Si hay una palabra sagrada por excelencia en nuestros días y en nuestra España es, sin duda, la sacrosanta igualdad.
Se ha ido mucho más allá de lo que se debiera. El péndulo casi nunca se queda en el centro, prefiere irse a los extremos.
Sólo entiendo la igualdad en términos de derechos y deberes. Nada más.
En nombre de la igualdad se ha santificado la mediocridad, porque el peor no puede mejorar para igualarse con el mejor, ergo, el mejor debe ser sacrificado para no desentonar con el peor.
Ejemplos hay miles, pero me llaman la atención algunos:
Las enormes reticencias a ligar sueldo con productividad.
En las empresas privadas es más complejo, porque ¿quién decide el grado de productividad de un trabajador?. Pero en el sector público, en el que trabajo, es imperdonable que haya igualdad de sueldos en funcionarios que claramente trabajan de manera diferente. El inepto, ineficaz y vago, al final de mes gana exactamente lo mismo que el que se implica, trabaja con eficiencia y obtiene buenos resultados.
Por lógica, a quién mejor trabaja, poco a poco se le va dando más trabajo, quitándoselo al que peor lo hace. Así pues, el incentivo para el buen trabajador es que trabajará más por el mismo sueldo. Este sistema conlleva que el mejor trabajador se deslice progresivamente “hacia el lado oscuro” de la incompetencia.
Todos jubilados a los 65 años (ahora 67).
La jubilación debería ser más individualizada. No es lo mismo un médico, juez, arquitecto o ingeniero, que con 67 años suelen estar en un momento profesional magnífico y con capacidad para seguir trabajando, que un obrero de la construcción, camionero o bombero, que si trabajan con 67 años se convierten en un peligro para sí mismo y los demás.
Educación
Hay planes especiales y gastos extras para los niños con problemas de aprendizaje, lo cual me parece estupendo, para intentar en lo posible que se aproximen a la media.
Pero ¿y los niños superdotados?. ¿No tienen derecho a que se les eduque y dote de herramientas adecuadas para ellos?.
Ante el abuso y mal uso de la palabra “igualdad”, me quedo con la palabra equidad: dar a cada uno lo suyo.
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