Hay cuestiones que deben ser reguladas o incluso prohibidas. Pero hay cuestiones que sólo deberían pertenecer al ámbito personal y las leyes sólo deben asegurar la libertad de cada individuo.
Las leyes no coercitivas, aquellas que no obligan a nadie pero permiten distintas opciones, cuando son posibles, han sido todo un logro en la democracia.
Pero en España sigue habiendo miedo a la libertad individual. Se siguen intentando prohibir cuestiones que sólo deberían pertenecer al mundo individual o incluso moral de cada ciudadano. Permitimos que los políticos escojan por nosotros. Que determinados ideales o morales se impongan y nos coarten nuestra libertad.
La prohibición de los toros en Cataluña, el intento de prohibir el aborto, la oposición a las bodas gay, la imposición del catalán en los colegios públicos, la intención de obligar a estudiar religión católica en las escuelas y otros muchos casos más ejemplarizan lo que quiero decir.
Y los grupos opresores siempre encuentran una magnífica excusa para imponer su ideología en donde caben opciones que no obligan a nadie:
1. Los antitaurinos (los que abogan por la prohibición, no me refiero a los que no les gusta y prefieren que desaparezcan de manera natural) se amparan en el maltrato animal.
2. Los antiabortistas, a que se mata a un ser humano.
3. Los catalanistas a que hay que defender la Lengua.
4. Los católicos que abogan por la religión católica obligatoria, porque España es un país de tradición católica.
5. Los que se oponen a las bodas gay, porque es antinatural o porque etimológicamente matrimonio procede de mater y jurídicamente siempre ha ssido la unión de un hombre y una mujer.
Si nos fijamos en los cinco ejemplos, todos cumplen una misma premisa. Los que intentan imponer en vez de dar opciones, se escudan en principios personales y defienden a algo o a alguién que no tiene entidad para protejerse a sí mismo. Ni los toros, ni los fetos, ni la tradición ni la naturaleza ni la Lengua son personas de carne y hueso con derechos y deberes. Son entes que sólo significan algo para un grupo de personas y no para todas.
La existencia de la ley del aborto a nadie obliga a abortar, a nadie se obliga a acudir a una corrida ni a casarse con alguien del mismo sexo, a nadie se le obliga a asistir a clases de religión ni se le impide a nadie y cualquiera debería ser libre para decidir por sí mismo o por sus hijos, si es mejor para ellos estudiar en catalán o en castellano.
Estos grupos opresores pueden ser de distinto signo y ves, divertido, como el que antes gritaba en nombre de la libertad de elección, al día siguiente justifica una imposición y corta la elección a los contrarios.
2 comentarios:
Hola, soy lucas de Argentina.
Lo que escribiste me parecio muy bueno. Es reconfortante ver que ha gente que cree en la libertad del individuo. Pero esto no implica una anarquia punk(que poco tiene que ver con la anarquia), sino que como vos bien decis hay cosas que hay que prohibir y otras que no.
Por eso creo que lo importante es el criterio para prohibir o no
algo.
Y sobre esto te queria pedir tu opinion, cual es el criterio para poder prohibir o no? Quien o que es capaz de asegurar la igualdad de la ley o de la moral. Sin tener en cuenta que la moral no es inmutable, cambia de pais en pais, de ciudad en ciudad, de familia en familia y de individuo en individuo.
Yo creo en la libertad individual hasta que se esta en la libertad individual ajena, y este lo creo el principio absoluto.
Por eso te queria preguntar por los ejemplos que vos pones. Yo veo dos grupos, el de las toreadas y el aborto por un lado; los religiosos, antiabortistas y los que se oponen al matrimonio gay por otro. El primer grupo creo que quedo asi conformado por ser derechos a la vida, y los otros ala libertad del individuo.
Ahora otra pregunta, crees que hay que prohibir el primer grupo o no?
Saludos che.
Hola Lucas. Encantado de conocerte.
Hay situaciones que sólo afectan a una persona sin perjudicar a nadie más. En este caso no se debe prohibir prácticamente nada. Podrían haber excepciones, como el maltrato animal. Pero básicamente no se debería prohibir nada por nadie.
Hay situaciones que afectan a más de una persona. Los aspectos colectivos sí tendría que ser regulados, o prohibidos en su caso, para facilitar la convivencia y en orden a crear una sociedad lo más libre y justa posible.
En la antigua Persia se cuenta que existía una costumbre que consistía en que cuando un Rey moría, los cinco días posteriores había libertad total. Todo el mundo podía hacer lo que quisiera sin poder ser castigado posteriormente. Habían tantos robos, violaciones y asesinatos que cuando se coronaba al nuevo Rey, era saludado por el pueblo con una alegría indescriptible. Había más libertad con las prohibiciones que con la libertad total.
¿Quién puede asegurar esta igualdad de la Ley o la moral?. No conozco ningún régimen más justo que el democrático. No es perfecto y admite muchas variantes, pero creo que han sido los que más lejos han llevado la libertad individual.
Con respecto al aborto o a las corridas de toros, no creo que haya que prohibirlos.
En el aborto, personalmente (si fuera mujer) jamás abortaría y, siendo médico, nunca practicaría un aborto, porque creo que el feto es un una vida humana. Según esto, no entraría en la libertad individual, pues en un aborto hay dos vidas, la madre y el feto. Pero hay muchas personas, al menos en España, que no consideran que el feto tenga los mismos derechos que las personas. Por eso estoy a favor de la legalización del aborto, para no imponer mis ideas a los demás, aunque yo no abortara jamás.
Con las corridas de toros pienso que es asimilable al hecho de comer carne. Hay sufrimiento animal en ambos casos, pero por un bien para mucha gente. Y en ambos casos (comer o corridas) se hacen por placer. No son imprescindibles ni necesarios, es cierto, sin ir más lejos, hay millones de vegetarianos o veganos que demuestran que se puede vivir, y con magnífica salud, sin comer carne. Pero en un caso por arte (hay millones de personas que ven arte) y en el otro por el placer de una buena comida, estoy a favor de que no se prohíban ni una cosa ni otra. La persona que esté en contra del maltrato animal para comer tiene la opción libre de no comerla y al que vea las corridas como una monstruosidad y no sea capaz de ver arte, siempre tiene la opción de no acudir a una corrida.
Precisamente porque la moral no es inmutable es más necesario respetar las diversas opciones, para ahora o para el futuro.
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