Nunca he tenido la oportunidad de saber si soy valiente. Supongo que no. Pero sí soy luchador, aunque nada Quijote.
Rhett Butler le decía a Escarlata, en una inolvidable escena, que sólo se unía a una causa cuando ésta estaba definitivamente perdida. Pues tampoco soy Rhett. Llamadme por ello cobarde, poco romántico y honorable y nada idealista. Todo ello es cierto. Pero sólo tengo una vida y me niego a estrellarla contra molinos de viento.
No soy capaz de salvar al mundo, ni lo deseo. Puedo morir por amor y con amor, pero por un amor real, nunca por un ideal.
Me comprometo con algunas personas y, por ellas, daría hasta el último soplo de mi vida. Pero no soy capaz de comprometerme a fondo con una bandera, una patria, un ideal.
Lucho por mejorar mi entorno, pero no gasto ni un ápice de energía en cambiar el mundo.
No soy inmune a las injusticias, pero hay tantas que no puedo estar todo el día dándome de cabezazos por cada mala noticia, por cada saqueo, por cada sinrazón.
Hace mucho tiempo elegí ser luchador, pero no Quijote.
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