domingo, 17 de junio de 2012

Maltrato normalizado

El maltrato físico y psicológico se ha normalizado a lo largo de la historia. Era normal que el esposo pegara a su mujer (siempre y cuando sólo le pegara lo normal). Este maltrato, afortunadamente ya ha dejado de normalizarse y, gracias a ello, cada vez es más denunciado y menos ejecutado (aunque demasiado todavía).

Pero hay muchos que persisten y no son visibles, quizás por su enorme frecuencia y normalidad. Pegar a los hijos, es natural, así se debe educar. Maltratar psicológicamente a los hijos, a los empleados o a cualquier “inferior”, está a la orden del día y casi nadie lo llama por su nombre: maltrato psicológico. Parece que el poder, al fin y al cabo el maltrato es una expresión del poder, lo justifica todo.

En un magnífico blog, http://www.comonoserunadramamama.com/ que se ha convertido recientemente en libro, la autora nos relata, con una enorme inteligencia y sentido del humor, las relaciones con su madre. Ni la misma autora ha sido capaz de reconocer el maltrato brutal que ha sufrido y sigue sufriendo por parte de su madre. No termina de poner el adjetivo adecuado a su relación: maltrato físico y psicológico. Llama drama mamá a toda una maltratadora.

8 comentarios:

Lenka dijo...

Es que es muy duro asumir (pensar siquiera) que tu madre o tu padre (quienes más debieran quererte y protegerte) sean unos maltratadores.

Y, realmente... es maltrato el chantaje emocional? Las observaciones hirientes? Las amenazas veladas, tipo "tú sigue así y ya verás"? Los clásicos "machaques" en plan "eso, eso, tú siempre igual, haciendo lo que te da la gana, que yo no sé cómo vas a terminar con ese plan de vida tuyo"?

Si eso es malrato psicológico (y quizá pensando fríamente sí que lo es) me temo que no sólo casi todos (salvo muy contadas excepciones) hemos sido maltratados y, lo que es peor, hemos sido maltratadores de alguien. Lo cual resulta verdaderamente aterrador.

Hace tiempo (a los 18 años) me di cuenta de que había sido maltratada por mis padres, efectivamente. Me supuso un golpe tan duro entenderlo que tuve una crisis de ansiedad, algo que ahora identifico como depresión e incluso ideas suicidas. Se me jodió la autoestima hasta puntos insospechados (de hecho sigo en lucha por recuperarla) y me quedé lisiada en otras muchas cosas. Así al menos lo definí entonces: "lisiada". Comprendí que arrastraba ciertas taras emocionales que quizá arrastraría el resto de mi vida. Casi diría que sufría ciertas amputaciones!

Todo eso constituye un lastre, y sospecho que casi todo ser humano lleva el suyo en mayor o menor medida, desde pequeños lastres sin demasiada importancia (o normalizados) hasta cargas muy gordas e incluso incapacitantes. Cosas que no te dejan avanzar, que te roen por dentro, que hacen que tengas ciertas conductas, ciertas manías, ciertas pulsiones, o que los demás lleguen a notar que te pasa algo. Imagino que esas personas con muchas cargas son las que solemos clasificar como personas a las que "les pasa algo, alguien les ha hecho daño". Se ve. Verdad que se ve bastante bien desde fuera a las personas así?

Y, como digo, lo peor es que lo devuelves. Y lo devuelves sin darte cuenta y a quienes menos lo merecen (si es que alguien lo merece). Y no entiendes por qué demonios eres así (así de borde, de arisca, de desconfiada, de insegura, de ciclotímica, de ansiosa, de abúlica, de... de lo que sea que te haya tocado).

Pasé todo un proceso para encajar eso, para rastrear las taras que aquello me había dejado. Curiosamente no me costó ni tres segundos entender qué clase de dolor propio o de cargas propias habían llevado a mis padres a devolverme a mí ciertas lesiones. Y no me costó ni medio segundo perdonarles. Porque sí, porque aunque quizá esa actitud consiga solamente seguir normalizando ciertos maltratos, no es menos cierto que NECESITAS paz, equilibrio, reconciliación. Necesitas (al menos yo) seguir queriéndoles, y admirándoles, y quedarte con lo bueno y agradecerles cada gesto hermoso, cada dedicación (que sí, que vale, que son tus padres, coño, y quererte y dedicarse a ti es su trabajo, pero no es fácil. Ahora sé muy bien que no lo es). Yo necesito eso, y por eso me deja boquiabierta cuando doy con gente que no perdona.

Ojo, lo respeto (el perdón te sale o no te sale, es lo que hay), sobre todo porque hay cosas que se perdonan más fácilmente que otras. Pero me sigue chocando. A veces te cuentan sus historias y no puedes evitar comparar y pensar que son naderías. Claro, quién mide el dolor? Naderías pueden parecerme a mí, pero para quien las sufre quizá son un mundo. Así que no digo nada, salvo quizá que perdonar me parece más fácil que odiar, mucho más cómodo e infinitamente más sano. Más higiénico. Odiar es un lastre más que cargar a la espalda. Prefiero soltarlo.

Lenka dijo...

Así que elijo perdonar. Adoro a mis padres. Por desgracia sigo cargando con muchas de las taras que me regalaron, pero también cargo con mucho bueno que me enseñaron. Y entre unas cosas y otras lo que sale de la ecuación soy yo. Somos todo lo que nuestros padres fabricaron, para bien y para mal. Y es que, además, lo malo se puede cambiar. Nos parece que no porque es difícil, porque lo tenemos incrunstado en alguna parte. Pero se puede. Hay que pelearlo y mucho, desde luego. Y yo elijo pelearlo porque llega un momento en que:

1º Te aburres de oír tus propios lamentos.
2º Ni a ti misma te cuela ya la excusa.

Ah, se siente, soy borde por culpa de mis padres. No vale. Eso me suena demasiado a lo que yo llamo "cuentos de yonquis". Me meto porque es que la sociedad... que si la vida... que si lo he pasado tan mal..." Que sí, que sí. Que es una pena, majo. Pero no me vale. Puedes salir de eso. Si quieres. Ya lo han hecho otros antes que tú.

Lo explican muy bien en Trainspotting. "Elijo la heroína porque así no tengo que preocuparme de nada más". Es cierto. Cuando eliges la heroína, la heroína lo es TODO. Cuando la sacas de tu vida aparece eso, la vida. Buscar curro, tener relaciones, la pasta, la hipoteca, ir a la compra, levantarse por las mañanas, pasar la aspiradora, discutir con el vecino, aguantar a tu jefe, comer los domingos con tus suegros... la vida. Un montón de líos y preocupaciones que la heroína elimina de un plumazo, porque lo sustituye todo, se lo traga todo. Lo malo es que también se traga lo que vale la pena.

El odio hace lo mismo. Por eso no lo quiero en mi vida. Así que entiendo a esa chica prefiera el humor, poner los ojos en blanco, querer a su madre, aceptarla como es y nombrarla con un eufemismo. Confieso que la entiendo. Seguramente yo también lo haría, yo también lo hago. Aunque, al menos, he aprendido a decir "hasta aquí". He puesto mi barrera donde me ha parecido oportuno, y te aseguro que no tolero que nadie pase de ese punto. Ni mi santa madre ;) Y en eso soy inflexible e inconmovible a chantajes, dardos, insinuaciones y morros. Se siente. Y funciona. Porque, al final, la gente hace las cosas PORQUE PUEDE. Cuando les dejamos claro que ya no pueden, paran. El "NO" es una palabra maravillosa que todos tendríamos que saber usar más y mejor. Sin gritos, sin escenas. Un "NO" tan sosegado como contundente e innegociable.

Lenka dijo...

Madredelamorhermoso... vaya par de ladrillos!!!!!

No me extraña que el tema dé para un libro. Matar al dragón, el cuento más viejo de la historia. Y algunos dragones son de armas tomar.

Pero insisto, tengo que quererles, adorarles, aceptarles, asumirles y perdonarles. Siento esa necesidad y por eso elijo el humor. Sin olvidar lo que hubo, por supuesto. Vigilando que no se repita y que no lo repita yo misma jamás.

Tengo que perdonarles, porque soy madre. Y porque aun poniendo todo mi empeño, pienso que no siempre conseguiré evitar ser yo misma un ogro, un dragón, una maltratadora. Sí, con todas las letras. Pienso que me equivocaré mil veces, calcularé mal, elegiré mal las palabras y los tonos, juzgaré sin darme cuenta, tomaré a risa cosas que para ellos son importantes, metere la pata, me meteré donde no me llaman, pisaré donde no debo, me tomaré libertades que nadie me ha dado, caeré en los topicazos estúpidos ("porque soy tu madre! Porque lo digo yo! Porque vives bajo mi techo!"), perderé la paciencia y los papeles, mutaré en inquisidora, me empeñaré en que vean las cosas como yo las veo...

Me equivocaré tantas veces, Juan, incluso poniendo toda mi atención... Por eso decidí perdonar a mis padres y quererles por encima de todo. Y, ahora que soy madre, no me arrepiento de mi elección. Porque tendré que pedir perdón a mis hijos muchas veces. Y, créeme, cada vez que les pida perdón, sentiré pavor ante la posibilidad de que no me perdonen.

Juan dijo...

Hay muchos grados de maltrato Lenka. Los hay perdonables y los hay imperdonables. En el caso tuyo, entre el maltrato también han habido cosas positivas y amor, y esto cambia muchas cosas.

Hay otros casos en que nunca ha habido amor sino maltrato puro y duro. En estos casos lo único sensato es cortar de raíz esas relaciones tóxicas, porque no hay nada que salvar.

Para perdonar, desde mi punto de vista, se deben dar dos condiciones: que te pidan perdón y que haya propósito de enmienda. Sólo así el perdón adquiere todo su esplendor.

Estoy de acuerdo contigo en que el odio es destructivo, sobre todo para el que lo siente, pero para cortar una relación nefasta, primero hay que odiar para poder separarte y después vendrá la indiferencia, que lo cura casi todo.

Has comentado algo muy interesante: poner límites. Sí, hay que poner límites, y no sólo de padres a hijos, sino también de éstos a los padres. Ojalá no hiciera falta, pero el respeto debe ser mutuo y los límites los marca cada uno.

Juan dijo...

¿Que te vas a equivocar con tus hijos y vas a cometer injusticias y se te van a escapar palabras o actos inapropiados?. Cuenta con ello. Seguro que ha sucedido y seguirá sucediendo: bienvenida a la raza humana. No eres diosa ni perfecta.

Pero el maltrato no es que se te escape un día una mano, o le digas tonto a tu hijo una vez. Esos son errores que todos cometemos y seguiremos cometiendo. Para que sea maltrato debe ser continuado, tiene que haber una sistemática. El maltrato, por ejemplo, es un querer e intentar imponer que tus hijos sean de una determinada manera, piensen de una determinada forma o tengan unos determinados valores (salvo los generales que son obvios). Es machacarlos o menosprociarlos por ser diferentes a como a tí te hubiera gustado que fueran. Es robarles su identidad o culparles de ser como son. Es robarles la autoestima y estigmatizar su imagen o imponerles la imagen que tu quieres que lleven. En suma ES NO RESPETARLOS, POR MUCHO QUE LOS AMES (si se puede llamar amor no respetar al supuesto ser querido).

Juan dijo...

Con respecto al blog de esta chica, no estoy de acuerdo con tu mirada.

Lo más difícil que hay en un caso de maltrato, sobre todo en el caso de padres e hijos, es darse cuenta que estás siendo maltratado. Y me da la impresión que esta chica aún no se ha enfrentado a ello. Llama mamá drama a lo que en realidad es una madre maltratadora brutal y sistemática, y muy eficaz por cierto.

El segundo paso es decidir si hay algo que salvar en esa relación, es decir, si cabe el perdón o el portazo. Me da la impresión que en este caso lo mejor es el portazo, poque la madre ni ha pedido y me parece que jamás pedirá perdón, porque es soberbia y se cree que lo que hace está bien hecho. Probablemente sea psicópata. y, si es así, sólo cabe huir, sin negociar nada.

Si hay algo que salvar, pasa porque pida perdón y propósito de enmienda. Y tras ello, vendra el perdón y los límites.

Por mucho humor que ponga, esta chica está sufriendo y tiene muchas taras que aún no sabe de donde vienen ni porqué.

Lenka dijo...

Es que no he leído el blog, la verdad. Le echaré un ojo, porque no sé si la chavala se limita a "exagerar" todos esos pequeños dramas que la inmensa mayoría hemos vivido con nuestras madres o si la cosa va mucho más lejos. He leído tu entrada y me ha hecho pensar en mi propia infancia (y créeme que fue un auténtico infierno, pero no sólo mi madre me pidió perdón a lágrima viva, sino que lleva 16 años intentando compensarme de todas las maneras que puedas imaginar, y creo que para no perdonar y valorar eso habría que ser una piedra o muy mala gente). Total, que como siempre, me he puesto a pensar en voz alta y a darle a la tecla. Le echaré un ojo al blog, porque últimamente todo el mundo habla de él!

Juan dijo...

Pues eso es lo importante, que se haya dado cuenta y que hayáis establecido otra relación completamente distinta. Muchos padres, que son buenas personas, repiten la misma educación que recibieron, sin darse cuenta que están maltratando a los hijos.

Mis padres maltrataron a mis tres hermanas "con buena fé", en el convencimiento de que ser machista, franquista y católico era lo correcto. Ellas tres también los perdonaron porque también hubo mucha bondad y amor.

La misma labor que se ha hecho con el maltrato de pareja habría que hacerlo con el maltrato a los hijos. Todos saldríamos ganando y habría mucha más gente con más capacidad de ser felices.