sábado, 29 de mayo de 2010

La ideología que ata

Tener ideas propias, luchar por ideales, comprometerse con lo que crees, profundizar en nuestras emociones, es una magnífica forma de estar en el mundo.

La vida es cambiante, la realidad también. Por ello, las ideas no deberían ser inamovibles sino flexibles y siempre dispuestas a reconocer errores.

Pero hay personas que no tienen ideas (propias) sino ideologías, habitualmente tragadas sin pensamiento crítico de por medio. Se caracterizan por:

- No son realistas. Intentan adecuar la realidad a su ideología.

- Son dogmáticos.

- Tienen una dialéctica concreta que enmascara la falta de ideas propias con grandes frases de pancarta.

- No hay la más mínima autocrítica para su "tribu", que nunca se equivoca. Mientras que todo son críticas para los rivales, que jamás hacen nada bueno.

- Si los suyos cambian de opinión, se asume con naturalidad y se justifica con total impunidad. Lo que ayer era pésimo, porque era defendido por los contrarios, hoy es imprescindible, porque es apoyado por los propios.

- No leen para informarse, formarse o aprender. Sólo lo hacen para cargarse de razón.

- Cuando algo funciona bien es gracias a ellos. Si funciona mal es por lo mal que lo han hecho los oponentes o por la falta de apoyo de éstos.

Asumir una ideología de este tipo es apuntarse alegremente a la distorsión y al borreguismo.

13 comentarios:

Kaken dijo...

Me parece un análisis excelente, un tanto árido, pero excelente.
Conozco a algunas personas que cuadran con tu descripción, y a mí me resulta muy penoso.
Enhorabuena, muy buena (y difícil) entrada.
Un bes.

Juan dijo...

Muchas gracias Kaken. Quizás sea árido, pero es lo que tiene intentar ser lo más sintético posible.

Lal dijo...

Bravo, Juan. Lo has descrito perfectamente. Yo también conozco personas así, como muros, sordos a todo. Una verdadera pena.

Inés Valencia dijo...

He enlazado esta entrada desde mi FB, espero que no te moleste! si es así, solo dímelo, que la elimino ipso facto!

Juan dijo...

Muchas gracias Lal. En absoluto me molesta, muy al contrario, me encanta.

Un abrazo

Sra de Zafón dijo...

Hola Juan,

Mi vida de vaca me tiene apartada de mi prado ¡qué paradoja!
Del virtual, claro :-)

Te dejo un par de comentarios en tu entrada anterior, es que aún voy por ahí...
:-)
Volveré

Un beso

Rogorn dijo...

A ver, ejemplos. ¿De quién estamos hablando, jeje?

Sra de Zafón dijo...

Eso , eso , de quien estás hablando? :-)
Yo conozco a mucho ayatola.

Juan dijo...

Hablo de personas sin criterio personal, sino que sólo tienen criterio de ideología, y no necesariamente política. Ni siquiera tienen que ser extremistas.

Ejemplos concretos: ciertos religiosos, cierto tipo de feminazis, sindicalistas que sólo miran a través del ojo de la aguja de sus intereses, ultraliberales, gente de "partido", sea el que sea, en los que, hagan lo que hagan sus líderes, siempre encuentran la justificación adecuada para aplaudirlos y haga lo que haga el líder rival siempre encuentran la crítica, por muy bien que lo haya hecho.

Personas que, cualquier realidad que viven, la miran desde el prisma de su obsesión. Por poner un ejemplo:

La crisis económica actual es una buena excusa para que:

1. el talibán religioso diga que se debe a la falta de moral religiosa de la sociedad.

2. la feminazi la achaque al mundo machista que nos rodea.

3. el talibán sindical a la visión capitalista del empresario.

4. el talibán neoliberal, al excesivo intervencionismo del Estado (aunque éste lo tendría muy complicado).

5. el talibán del PSOE lo achacaría a la pésima política del PP durante los ocho años de su gobierno.

6. al talibán del PP, no hace falta más que escucharlos a diario.

Yo conozco a personas concretas de cada uno de estos seis ejemplos, aunque podría poner muchos más.

Un abrazo a ambos, Chusa y Ro

Lenka dijo...

Seguramente por eso jamás nunca he querido ser parte (con carnet, digamos) de un partido, credo ni de un puñetero equipo de fútbol. Por eso no pertenezco a club de fans, aunque admire a muchísima gente. Y no cuento el foro, porque no lo considero tal cosa (ya que podemos llevarnos la contraria con alegría).

Cuando era chavalina hasta me preocupaba un poco eso de "no encajar", no sentirme parte de "algo". Pero es que siempre (siempre!), por fascinante que me pareciera cualquier cosa, tema o idea, terminaba amoscada y decepcionada con el rollo del carnet, el decálogo, las normas, la falta total de autocrítica y el fundamentalismo. No soporto lo de no poder cuestionar las cosas. No puedo con eso. No soporto que un colectivo de (supuestos) cerebros pensantes tengan que estar de acuerdo rigurosamente en TODO, sin la menor pega, el menor matiz. No soporto el carnet, vaya. Ni el eslogan. Ni las siglas, el ideario, el himno, los mandamientos, los colores, el uniforme y la disciplina de partido. Todo eso me da alergia.

Hace ya tiempo que, al contrario que de chavalina, estoy encantada de la no pertenencia. Del entrar y salir de dónde me dé la gana. Del ideario propio y personal, ese que, además, también entiendo perfectamente flexible y mutable. No puedo entenderlo de otro modo. Cuestionar me parece síntoma de inteligencia, los porqués un signo de curiosidad, los cambios una señal de que se aprende y se avanza. De que se piensa, vamos. Y me gusta pensar, aunque sean chorradas muchas veces. Y preguntarme cosas, aunque no encuentre la respuesta. Uno de los hombres que considero más sabios fue aquel que dijo que no había que tener más maestro que uno mismo. Puede sonar soberbio, pero lo que pretendía era precisamente esto: no comulgues, no tragues, no hagas reverencias, no repitas lemas, no obedezcas, no sigas. No me sigas. Cuestióname. Cuestiónatelo todo y elige.

Al final me siento feliz de ser de esa gente (y somos muchos!) que pertenece, precisamente, a los que no pertenecemos.
Muy buena entrada, Juan!

Kaken dijo...

Joer, Lenka, ya lo has vuelto a hacer¡¡;-)
Has expresado muy bien lo que he vivido con respecto a este tema.
Es más, aun no estando de acuerdo en bastantes cuestiones puntuales en el foro, para mí está muy claro que piensas,y muy bien, por tí misma.
Un bes¡

Juan dijo...

Gracias Lenka.

Quizás la peor de las etiquetas sea la que nosotros mismos nos ponemos. Esa sí que nos impide ser más libres.

No encajar, no sentirte parte de algo. Exactamente eso mismo me pasaba a mí desde pequeño. Y me preocupaba mucho. Todo lo cuestionaba. A todo le encontraba defectos (y virtudes también). En mi adolescencia, que había una efervescencia política brutal en España, estuve un tiempo con el PCE, pero eran tantas las preguntas y dudas que planteaba, que me tuve que ir para que no me echaran. Los de izquierdas me tachaban de facha y los de derechas de rojo.

Ahora, cuando alguien intenta etiquetarme en cuestiones ideológicas, lo tiene muy complicado, porque no tengo ideología alguna, sino ideas. En tí intuyo algo muy similar.

Juan dijo...

Exacto Kaken.

No estoy de acuerdo con muchas ideas de Lenka o de Rogorn, pero inmediatamente te das cuenta que estás debatiendo con gente con ideas propias, que se las han pensado, trabajado.

Y curiosamente, a pesar de los debates que hemos tenido en muchos temas, en los que normalmente hemos estado en posiciones diferentes, siempre he pensado que nos parecemos muchísimo, que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.