saben lo que está pasando y, si no lo saben, no sé si es peor. Cortar todos estos abusos sé que tendría un coste muy alto para cualquier político honrado que acometa un cambio, pero es absolutamente imprescindible si queremos salvar nuestro sistema.
8. El buenismo de buena parte de la sociedad. Cualquier persona que acuda a nuestro país, tiene los mismos derechos a usar los servicios sanitarios que los españoles. Por poneros un ejemplo que vivo en primera persona. La unidad de hemofilia de mi Hospital lleva a aproximadamente 300 pacientes con esta enfermedad. El tratamiento con factor es carísimo y se estima en unos 50 millones de pesetas por paciente y año. Gracias a esta medicación los hemofílicos pueden hacer una vida absolutamente normal. Pues en los últimos años ya llevamos contabilizados 30 niños marroquíes que acuden cada tres meses como turistas con sus padres para acudir a la Unidad a recoger el factor. Estos 30 niños nos cuestan a todos 1.500 millones de pesetas cada año. Pero la cosa no va a menos, sino que están aumentando de una forma increíble. Estimamos que dentro de dos años, al ritmo actual, nos haremos cargo de 100 niños….Sólo contando con marroquíes, porque esto se ha ido extendiendo y no nos extrañaría que en menos de 10 años llegasen a ser 1000 niños del Magreb, pues los médicos marroquíes ya se han empezado a enterar de nuestra generosidad y cada vez informaran a más familias sobre el maravilloso tratamiento que regalamos en Sevilla. Osea, según las estimaciones que se han hecho por los economistas del Hospital, dentro de 10 años, y sólo con marroquíes, anualmente tendremos que gastar 50.000 millones de pesetas para tratar a estos 1000 hemofílicos. Todo el presupuesto del tercer Hospital más grande de España se irá en el tratamiento de estos críos. Pero tranquilos, que todavía nos queda ayudar a los niños hemofílicos rusos, argelinos, polacos, egipcios, etc. ¿Hasta cuándo sostendremos lo insostenible?.
La próxima entrada será sobre las posibles soluciones que se me ocurren, pero me encantaría oíros a vosotros.
sábado, 7 de marzo de 2009
Mi salud ya no me pertenece
Mi salud ya no me pertenece, es de mi médico de cabecera o de mi especialista.
La medicina da respuestas para todo y soluciones para casi todo. Hay una pastillita para cada problema.
El dolor siempre es malo.
Yo no tengo que hacer nada para conservar mi estado de salud en las mejores condiciones posibles.
Una Resonancia Magnética Nuclear lo diagnostica todo.
Ante cualquier problema, acuda a su médico.
Estas y otras muchas afirmaciones similares están medicalizando nuestra sociedad. Muchos problemas puramente sociales se están convirtiendo en patologías médicas. Del uso y la necesidad de la Medicina Pública se ha pasado al abuso de la misma. La tristeza ha muerto, viva la depresión. El violador no es un cabrón sino un enfermo. La drogadicción ha pasado de ser un problema puramente social a ser una patología más. Si estoy gordo es por culpa del endocrino que no me pone la dieta adecuada. Asesinas a alguien y no es un acto criminal, que va, has tenido un simple transtorno mental transitorio. Si tienes muchos miedos padeces de ansiedad.
Tranquilos, que la medicina lo soluciona todo. Tenemos ansiolíticos para los miedos, antidepresivos si se le muere un hijo, terapias cognitivas para que el asesino ya no tenga más transtornos transitorios, antiarrítmicos para el cocainómano y antiinflamatorios si le duele el cuello con 80 años. Tenemos todo tipo de pastillitas, capsulitas, supositorios, inyecciones y operaciones para que le sea comodísimo estar sano sin que usted tenga que hacer nada.
¿Adelgazar pasando hambre y haciendo ejercicio?....¡¡¡¡habráse visto¡¡¡¡, ¿para eso pago la seguridad social?: usted déme una pastillita o una dieta milagro y hágame perder 20 kilos. Que tengo gripe, de eso nada, no me puedo meter en cama: muchas pastillas para que la gripe no la sienta.
¿Que tengo que ponerme un preservativo para no contraer una enfermedad venérea?: oiga usted, que yo pago mis impuestos para follar como quiera. Si la pillo, es que me he puesto malo. Usted me pone el antibiótico y me cura.
Causas
1. No hemos vuelto intolerantes al dolor y al sufrimiento. Precisamente esa falta de tolerancia a algo que es inherente a la propia vida, nos hace padecer más dolor y nos hace sufrir más. Esto no significa que debamos ser unos sufridores. El sufrimiento y el dolor inútiles hay que combatirlos, pero hasta cierto límite y no haciendo de la falta de molestias el eje de nuestra vida. Demasiadas veces, una pequeña molestia acarrea menos problemas que el tratamiento que la hace desaparecer o mitigar.
2. No nos responsabilizamos de nuestra salud. En vez de ello, cargamos con nuestras enfermedades a la Medicina. Pero resulta que los tratamientos siempre conllevan riesgos y no siempre se obtienen resultados óptimos. El mejor tratamiento que existe para una enfermedad es no tenerla. Parece obvio pero, visto lo visto, esta obviedad hay que recordarla. Todos los problemas que conlleva la obesidad se evitarían si nos responsabilizáramos de hacer una dieta correcta. Muchos de los dolores que acarrean una buena parte de las enfermedades reumáticas no existirían, si hacemos del ejercicio físico habitual nuestra forma de vida. El único tratamiento realmente eficaz y sin ningún efecto adverso para el cáncer de pulmón es.....no fumar, o sea, no llegar a padecerlo. Y así podríamos seguir hasta el infinito.
3. Cuando para conservar la salud te bombardean desde todos los medios de comunicación con las 1000 medidas que hay que tomar.....al final no tomas ninguna, sencillamente porque el día sólo tiene 24 horas y no darían para hacer todo lo que hay que hacer para estar sano. Pero es mucho más simple que todo esto. Dejémonos de los miles de consejos, todos ellos bien intencionados, y tomemos sólo tres: coma bien (que no mucho), haga ejercicio y evite los tóxicos (tabaco, alcohol en exceso y drogas). Siguiendo sólo estos tres consejos habremos evitado o paliado el 80 % de las enfermedades.
4. Los médicos tenemos buena parte de culpa de la medicalización. Al fin y al cabo, nosotros somos los principales beneficiarios de que la gente acuda a nuestras consultas. No nos conformamos con las enfermedades de verdad sino que incluso nos inventamos situaciones para “enganchar” a nuevos clientes con “enfermedades” que son poco menos que imaginarias o bien procedemos a etiquetar como enfermedad lo que no es más que un problema social.
5. Las empresas farmacéuticas son las más poderosas y con más beneficios del mundo. Hasta ahí estaría bien si esos beneficios se obtuvieran a través de una lucha efectiva contra la enfermedad, mediante la investigación. Y esto sucede en algunas compañías pero, demasiado a menudo, se dedican a inventar nuevas enfermedades o simplemente a hacer “nuevos medicamentos” que no son más que copias de anteriores en los que ha caducado la patente pero mucho más caros.
Enfermedades inventadas
Algunos ejemplos de enfermedades inventadas, con su correspondiente tratamiento, son las siguientes
1. El duelo. Ya no es algo normal en la vida. Es una patología que hay que tratar con “magníficos medicamentos” que llenan las arcas de las farmacéuticas. La tristeza ha muerto: viva la depresión.
2. La menopausia ya no es un estado natural de la mujer. Es una patología que hay que combatir.
3. El colesterol: nos lo venden como enfermedad, pero sólo es un factor de riesgo. Además, los límites para considerar unos valores normales de colesterol se van bajando, con lo que cada vez más personas “padecen” de esta “terrible enfermedad” y, por consiguiente, cada vez más clientes necesitan de los servicios de la industria farmacéutica. Hoy en día es patológico tener más de 200, (si se pusiera la normalidad en 260 se quedarían con muchos menos clientes) cuando los riesgos reales dependen de otras circunstancias más importantes como el sedentarismo, obesidad, diabetes, tabaquismo, alimentación, etc.
4. La osteoporosis tampoco es una enfermedad sino un factor de riesgo. Todos los estudios realizados indican que existe osteoporosis,y con ello riesgo de tener en el futuro fracturas de cadera, con un valor de -2.5 en cadera. Pero esta cifra en cadera la tienen pocas personas. ¿Solución?: se mide también en columna lumbar, en donde es muy fácil alcanzar esta cifra mágica de -2.5, y ya tenemos millones de nuevos pacientes. En realidad, el riesgo en columna lumbar es ínfimo, y no es necesario ningún tipo de tratamiento medicamentoso. Es suficiente con un poco de ejercicio y una alimentación adecuada.
5. La timidez. ¿Pero no se han enterado?. ¡¡¡No existen los tímidos¡¡¡. En realidad son enfermos de “Fobia social”. Se encontraron algunos fármacos que desinhibían a los que lo tomaban, pero no había público para aplicarlos. ¿Qué hacemos?. La timidez no es un carácter o una consecuencia de unas vivencias sino una enfermedad gravísima que es necesario tratar…..con fármacos.
6. Hipertensión arterial. De nuevo nos encontramos con un factor de riesgo convertido en enfermedad. Si en vez de poner 16 como peligroso situamos el umbral en 14, el número de clientes que usarán pastillas se multiplicará por 100.
7. Niños hiperactivos. El verdadero trastorno por déficit de atención es una enfermedad rarísima que tiene un tratamiento bastante eficaz. Pero son tan pocos los niños con este trastorno, que hay que sumar muchos más “enfermos” a este perturbación. Niños aburridos, maltratados, superdotados, empotrados delante de la televisión durante horas, traviesos, con escaso afecto, son magníficos ejemplares para colocarles el diagnóstico y, con ello, la pastillita. Los padres se ponen contentísimos porque ya no son responsables, la farmacéutica también se alegra, porque tienen un nuevo cliente.
8. Disfunción eréctil. Volvemos al tema de una patología rara, que dispone de un tratamiento eficaz, pero al tener escasa clientela se magnifica el problema. Con 80 años se tiene que seguir en la brecha como si se tuvieran 20. Si estás agotado, con stress, preocupaciones, problemas y no tienes ganas de hacerlo todos los días y a todas horas……no es algo normal ni natural, no, padeces de disfunción eréctil y hay que tratarla con pastillitas. Hay causas orgánicas, como en algunos pacientes con diabetes, pero la mayoría son psicológicas y, desde este prisma, hay que contemplarlas.
9. Disfunción sexual femenina. Ya se disponen de magníficos parches de andrógenos para el tratamiento de esta “enfermedad” tan extendida en las mujeres. Caballeros, ya no se tienen que esforzar tanto. Señoras, ya no tienen que tener tantas jaquecas. La curación está….en un parche.
10. Andropausia. El envejecimiento no es natural ¿quién le ha dicho semejante sandez?. Hay que combatirlo con todas las armas a nuestro alcance.
11. Anorexia y trastornos de alimentación. De nuevo un problema real, que es rarísimo, y se ha magnificado hasta cotas increíbles tratándolo como una auténtica epidemia, de la que nos salvan los laboratorios con sus pastillas. Las cifras hablan de unas 2000-3000 anorexias verdaderas en España. Pero las asociaciones de pacientes y médicos, convenientemente asesorados por la industria farmacéutica, cifran en 500.000 los casos. Pues no, se tratan en la mayoría de los casos, de conductas adquiridas por problemas psicológicos o educacionales.ç
12. Síndrome postvacacional. Jajajajaja. No requiere de más explicación.
En el libro “Los inventores de enfermedades” nos da la clave sobre las distintas formas de crear enfermedades nuevas. Las resume en cinco:
1.-Los procesos normales de la vida como problemas médicos, ejemplo: la alopecia
2.- Los problemas personales y sociales como problemas médicos, ejemplo: la timidez como fobia social
3.- Los factores de riesgo como enfermedad, ejemplo: la osteoporosis
4.- Los síntomas poco frecuentes como epidemias de extraordinaria propagación, ejemplo: la disfunción eréctil
5.- Los síntomas leves como indicios de enfermedades más graves, ejemplo: síndrome de colon irritable.
A este estado de cosas se ha llegado con la plena complicidad de:
1. Médicos, que en la mayoría de casos, lo hacen pensando que están haciendo lo correcto. Si se le presentan datos sobre la peligrosidad de un nivel de colesterol de 200, pues a recetar se ha dicho. Para evitarlo, es indispensable una formación científica sólida pues, aprendiendo estadística, epidemiología y otras ramas del saber científico, se aprende a distinguir la paja del grano.
2. Todos nosotros: en nuestra sociedad se da cada vez con más frecuencia la gran comodidad que supone convertir situaciones vitales en enfermedades, con la consiguiente dejación de responsabilidades propias en manos de otros, como las farmacéuticas, que están encantadas de asumir esas “cargas”. Como apunta Domingo Orozco: los nuevos tiempos llevan consigo la necesidad de estar siempre en plenitud de facultades, "la sociedad manda el mensaje de que se debe aspirar a un estado de completo bienestar, algo que es utópico". Incluso la OMS ya no define a la salud como la ausencia de enfermedad, sino como una situación de bienestar físico, social y mental "por lo que, según esta interpretación, es muy difícil que una persona esté sana".
3. Farmacéuticas, que están encantadas de la dejación de la responsabilidad que cada uno tiene consigo mismo para mantener un buen estado de salud.
Pues la medicina además de curar a personas enfermas... quiere mejorar a las personas sanas, es decir a quitar esas pequeñas molestias que todo el mundo tiene y son normales, pero las farmacéuticas quieren convencernos de que no son signos de salud, y que si se pueden evitar ¿por qué no? sólo tienes que tomar una pastilla o un jarabe, ponerte un parche, o darte un masaje con un gel especial.
La medicina en la que creo intenta curar a personas enfermas, no quiere mejorar a las personas sanas. Las pequeñas molestias que todo el mundo tiene y son normales no son signo de falta de salud. Estamos más sanos de lo que nos hacen creer. El cuerpo humano es la máquina más perfecta que existe, que sabe regularse y que tiene también achaques. Es sobre esos achaques sobre los que hay que intervenir pero sin tocar esa regulación natural que tiene el cuerpo, sin intentar manipular los valores normales y medicarlos para que se ajusten a unos parámetros que se han inventado las farmacéuticas.
La medicina da respuestas para todo y soluciones para casi todo. Hay una pastillita para cada problema.
El dolor siempre es malo.
Yo no tengo que hacer nada para conservar mi estado de salud en las mejores condiciones posibles.
Una Resonancia Magnética Nuclear lo diagnostica todo.
Ante cualquier problema, acuda a su médico.
Estas y otras muchas afirmaciones similares están medicalizando nuestra sociedad. Muchos problemas puramente sociales se están convirtiendo en patologías médicas. Del uso y la necesidad de la Medicina Pública se ha pasado al abuso de la misma. La tristeza ha muerto, viva la depresión. El violador no es un cabrón sino un enfermo. La drogadicción ha pasado de ser un problema puramente social a ser una patología más. Si estoy gordo es por culpa del endocrino que no me pone la dieta adecuada. Asesinas a alguien y no es un acto criminal, que va, has tenido un simple transtorno mental transitorio. Si tienes muchos miedos padeces de ansiedad.
Tranquilos, que la medicina lo soluciona todo. Tenemos ansiolíticos para los miedos, antidepresivos si se le muere un hijo, terapias cognitivas para que el asesino ya no tenga más transtornos transitorios, antiarrítmicos para el cocainómano y antiinflamatorios si le duele el cuello con 80 años. Tenemos todo tipo de pastillitas, capsulitas, supositorios, inyecciones y operaciones para que le sea comodísimo estar sano sin que usted tenga que hacer nada.
¿Adelgazar pasando hambre y haciendo ejercicio?....¡¡¡¡habráse visto¡¡¡¡, ¿para eso pago la seguridad social?: usted déme una pastillita o una dieta milagro y hágame perder 20 kilos. Que tengo gripe, de eso nada, no me puedo meter en cama: muchas pastillas para que la gripe no la sienta.
¿Que tengo que ponerme un preservativo para no contraer una enfermedad venérea?: oiga usted, que yo pago mis impuestos para follar como quiera. Si la pillo, es que me he puesto malo. Usted me pone el antibiótico y me cura.
Causas
1. No hemos vuelto intolerantes al dolor y al sufrimiento. Precisamente esa falta de tolerancia a algo que es inherente a la propia vida, nos hace padecer más dolor y nos hace sufrir más. Esto no significa que debamos ser unos sufridores. El sufrimiento y el dolor inútiles hay que combatirlos, pero hasta cierto límite y no haciendo de la falta de molestias el eje de nuestra vida. Demasiadas veces, una pequeña molestia acarrea menos problemas que el tratamiento que la hace desaparecer o mitigar.
2. No nos responsabilizamos de nuestra salud. En vez de ello, cargamos con nuestras enfermedades a la Medicina. Pero resulta que los tratamientos siempre conllevan riesgos y no siempre se obtienen resultados óptimos. El mejor tratamiento que existe para una enfermedad es no tenerla. Parece obvio pero, visto lo visto, esta obviedad hay que recordarla. Todos los problemas que conlleva la obesidad se evitarían si nos responsabilizáramos de hacer una dieta correcta. Muchos de los dolores que acarrean una buena parte de las enfermedades reumáticas no existirían, si hacemos del ejercicio físico habitual nuestra forma de vida. El único tratamiento realmente eficaz y sin ningún efecto adverso para el cáncer de pulmón es.....no fumar, o sea, no llegar a padecerlo. Y así podríamos seguir hasta el infinito.
3. Cuando para conservar la salud te bombardean desde todos los medios de comunicación con las 1000 medidas que hay que tomar.....al final no tomas ninguna, sencillamente porque el día sólo tiene 24 horas y no darían para hacer todo lo que hay que hacer para estar sano. Pero es mucho más simple que todo esto. Dejémonos de los miles de consejos, todos ellos bien intencionados, y tomemos sólo tres: coma bien (que no mucho), haga ejercicio y evite los tóxicos (tabaco, alcohol en exceso y drogas). Siguiendo sólo estos tres consejos habremos evitado o paliado el 80 % de las enfermedades.
4. Los médicos tenemos buena parte de culpa de la medicalización. Al fin y al cabo, nosotros somos los principales beneficiarios de que la gente acuda a nuestras consultas. No nos conformamos con las enfermedades de verdad sino que incluso nos inventamos situaciones para “enganchar” a nuevos clientes con “enfermedades” que son poco menos que imaginarias o bien procedemos a etiquetar como enfermedad lo que no es más que un problema social.
5. Las empresas farmacéuticas son las más poderosas y con más beneficios del mundo. Hasta ahí estaría bien si esos beneficios se obtuvieran a través de una lucha efectiva contra la enfermedad, mediante la investigación. Y esto sucede en algunas compañías pero, demasiado a menudo, se dedican a inventar nuevas enfermedades o simplemente a hacer “nuevos medicamentos” que no son más que copias de anteriores en los que ha caducado la patente pero mucho más caros.
Enfermedades inventadas
Algunos ejemplos de enfermedades inventadas, con su correspondiente tratamiento, son las siguientes
1. El duelo. Ya no es algo normal en la vida. Es una patología que hay que tratar con “magníficos medicamentos” que llenan las arcas de las farmacéuticas. La tristeza ha muerto: viva la depresión.
2. La menopausia ya no es un estado natural de la mujer. Es una patología que hay que combatir.
3. El colesterol: nos lo venden como enfermedad, pero sólo es un factor de riesgo. Además, los límites para considerar unos valores normales de colesterol se van bajando, con lo que cada vez más personas “padecen” de esta “terrible enfermedad” y, por consiguiente, cada vez más clientes necesitan de los servicios de la industria farmacéutica. Hoy en día es patológico tener más de 200, (si se pusiera la normalidad en 260 se quedarían con muchos menos clientes) cuando los riesgos reales dependen de otras circunstancias más importantes como el sedentarismo, obesidad, diabetes, tabaquismo, alimentación, etc.
4. La osteoporosis tampoco es una enfermedad sino un factor de riesgo. Todos los estudios realizados indican que existe osteoporosis,y con ello riesgo de tener en el futuro fracturas de cadera, con un valor de -2.5 en cadera. Pero esta cifra en cadera la tienen pocas personas. ¿Solución?: se mide también en columna lumbar, en donde es muy fácil alcanzar esta cifra mágica de -2.5, y ya tenemos millones de nuevos pacientes. En realidad, el riesgo en columna lumbar es ínfimo, y no es necesario ningún tipo de tratamiento medicamentoso. Es suficiente con un poco de ejercicio y una alimentación adecuada.
5. La timidez. ¿Pero no se han enterado?. ¡¡¡No existen los tímidos¡¡¡. En realidad son enfermos de “Fobia social”. Se encontraron algunos fármacos que desinhibían a los que lo tomaban, pero no había público para aplicarlos. ¿Qué hacemos?. La timidez no es un carácter o una consecuencia de unas vivencias sino una enfermedad gravísima que es necesario tratar…..con fármacos.
6. Hipertensión arterial. De nuevo nos encontramos con un factor de riesgo convertido en enfermedad. Si en vez de poner 16 como peligroso situamos el umbral en 14, el número de clientes que usarán pastillas se multiplicará por 100.
7. Niños hiperactivos. El verdadero trastorno por déficit de atención es una enfermedad rarísima que tiene un tratamiento bastante eficaz. Pero son tan pocos los niños con este trastorno, que hay que sumar muchos más “enfermos” a este perturbación. Niños aburridos, maltratados, superdotados, empotrados delante de la televisión durante horas, traviesos, con escaso afecto, son magníficos ejemplares para colocarles el diagnóstico y, con ello, la pastillita. Los padres se ponen contentísimos porque ya no son responsables, la farmacéutica también se alegra, porque tienen un nuevo cliente.
8. Disfunción eréctil. Volvemos al tema de una patología rara, que dispone de un tratamiento eficaz, pero al tener escasa clientela se magnifica el problema. Con 80 años se tiene que seguir en la brecha como si se tuvieran 20. Si estás agotado, con stress, preocupaciones, problemas y no tienes ganas de hacerlo todos los días y a todas horas……no es algo normal ni natural, no, padeces de disfunción eréctil y hay que tratarla con pastillitas. Hay causas orgánicas, como en algunos pacientes con diabetes, pero la mayoría son psicológicas y, desde este prisma, hay que contemplarlas.
9. Disfunción sexual femenina. Ya se disponen de magníficos parches de andrógenos para el tratamiento de esta “enfermedad” tan extendida en las mujeres. Caballeros, ya no se tienen que esforzar tanto. Señoras, ya no tienen que tener tantas jaquecas. La curación está….en un parche.
10. Andropausia. El envejecimiento no es natural ¿quién le ha dicho semejante sandez?. Hay que combatirlo con todas las armas a nuestro alcance.
11. Anorexia y trastornos de alimentación. De nuevo un problema real, que es rarísimo, y se ha magnificado hasta cotas increíbles tratándolo como una auténtica epidemia, de la que nos salvan los laboratorios con sus pastillas. Las cifras hablan de unas 2000-3000 anorexias verdaderas en España. Pero las asociaciones de pacientes y médicos, convenientemente asesorados por la industria farmacéutica, cifran en 500.000 los casos. Pues no, se tratan en la mayoría de los casos, de conductas adquiridas por problemas psicológicos o educacionales.ç
12. Síndrome postvacacional. Jajajajaja. No requiere de más explicación.
En el libro “Los inventores de enfermedades” nos da la clave sobre las distintas formas de crear enfermedades nuevas. Las resume en cinco:
1.-Los procesos normales de la vida como problemas médicos, ejemplo: la alopecia
2.- Los problemas personales y sociales como problemas médicos, ejemplo: la timidez como fobia social
3.- Los factores de riesgo como enfermedad, ejemplo: la osteoporosis
4.- Los síntomas poco frecuentes como epidemias de extraordinaria propagación, ejemplo: la disfunción eréctil
5.- Los síntomas leves como indicios de enfermedades más graves, ejemplo: síndrome de colon irritable.
A este estado de cosas se ha llegado con la plena complicidad de:
1. Médicos, que en la mayoría de casos, lo hacen pensando que están haciendo lo correcto. Si se le presentan datos sobre la peligrosidad de un nivel de colesterol de 200, pues a recetar se ha dicho. Para evitarlo, es indispensable una formación científica sólida pues, aprendiendo estadística, epidemiología y otras ramas del saber científico, se aprende a distinguir la paja del grano.
2. Todos nosotros: en nuestra sociedad se da cada vez con más frecuencia la gran comodidad que supone convertir situaciones vitales en enfermedades, con la consiguiente dejación de responsabilidades propias en manos de otros, como las farmacéuticas, que están encantadas de asumir esas “cargas”. Como apunta Domingo Orozco: los nuevos tiempos llevan consigo la necesidad de estar siempre en plenitud de facultades, "la sociedad manda el mensaje de que se debe aspirar a un estado de completo bienestar, algo que es utópico". Incluso la OMS ya no define a la salud como la ausencia de enfermedad, sino como una situación de bienestar físico, social y mental "por lo que, según esta interpretación, es muy difícil que una persona esté sana".
3. Farmacéuticas, que están encantadas de la dejación de la responsabilidad que cada uno tiene consigo mismo para mantener un buen estado de salud.
Pues la medicina además de curar a personas enfermas... quiere mejorar a las personas sanas, es decir a quitar esas pequeñas molestias que todo el mundo tiene y son normales, pero las farmacéuticas quieren convencernos de que no son signos de salud, y que si se pueden evitar ¿por qué no? sólo tienes que tomar una pastilla o un jarabe, ponerte un parche, o darte un masaje con un gel especial.
La medicina en la que creo intenta curar a personas enfermas, no quiere mejorar a las personas sanas. Las pequeñas molestias que todo el mundo tiene y son normales no son signo de falta de salud. Estamos más sanos de lo que nos hacen creer. El cuerpo humano es la máquina más perfecta que existe, que sabe regularse y que tiene también achaques. Es sobre esos achaques sobre los que hay que intervenir pero sin tocar esa regulación natural que tiene el cuerpo, sin intentar manipular los valores normales y medicarlos para que se ajusten a unos parámetros que se han inventado las farmacéuticas.
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