El mundo es injusto porque los seres humanos, en general, somos cómodos, egoístas y poco solidarios. No somos peores ni mejores, los españoles, europeos o americanos que los chinos, sirios o tanzanos, sólo estamos en una situación de privilegio y se nos nota más esa insolidaridad, pero en cualquier punto del globo, el que tiene privilegios tiende a ser igual de insolidario.
De vez en cuando suceden cosas que nos llaman la atención y nos tocan el corazón, como el león Cecil, el terremoto de no sé donde, el tsunami de por allá o la muerte en la playa de un niño sirio. Cosas puntuales muy desgraciadas, pero que no son más que un pequeño árbol en la selva amazónica.
Estos hechos animan a mucha gente a actuar y a otros simplemente a catequizar. Los primeros se ponen las pilas y se rascan el bolsillo o comienzan a ayudar con su tiempo a paliar estas desgracias. Otros van más lejos e incluso van allá donde se les necesita y dan toda su vida al servicio de los demás. Siento una enorme admiración por estas personas, haciendo lo que pueden o quieren por otros.
He oído a muchos cooperantes cuando vuelven a España, ya sea en medios de comunicación o en persona por algunos compañeros médicos que colaboran en el tercer mundo algunos meses cada año, y jamás les he oído ningún tipo de reprimenda a nadie por poca conciencia, egoísmo, etc. Ellos hacen lo que creen que deben hacer, que suele ser muchísimo, pero eso no les sirve para afear ninguna conducta de nadie. Se limitan a informar de lo que hay y animar a la gente a que colabore más, incluso con unas pocas monedas, sin despreciar al que no lo hace.
También conozco otros que no hacen nada, pero se desgañitan en la barra del bar o en las redes sociales, insultando, menospreciando a personas o países, o señalando lo malísima que es la sociedad. Además de no conseguir absolutamente nada para la causa que sea, muy al contrario, obtienen rechazo sobre la misma, limpian su conciencia vomitando lo más oscuro de sí mismos hacia los demás “limpiando” de esa manera su sucia conciencia. Algunos van más allá y pretenden obtener rédito político del niño muerto en la playa, haciendo culpables de esa imagen a los que pertenecen al grupo político contrario.
Agitar conciencias desde el odio, insultando, menospreciando, manipulando ideológicamente y no respetando a los demás, además de hipócrita (porque suelen ser los que no mueven un dedo en favor de los que sufren) son un lastre para los que luchan por un mundo mejor desde el amor y la entrega.
Si de verdad quieres ayudar a los niños sirios informa a los demás de lo que pueden hacer para aliviar la situación, ofrece tu dinero o tu tiempo para hacer más llevadera su vida, siempre desde el cariño y la comprensión, nunca catequizando ni señalando con el dedo
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