domingo, 17 de mayo de 2009
Impresionante documento
Como soy tan torpe que aún no he aprendido a colgar vídeos, os sugiero que sigáis es enlace.
jueves, 14 de mayo de 2009
Aborto masculino
Aunque no es lo que quiero desarrollar en esta entrada, primero quiero posicionarme en cuanto al aborto.
Nosotros somos una especie: homo sapiens. Y lo único que nos hace ser homo sapiens es un determinado perfil de ADN. Ese perfil de ADN, lleva toda la información para que tengamos las características morfológicas propias de nuestra especie. Esta es la única característica esencial que nos diferencia de cualquier otra especie. Desde el mismo momento de la fecundación, ese ADN ya está formado y en desarrollo....por consiguiente, ya se es homo sapiens....en fase embrionaria. El homo sapiens pasa por distintas fases de desarrollo: embrionario, fetal, primera y segunda infancia, adolescencia, etc, pero no deja de ser homo sapiens y no unas simples celulitas, porque unas simples celulitas somos todos, más o menos desarrolladas.
Además, desde el mismo momento de la fecundación, ya es un ser vivo, porque cumple todas las características para ser considerado como tal: se desarrolla, crece, tiene potencial de reproducirse y morirá.
Biológicamente esto es así, no es opinable. Es un hecho biológicamente incontestable y no sujeto a debate. El embrión es un homo sapiens y es un ser vivo. Ningún científico discutirá esto porque esto es una evidencia científica.
Hay otras muchas cuestiones que sí son opinables:
1. Cuestiones de índole moral: ¿cuando tienen alma los embriones?.
2. De índole jurídica: ¿desde cuándo y cuantos derechos tiene un embrión, un feto, un recién nacido…..?
3. De índole filosófica: ¿desde cuando consideramos a un homo sapiens, ser humano sujeto a derechos y deberes?.
y, en estos debates, no debe entrar el científico porque nunca se conseguirán evidencias científicas. Deben formar parte de un debate social.
Mi opinión, basada en los anteriores argumentos, es que nadie tiene derecho a eliminar a un ser vivo (salvo para alimentarse o en legítima defensa), mucho menos a un homo sapiens. Yo puedo matar mañana a una hormiga y nadie me va a meter en la cárcel por ello....pero eso no me da derecho a matar hormigas. Una cosa es no penalizar un hecho y otra muy diferente es tener derecho a hacerlo.
Por eso, estoy de acuerdo con la despenalización del aborto. No podría meter a una mujer en la cárcel por abortar como no podría meter en la cárcel a un cazador por cazar o al que mate a una hormiga, pero ninguno de ellos tiene derecho a abortar, cazar o matar hormigas. Y si no se tiene derecho, aunque no se castigue si lo ejecuta, tampoco se le van a sufragar los gastos con el dinero de los demás.
Los derechos nos los podemos dar o quitar mediante un determinado ordenamiento jurídico. El régimen jurídico que deseo, y por el que votaría, no incluiría el derecho al aborto sino sólo la despenalización (que es exactamente lo que tenemos en España).
El motivo por el que estoy a favor de la despenalización del aborto (a pesar de estar radicalmente en contra del mismo) es porque soy incapaz de prohibir algo a los que piensan de manera diferente a mí.
Pero la cuestión que deseo plantear hoy es otra distinta, de la que nunca se habla cuando se debate sobre el aborto.
Si a una mujer se le da la posibilidad legal de decidir sobre si tener un hijo a o no. Incluso después de parir, sigue teniendo la opción a decidir si se hace o no responsable de la criatura, pudiéndola dar en adopción, con lo que no tendría ningún derecho, pero tampoco ningún deber sobre el bebé…..¿Porqué los hombres no tenemos ningún derecho a decidir?. Estamos al albur de lo que decida la mujer. Si desea abortar, no podemos (ni debemos) hacer nada legalmente. Si desea tenerlo, tampoco tenemos opción de no hacernos responsables del crío. La mujer decide, y me parece bien, pero el hombre también debería tener la opción de decidir si se responsabiliza o no del bebé y, si no lo desea, no tendría ningún derecho, pero tampoco ningún deber con él. Creo que es lo más justo.
Madres a la fuerza no, pero padres a la fuerza tampoco.
Nosotros somos una especie: homo sapiens. Y lo único que nos hace ser homo sapiens es un determinado perfil de ADN. Ese perfil de ADN, lleva toda la información para que tengamos las características morfológicas propias de nuestra especie. Esta es la única característica esencial que nos diferencia de cualquier otra especie. Desde el mismo momento de la fecundación, ese ADN ya está formado y en desarrollo....por consiguiente, ya se es homo sapiens....en fase embrionaria. El homo sapiens pasa por distintas fases de desarrollo: embrionario, fetal, primera y segunda infancia, adolescencia, etc, pero no deja de ser homo sapiens y no unas simples celulitas, porque unas simples celulitas somos todos, más o menos desarrolladas.
Además, desde el mismo momento de la fecundación, ya es un ser vivo, porque cumple todas las características para ser considerado como tal: se desarrolla, crece, tiene potencial de reproducirse y morirá.
Biológicamente esto es así, no es opinable. Es un hecho biológicamente incontestable y no sujeto a debate. El embrión es un homo sapiens y es un ser vivo. Ningún científico discutirá esto porque esto es una evidencia científica.
Hay otras muchas cuestiones que sí son opinables:
1. Cuestiones de índole moral: ¿cuando tienen alma los embriones?.
2. De índole jurídica: ¿desde cuándo y cuantos derechos tiene un embrión, un feto, un recién nacido…..?
3. De índole filosófica: ¿desde cuando consideramos a un homo sapiens, ser humano sujeto a derechos y deberes?.
y, en estos debates, no debe entrar el científico porque nunca se conseguirán evidencias científicas. Deben formar parte de un debate social.
Mi opinión, basada en los anteriores argumentos, es que nadie tiene derecho a eliminar a un ser vivo (salvo para alimentarse o en legítima defensa), mucho menos a un homo sapiens. Yo puedo matar mañana a una hormiga y nadie me va a meter en la cárcel por ello....pero eso no me da derecho a matar hormigas. Una cosa es no penalizar un hecho y otra muy diferente es tener derecho a hacerlo.
Por eso, estoy de acuerdo con la despenalización del aborto. No podría meter a una mujer en la cárcel por abortar como no podría meter en la cárcel a un cazador por cazar o al que mate a una hormiga, pero ninguno de ellos tiene derecho a abortar, cazar o matar hormigas. Y si no se tiene derecho, aunque no se castigue si lo ejecuta, tampoco se le van a sufragar los gastos con el dinero de los demás.
Los derechos nos los podemos dar o quitar mediante un determinado ordenamiento jurídico. El régimen jurídico que deseo, y por el que votaría, no incluiría el derecho al aborto sino sólo la despenalización (que es exactamente lo que tenemos en España).
El motivo por el que estoy a favor de la despenalización del aborto (a pesar de estar radicalmente en contra del mismo) es porque soy incapaz de prohibir algo a los que piensan de manera diferente a mí.
Pero la cuestión que deseo plantear hoy es otra distinta, de la que nunca se habla cuando se debate sobre el aborto.
Si a una mujer se le da la posibilidad legal de decidir sobre si tener un hijo a o no. Incluso después de parir, sigue teniendo la opción a decidir si se hace o no responsable de la criatura, pudiéndola dar en adopción, con lo que no tendría ningún derecho, pero tampoco ningún deber sobre el bebé…..¿Porqué los hombres no tenemos ningún derecho a decidir?. Estamos al albur de lo que decida la mujer. Si desea abortar, no podemos (ni debemos) hacer nada legalmente. Si desea tenerlo, tampoco tenemos opción de no hacernos responsables del crío. La mujer decide, y me parece bien, pero el hombre también debería tener la opción de decidir si se responsabiliza o no del bebé y, si no lo desea, no tendría ningún derecho, pero tampoco ningún deber con él. Creo que es lo más justo.
Madres a la fuerza no, pero padres a la fuerza tampoco.
domingo, 10 de mayo de 2009
¿Amar es una cuestión de querer hacerlo?
El amor hay que alimentarlo. Lo que tú hagas por aumentar el amor del otro es importante, no cabe duda. Sin embargo, creo que es aún más importante lo que uno mismo forje por alimentar su propio amor hacia el otro. Pero antes de que llegue el amor suelen suceder una serie de pasos:
Paso 1: ATRACCIÓN
Lo que nos atrae de la persona amada suele ser un misterio. Muchas veces, la persona de la que nos enamoramos, nada tiene ver con el ideal que nos hemos fabricado. Nos gustan más las morenas y ella es rubia, la queríamos alegre y es tremendamente seria, nos encantaban las que son muy abiertas pero ella es muy cerrada. Sin embargo, algo nos atrae, a veces de forma muy intensa, hacia esa persona. En este primer paso de enamoramiento poco podemos hacer de manera activa. Nos ha cautivado sin saber cómo y pudiendo hacer poco para evitarlo. De la misma manera, sucede lo contrario: una persona que creemos ideal para compartir la vida con ella, por más que lo intentemos, no somos capaces de enamorarnos de ella.
En este primer paso, poco podemos hacer para resistirnos al embelesamiento que sentimos o a no conseguir enamorarnos de la persona que creemos adecuada. Es una cuestión en que no entran a formar parte la razón, la lógica.
Paso 2: ENAMORAMIENTO
El enamoramiento también es irracional. Comienza con la atracción especial que no sabemos de dónde viene y, si las cosas se desarrollan de forma adecuada, aparece la pasión del enamorado, que no es más que un trastorno mental transitorio grave, en donde desaparecen por completo el sentido de la realidad y toma el mando el mundo de la distorsión. De pronto, nos sentimos más vivos que nunca, entramos en un estado de alerta máxima e hipersensibilidad y nuestra existencia adquiere una intensidad brutal, disfrutando como nunca de lo bueno y sufriendo como nunca de lo malo. Y lo más importante, desaparece el más mínimo atisbo de crítica hacia el ser amado y lo colmamos de virtudes que no suelen tener nada que ver con la realidad. Deificamos al que no es más que una persona. Todo esto no sucede porque sí, se produce por un entrecruzamiento de sustancias en nuestro cuerpo que se parece bastante a lo que acontece en diversas psicosis.
Dicen que este estado de locura (ya digo que bioquímicamente es muy similar a las psicosis) sólo dura una media de 9 meses. Tras este lapso pueden suceder varias cosas:
1. Te das cuenta que la persona adorada, no sólo no es maravillosa sino que es del todo impresentable. Simplemente, no te conviene. La psicosis da paso a la razón y terminas la relación.
2. Sucede lo mismo que en el punto uno, pero te emperras en continuar esa relación por un sentido del romanticismo y por confundir el amor con el enamoramiento. Lo más probable es que se convierta en una relación tórrida, enferma, que impide el crecimiento personal y abonada al sufrimiento e, incluso, al maltrato mutuo y a la falta de respeto.
3. La venda se cae, pero te das cuenta que, aunque tiene defectos, te conviene. Se inicia una nueva relación basada en el conocimiento y el respeto mutuo. Se va profundizando en el otro. Es una buena base para un amor sano y duradero.
4. La venda se cae, el otro te conviene, pero tú no le convienes a él. Sólo quedan dos opciones: perder tu propia dignidad y rogar, pedir, exigir, perseguir o hacer la vida imposible al otro dando rienda suelta a la venganza o saber terminar una relación, con todo el dolor de tu corazón.
Paso 3: AMOR
El amor ya tiene una mezcla de razón y de sinrazón. Ya no es del todo una locura, sino que hay un componente de cordura. Un cóctel que, si tiene las proporciones adecuadas, puede resultar maravilloso pero, si predomina en exceso una de los dos elementos, puede resultar en una experiencia difícil e insatisfactoria.
Demasiada lógica puede derivar en una frialdad y una monotonía que va matando poco a poco este sentimiento tan maravilloso.
Demasiada pasión puede derivar en unas fuertes emociones, tanto positivas como negativas, en donde el sufrimiento puede no dejarnos crecer y madurar de forma adecuada.
Paso 4: MANTENIMIENTO DEL AMOR
Para que el amor conseguido sea duradero, es necesario dar pero, como en otras ocasiones he defendido, es incluso más importante saber recibir al otro. Podemos seguir amando si así lo queremos o, podemos ir desamando si así lo decidimos, consciente o inconscientemente. Y muchas veces no depende de lo que el otro haga o deje de hacer, sino que puede depender más de cómo valoremos lo que el otro es o hace. Si nos ponemos las gafas de ver defectos, poco a poco dejamos de ver especial a la pareja. Si nos ponemos las gafas de ver virtudes seguimos regando la relación. Nuestra propia subjetividad mantiene o aleja el amor.
Muchas pueden ser las circunstancias que nos animen a ponernos unas u otras gafas. Pero no me gustan. En este paso 4, creo que deben predominar la razón y la objetividad. Mantener el amor, pero no a toda costa, sino basándonos en la realidad compleja del otro, en sus cambios y su desarrollo en relación con el nuestro. No tener gafas, sino ojos racionales que valoren en su conjunto a la persona amada y, de esta forma, aceptarla con todas sus consecuencias o dejarla si, lo que un día fue amor, se ha convertido en otra cosa.
AMOR SIN ATRACCION PREVIA NI ENAMORAMIENTO
Podemos pasar de estos pasos anteriores y decidir emparejarnos por interés, tras encontrar en el otro elementos que te pueden ayudar a mejorar, a crecer, aunque no haya enamoramiento de por medio. Muchos matrimonios han sido felices de esta manera. Parejas que comenzaron así, si bien nunca han llegado a sentir esa pasión especial del enamoramiento, han llegado a sentir un profundo amor y han establecido una pareja maravillosa y enriquecedora. Probablemente, este tipo de parejas haya sido el más abundante a lo largo de la historia y no siempre han escogido los miembros de la pareja, sino los padres de la misma. Por supuesto que muchas han fracasado, pero otras sí han conseguido el amor a través de uniones tan poco románticas.
Esto me lleva a pensar que ni la atracción ni el enamoramiento son imprescindibles para llegar al amor. El conocimiento profundo después de años de convivencia puede obrar esta maravilla. Para llegar a este punto quizás sea más importante haber sabido recibir y respetar al otro antes que lo que has o te han dado.
Paso 1: ATRACCIÓN
Lo que nos atrae de la persona amada suele ser un misterio. Muchas veces, la persona de la que nos enamoramos, nada tiene ver con el ideal que nos hemos fabricado. Nos gustan más las morenas y ella es rubia, la queríamos alegre y es tremendamente seria, nos encantaban las que son muy abiertas pero ella es muy cerrada. Sin embargo, algo nos atrae, a veces de forma muy intensa, hacia esa persona. En este primer paso de enamoramiento poco podemos hacer de manera activa. Nos ha cautivado sin saber cómo y pudiendo hacer poco para evitarlo. De la misma manera, sucede lo contrario: una persona que creemos ideal para compartir la vida con ella, por más que lo intentemos, no somos capaces de enamorarnos de ella.
En este primer paso, poco podemos hacer para resistirnos al embelesamiento que sentimos o a no conseguir enamorarnos de la persona que creemos adecuada. Es una cuestión en que no entran a formar parte la razón, la lógica.
Paso 2: ENAMORAMIENTO
El enamoramiento también es irracional. Comienza con la atracción especial que no sabemos de dónde viene y, si las cosas se desarrollan de forma adecuada, aparece la pasión del enamorado, que no es más que un trastorno mental transitorio grave, en donde desaparecen por completo el sentido de la realidad y toma el mando el mundo de la distorsión. De pronto, nos sentimos más vivos que nunca, entramos en un estado de alerta máxima e hipersensibilidad y nuestra existencia adquiere una intensidad brutal, disfrutando como nunca de lo bueno y sufriendo como nunca de lo malo. Y lo más importante, desaparece el más mínimo atisbo de crítica hacia el ser amado y lo colmamos de virtudes que no suelen tener nada que ver con la realidad. Deificamos al que no es más que una persona. Todo esto no sucede porque sí, se produce por un entrecruzamiento de sustancias en nuestro cuerpo que se parece bastante a lo que acontece en diversas psicosis.
Dicen que este estado de locura (ya digo que bioquímicamente es muy similar a las psicosis) sólo dura una media de 9 meses. Tras este lapso pueden suceder varias cosas:
1. Te das cuenta que la persona adorada, no sólo no es maravillosa sino que es del todo impresentable. Simplemente, no te conviene. La psicosis da paso a la razón y terminas la relación.
2. Sucede lo mismo que en el punto uno, pero te emperras en continuar esa relación por un sentido del romanticismo y por confundir el amor con el enamoramiento. Lo más probable es que se convierta en una relación tórrida, enferma, que impide el crecimiento personal y abonada al sufrimiento e, incluso, al maltrato mutuo y a la falta de respeto.
3. La venda se cae, pero te das cuenta que, aunque tiene defectos, te conviene. Se inicia una nueva relación basada en el conocimiento y el respeto mutuo. Se va profundizando en el otro. Es una buena base para un amor sano y duradero.
4. La venda se cae, el otro te conviene, pero tú no le convienes a él. Sólo quedan dos opciones: perder tu propia dignidad y rogar, pedir, exigir, perseguir o hacer la vida imposible al otro dando rienda suelta a la venganza o saber terminar una relación, con todo el dolor de tu corazón.
Paso 3: AMOR
El amor ya tiene una mezcla de razón y de sinrazón. Ya no es del todo una locura, sino que hay un componente de cordura. Un cóctel que, si tiene las proporciones adecuadas, puede resultar maravilloso pero, si predomina en exceso una de los dos elementos, puede resultar en una experiencia difícil e insatisfactoria.
Demasiada lógica puede derivar en una frialdad y una monotonía que va matando poco a poco este sentimiento tan maravilloso.
Demasiada pasión puede derivar en unas fuertes emociones, tanto positivas como negativas, en donde el sufrimiento puede no dejarnos crecer y madurar de forma adecuada.
Paso 4: MANTENIMIENTO DEL AMOR
Para que el amor conseguido sea duradero, es necesario dar pero, como en otras ocasiones he defendido, es incluso más importante saber recibir al otro. Podemos seguir amando si así lo queremos o, podemos ir desamando si así lo decidimos, consciente o inconscientemente. Y muchas veces no depende de lo que el otro haga o deje de hacer, sino que puede depender más de cómo valoremos lo que el otro es o hace. Si nos ponemos las gafas de ver defectos, poco a poco dejamos de ver especial a la pareja. Si nos ponemos las gafas de ver virtudes seguimos regando la relación. Nuestra propia subjetividad mantiene o aleja el amor.
Muchas pueden ser las circunstancias que nos animen a ponernos unas u otras gafas. Pero no me gustan. En este paso 4, creo que deben predominar la razón y la objetividad. Mantener el amor, pero no a toda costa, sino basándonos en la realidad compleja del otro, en sus cambios y su desarrollo en relación con el nuestro. No tener gafas, sino ojos racionales que valoren en su conjunto a la persona amada y, de esta forma, aceptarla con todas sus consecuencias o dejarla si, lo que un día fue amor, se ha convertido en otra cosa.
AMOR SIN ATRACCION PREVIA NI ENAMORAMIENTO
Podemos pasar de estos pasos anteriores y decidir emparejarnos por interés, tras encontrar en el otro elementos que te pueden ayudar a mejorar, a crecer, aunque no haya enamoramiento de por medio. Muchos matrimonios han sido felices de esta manera. Parejas que comenzaron así, si bien nunca han llegado a sentir esa pasión especial del enamoramiento, han llegado a sentir un profundo amor y han establecido una pareja maravillosa y enriquecedora. Probablemente, este tipo de parejas haya sido el más abundante a lo largo de la historia y no siempre han escogido los miembros de la pareja, sino los padres de la misma. Por supuesto que muchas han fracasado, pero otras sí han conseguido el amor a través de uniones tan poco románticas.
Esto me lleva a pensar que ni la atracción ni el enamoramiento son imprescindibles para llegar al amor. El conocimiento profundo después de años de convivencia puede obrar esta maravilla. Para llegar a este punto quizás sea más importante haber sabido recibir y respetar al otro antes que lo que has o te han dado.
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