sábado, 10 de octubre de 2015

Mundo binario: si o no

Tengo la impresión que cada vez hay más fanáticos que pretenden recortar la libertad individual. Los hay desde violentos hasta bienpensantes, pero hasta esos son peligrosos porque ponen en riesgo la libertad de los demás y el sentido democrático que debe presidir las relaciones. Y cuando hablo de sentido democrático no es precisamente que la mayoría imponga a la minoría su credo, sino que la mayoría respete a la minoría su singularidad y le deje espacio para desarrollarse y poder vivir sin culpabilidad. 

Hay leyes que, por la naturaleza de lo que trata, deben ser impositivas. No matar, no robar, debes pagar impuestos, etc. Después, dependiendo de quién gobierne, ya se modulará la gravedad de cada acción o cuantos impuestos debe pagar cada uno. 

Pero no debemos imponer nuestra moral a los demás mediante la ley o estaríamos ejerciendo una dictadura en que se vota cada cuatro años para machacar al rival. 

Ejemplos del si o no hay muchos, algunos afortunadamente ya desfasados:

Divorcio. Hubo un tiempo en que algunos pretendían imponer a todos que no nos podíamos equivocar de pareja y que teníamos que arrastrar una vida eterna de desamor o malos tratos porque su credo así lo decidía. Si nadie te obliga a divorciarte, ¿porque obligar a los demás a no poderlo hacer?.

Aborto. Yo he decidido que éticamente es negativo el aborto, así que no pienso abortar (si fuera mujer) ni practicar abortos (si fuera ginecólogo). Pero soy firme partidario de la libertad de abortar al que no piense como yo.

Tener hijos. Hay una campaña de intimidación contra la mujer que, libremente, decide no tener hijos. Este tipo de campañas, buscan culpabilizar a la que piensa de manera diferente tachándola de egoísta, vacía o obligarla a tener que dar múltiples explicaciones. Pero ojo, que también al contrario. Mujeres que tienen 5-6 hijos o más son tachadas de conejas etc. Hay pocas cosas tan personales como tener o no tener hijos. 

Lactancia natural o artificial. Partiendo de la base que hay evidencia científica de que la lactancia natural es mejor para el niño, ¿nadie se pone a pensar qué es lo mejor para la madre?. ¿Es necesario vilipendiar a la que, por los motivos que sean, se decide por la lactancia artificial?. De nuevo la búsqueda de la culpabilidad para quien no piensa como nosotros. 

Orientación sexual. A todos los de mi sexo nos tiene que gustar y nos tenemos que enamorar del personal del sexo contrario. Al que no sienta como yo hay que machacarlo, encarcelarlo e incluso aplicarle la pena de muerte. El amor es mucho más que un pene busque una vagina o viceversa, por Dios. 

Toros. Si te gustan los toros eres un asesino, criminal, no tienes alma, que estará enseñando a sus hijos, eres violento, hombre prehistórico y un larguísimo etc. Es tan simple como no acudir a una plaza de toros y de esta manera se terminarán los toros. Toda acción conlleva una reacción y precisamente esta falta de respeto por los taurinos está haciendo que una fiesta que languidecía se haya fortalecido. 

Animalismo. Una cosa es amar a los animales y otra muy distinta odiar a los que ven a los animales de manera diferente a estos fanáticos. Se sienten mejores que los demás y superiores moralmente cuanto más chillan e insultan a los que piensan distinto. Como sucede tantas veces, esa falta de respeto a los demás genera odio, rencores y crispación que, lejos de obtener los resultados que buscan, agreden mucho más a la naturaleza y tiran por tierra el trabajo paciente de profesionales que sí luchan por la conservación. En realidad no pretenden defender la naturaleza sino su ego y dar rienda suelta a su soberbia. 

Religión. Hubo un tiempo, no muy lejano, que quien no era católico e iba a misa todos los domingos y fiestas de guardar, o comía carne en viernes de cuaresma, era señalado con el dedo como lo peor. Ni hablar de como se toman la religión algunos musulmanes. Pero ahora también se ha extendido lo contrario: ser religioso está muy mal visto. Ahora lo guay es ser ateo, lo cual está muy bien, yo mismo lo soy, e insultar lo más y mejor posible a la iglesia y a los creyentes, lo cual ya es deplorable. 

Independentismo. No lo sé de primera mano, pero tengo entendido que declararse español en Cataluña es tachado automáticamente por muchos como facha, cavernícola, retrógrado, etc. Pero lo mismo pasa en el resto de España con los que desean la independencia en Cataluña. La falta de respeto mutua está llevando a odios que nos están perjudicando a todos. 

Feminismo/machismo. Si no eres feminista, o feminista como yo pienso que debe ser el feminismo, eres machista, y como tal asesino, violento etc. Y lo contrario, todas las feministas son vengativas, machirulos, odian no tener pene…..Es tan simple, pero por lo visto no tan fácil, como que todos tengamos las mismas oportunidades y que nos respetemos, tengamos los órganos sexuales que tengamos. 

Política. El que es de derechas, o de izquierdas, es lo peor. Se les puede insultar, y contra más mejor, así destacas entre los tuyos. España seguirá siendo profundamente franquista mientras no se respete al rival político. La democracia no consiste en votar cada cuatro años, consiste en respetar al que no piensa como tu. 

No somos binarios, o no deberíamos serlo, si pensáramos por nosotros mismos, si no nos dejásemos llevar por los demás. Mientras sigamos siendo animales tribales en lo negativo (nosotros los buenos, los de la tribu de enfrente los malos) sólo conseguiremos que las cosas se hagan a través del odio, que se escuche al que más grita, no al que tiene la razón, que se cercenen posibilidades a los espíritus libres, porque lo que no entendemos hay que prohibirlo. 

Gusta culpabilizar y, si se puede, criminalizar al que no es como nosotros. No pido que la gente comprenda, pero sí exijo que respete. 

sábado, 19 de septiembre de 2015

¿Sacrificio o esfuerzo?

Oigo con frecuencia, demasiado sin duda, lo mucho que la gente se sacrifica. 

También me sorprende que las palabras sacrificio y esfuerzo a veces funcionan como sinónimas. Y no lo son. 

El sacrificio tiene como motor el deber. Es muy propio de personas responsables. 

Supone hacer algo que no quieres hacer, generalmente para conseguir un supuesto bien a otros, o el cumplimiento de un deber, que vete tu a saber porqué hay que cumplir, o en mejorar la imagen que los demás tienen de tí. 

El sacrificio supone una constante llamada a hacer lo que nos disgusta, a estar en continua lucha con nosotros mismos entre lo que deseamos hacer y lo que estamos “obligados” a hacer, lo que a la larga provoca gran desgaste emocional y trae como consecuencia una enorme cantidad de problemas de salud como ansiedad, depresión fibromialgia, fatiga crónica, colon irritable, dermatitis, trastornos menstruales, trastornos digestivos, etc.

Y al final, lo que obtenemos con el sacrificio suele ser la desilusión. No se ha disfrutado del camino ni de la meta.

Muchos creen ser muy buenos por sacrificarse por los demás (lo más frecuente por los hijos). Pero sacrificarse por los demás es una manera de manipularlos. Lo que hagas por otro, si no lo haces por y con amor, no lo hagas. La generosidad sólo se entiende desde la gratuidad total que sólo el amor puede conseguir.

El esfuerzo tiene como motor la motivación. Es muy propio de personas comprometidas. 

Supone hacer algo que deseas con toda tu alma, y no nos da pereza iniciarlo, seguirlo y terminarlo.  Disfrutamos todo el proceso, desde el principio hasta el final. Puede provocar cansancio, pero no desgaste emocional. Es altamente eficaz como generador de salud y de relaciones sanas. 


No seas responsable. Es mejor estar comprometido. El responsable sólo hace lo que se supone que debe hacer. El comprometido ama lo que hace. Mis hijos no son mi responsabilidad, son mi compromiso. No me pesa hacer por ellos todo lo que hago, porque lo hago con amor. Y lo que está hecho con amor jamás va a reprocharse (ya sabeis, el típico: "con todo lo que he hecho por tí"). Creo que nunca diré eso a mis hijos, porque no lo siento. Todo lo he hecho por MI amor, no por ellos.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Homo sapientísimus o el arte de dar lecciones

Hay una especie en expansión que es el homo sapientísimus, que cree que sin sus consejos, habitualmente sobre cuestiones evidentes, el mundo sería un infierno. 

Se creen salvadores de la humanidad porque no se cortan un pelo a la hora de decirle a un obeso que tiene que comer menos y hacer ejercicio, a un fumador que deje de fumar, a un bebedor que el alcohol es malo, a un delgado que coma más, a una mujer sin hijos, que hay que tener hijos, a la que los tiene y le da biberones, que hay que practicar la lactancia materna, al que hace mucho ejercicio que se está quedando demasiado delgado, al que no lo hace, que mueva el culo, al deprimido que se anime, al que no tiene novi@ que se le va a pasar el arroz, al que no se case que lo haga.


Frente a ellos surgen dos especies, el homo pacientísimus, que calla y sigue haciendo lo que le da la gana, y el homo porculísimus, que aconseja al sapientísimus un lugar de descanso.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Agitar conciencias

El mundo es injusto porque los seres humanos, en general, somos cómodos, egoístas y poco solidarios. No somos peores ni mejores, los españoles, europeos o americanos que los chinos, sirios o tanzanos, sólo estamos en una situación de privilegio y se nos nota más esa insolidaridad, pero en cualquier punto del globo, el que tiene privilegios tiende a ser igual de insolidario. 

De vez en cuando suceden cosas que nos llaman la atención y nos tocan el corazón, como el león Cecil, el terremoto de no sé donde, el tsunami de por allá o la muerte en la playa de un niño sirio. Cosas puntuales muy desgraciadas, pero que no son más que un pequeño árbol en la selva amazónica. 

Estos hechos animan a mucha gente a actuar y a otros simplemente a catequizar. Los primeros se ponen las pilas y se rascan el bolsillo o comienzan a ayudar con su tiempo a paliar estas desgracias. Otros van más lejos e incluso van allá donde se les necesita y dan toda su vida al servicio de los demás. Siento una enorme admiración por estas personas, haciendo lo que pueden o quieren por otros. 

He oído a muchos cooperantes cuando vuelven a España, ya sea en medios de comunicación o en persona por algunos compañeros médicos que colaboran en el tercer mundo algunos meses cada año, y jamás les he oído ningún tipo de reprimenda a nadie por poca conciencia, egoísmo, etc. Ellos hacen lo que creen que deben hacer, que suele ser muchísimo, pero eso no les sirve para afear ninguna conducta de nadie. Se limitan a informar de lo que hay y animar a la gente a que colabore más, incluso con unas pocas monedas, sin despreciar al que no lo hace. 

También conozco otros que no hacen nada, pero se desgañitan en la barra del bar o en las redes sociales, insultando, menospreciando a personas o países, o señalando lo malísima que es la sociedad. Además de no conseguir absolutamente nada para la causa que sea, muy al contrario, obtienen rechazo sobre la misma, limpian su conciencia vomitando lo más oscuro de sí mismos hacia los demás “limpiando” de esa manera su sucia conciencia. Algunos van más allá y pretenden obtener rédito político del niño muerto en la playa, haciendo culpables de esa imagen a los que pertenecen al grupo político contrario. 

Agitar conciencias desde el odio, insultando, menospreciando, manipulando ideológicamente y no respetando a los demás, además de hipócrita (porque suelen ser los que no mueven un dedo en favor de los que sufren) son un lastre para los que luchan por un mundo mejor desde el amor y la entrega.

Si de verdad quieres ayudar a los niños sirios informa a los demás de lo que pueden hacer para aliviar la situación, ofrece tu dinero o tu tiempo para hacer más llevadera su vida, siempre desde el cariño y la comprensión, nunca catequizando ni señalando con el dedo

sábado, 1 de agosto de 2015

Sesgo ideológico

Vivo en un país neurótico. Un país repleto de gente inmadura que se caracteriza por ejercer la eterna queja (principal signo de la inmadurez). Si a esto se le añade una ideología, habitualmente cerrada y ortodoxa, llega a ser decepcionante. 

Me encuentro con pocas personas que sean capaces de ser críticas con todas las líneas de pensamiento y, a la vez, encuentren bondades en todas y cada una de ellas. Los que son de izquierdas siempre tienen el mismo discurso borreguil, critican las mismas cosas (a la derecha, claro) y ensalzan las mismas bonanzas (de la izquierda, por supuesto). Con los que son de derechas sucede exactamente lo mismo. Están todos siempre de acuerdo. ¿Cómo es posible que gente tan diversa, con diferentes cerebros, inteligencias, niveles culturales y vivencias, siempre estén de acuerdo en todo?. La respuesta es muy sencilla: no piensan, son otros los que lo hacen por ellos y sólo tienen que gritar y repetir las mismas consignas. 

Muchos dicen que hay que leer, y estoy de acuerdo, pero esto no sirve para dejar de ser borrego ni inmaduro. En España nunca ha habido un nivel cultural ni gente tan formada como ahora, pero somos tan o más borregos que nunca y por supuesto mucho más inmaduros y neuróticos. Conozco pocas personas sabias y muchos de ellos jamás se han acercado a un libro, e incluso alguno no sabía leer ni escribir. Muchos de los que leen no buscan aprender sino afianzar su propia ideología, lo que les hace ser doblemente borregos. Si la cultura no sirve para aprender, para ser ecuánime, equilibrado y para pensar de manera autónoma (si estás siempre de acuerdo con los de una determinada ideología, lo siento, pero no piensas de manera autónoma), se convierte en un instrumento que ahonda en la estupidez y el seguidismo. La cultura, como casi todo en esta vida, no es buena ni mala, depende de como y para qué la uses. 

Nací y crecí en una dictadura de derechas. El sesgo ideólogico era brutal. Todo lo bueno que había en España (y lo había) era gracias a Franco. Todo lo malo (y lo había) era culpa de los rojos, maricones, ateos, melenudos y la conspiración judeo-masónica (hay que inventarse alguna organización oscura que pervierte cualquier orden y lucha contra la humanidad). Y que contar de la moral: todos teníamos que tener la misma, la católica. Los demás eran asesinos, canallas y matasuegras.

Maduré, o me hice mayor, en una democracia, imperfecta, pero una democracia. Han cambiado muchas cosas, pero hay algo que sigue plenamente vigente: el sesgo ideólogico. Ahora todo lo malo se debe a los banqueros, políticos, la derecha, el Capital, el mercado, el FMI (acordaros de esas organizaciones oscuras) y por supuesto, a la Merkel. No paro de oír en conversaciones, o en las redes sociales, lo sumamente mal que se hace todo y lo pésimamente mal que vivimos. Da la impresión que no hay nada bueno, que todo es terrible, que nos amordazan, que nos secuestran por completo la libertad, que se pasa hambre y todo tipo de necesidades. Una persona que no tuviera ningún contacto con el exterior y sólo leyera facebook o twiter, además de necesitar un buen psiquiatra, pensaría que estamos peor que en Sudán del sur o Etiopía. 

Y que contar de la moral, ahora todos tenemos que tener la misma: la animalista. Al que le gustan los toros o la caza (legal) es un asesino. A este paso pronto serán asesinos los que coman carne. 

Pero yo, que sí salgo a la calle (y eso no me exime de acudir a un buen psiquiatra) veo un mundo totalmente diferente al que pintan los quejicas que sólo ven las maldades del mundo (que las hay a patadas) y se olvidan de las muchas cosas buenas de las que disfrutamos (que también las hay a patadas). Sesgo ideológico propio de dictadores pintando una realidad extremadamente mala (tenemos problemas pero también bondades) para que vengan ellos, los buenos, a salvarnos a todos. Pero la historia nos enseña que los salvadores han sido los mayores asesinos de la historia. Cuando alguien te intente salvar, pon los pies en polvorosa. 


Animo a la gente a tener ideas y a huir de las ideologías enlatadas. 

sábado, 21 de marzo de 2015

Esclavitud



Nada ni nadie puede esclavizarnos excepto el miedo. 

La esclavitud no depende de ningún factor externo, ni siquiera en las peores condiciones imaginables. Pueden intentar conseguirlo y, de hecho, muy a menudo lo consiguen, pero siempre tienen que contar con un factor esencial para obtener nuestra sumisión: nuestro propio miedo. 

No se puede esclavizar al que no tiene nada que perder. El que quiera tener poder sobre nosotros nos tiene que convencer de que podemos perder aquello que más queremos. Tener seres queridos nos vuelve vulnerables. Los de arriba ven con muy buenos ojos la formación de familias, tener hijos, posesiones, dependencias. Lo mejor de nuestras vidas puede ser el factor fundamental que nos lleve al sometimiento, a través del miedo a la pérdida. 


El amor es el lazo que más ata, por eso, los luchadores por la libertad siempre perderán y los psicópatas siempre vencerán. Podemos aspirar a una sociedad más decente, en la que el amor se pueda desarrollar con las menos injusticias posibles, pero siempre aparecerá el mandatario que nos recuerde que tenemos mucho que perder.