La actual Ley hipotecaria ha resultado magnífica durante casi un siglo, pero un desastre en las circunstancias actuales.
Ha sido excelente porque el hecho de que el banco tuviese una enorme seguridad en la devolución de lo prestado condicionaba que se prestara dinero para la adquisición de una vivienda a unos intereses razonables y que siempre hubiera dinero para ello, porque el inversor, tanto nacional como extranjero, veía una magnífica oportunidad de invertir su dinero en estos préstamos que rentaban poco pero eran muy seguros.
Gracias a ello, hay 17.700.000 primeras viviendas en propiedad, es decir, el 86% de las familias son propietarias de la vivienda en la que viven. Este es el mayor porcentaje del mundo de primeras viviendas en propiedad.
Pero el mundo cambia y la crisis actual ha hecho que una buena ley deje de serlo porque no da respuesta a los retos actuales. Más de 300.000 desahucios en los últimos cuatro años lo confirman.
Pero nadie es responsable. Todos ven culpable al de enfrente y se arrogan el papel de víctima.
Sin embargo, todos los actores de esta tragedia son responsables de lo que sucede:
- Los políticos por haber engordado la burbuja subiendo el precio de los suelos (los ayuntamientos son los principales responsables de ello) y por la nula intervención del Banco de España en frenar créditos escandalosos.
- Los banqueros por haber prestado muy por encima de lo razonable. En todo lo que he leído indican que ninguna familia debería pagar por una hipoteca más del 30% de sus ingresos. En España se ha prestado a una media del 60% de los ingresos.
- Los hipotecados, que han preferido pisos mayores, mejores o en mejor situación, aunque ello supusiera hipotecar el 60% de sus ingresos, lo cual es una falta de previsión escandalosa.
Todos son responsables y todos deben pagar por sus errores.
Es obvio que hay que cambiar la ley para adaptarla a las circunstancias actuales y disminuir al máximo los desahucios.
Pero hay que tener mucho cuidado porque si no se hace bien, lejos de mejorar la situación, se empeorará.
Si el giro de la ley es favorable por completo a los desahuciados y no se puede desahuciar a nadie, como piden algunas organizaciones, en vez de existir un 3% de hipotecas impagadas, serán un 50 o un 100%. Si no me pueden echar del piso, ¿para qué voy a pagar?. En tres meses todos nuestros bancos estarán en bancarrota y nadie en el extranjero prestará un euro a un país que decide que es una buena opción no pagar deudas. Todos tendremos casas pero nadie tendrá trabajo.
Hay fórmulas intermedias en las que ni bancos ni hipotecados salen del todo beneficiados pero tampoco del todo perjudicados.
- Aquellas familias que acrediten suficientemente ante el juez que pasan por una situación transitoria en que no pueden pagar las cuotas, se pueden acoger a seguir viviendo en su piso pagando sólo los intereses sin pagar capital durante un tiempo determinado: dos, tres o cinco años. El banco no pierde porque sus ganancias proceden de los intereses y el capital que se debe no disminuye, además de no hacerse cargo de la comunidad e impuestos del piso. El hipotecado sigue viviendo en su casa y paga una cantidad mucho más pequeña durante un tiempo en el que pueden cambiar las circunstancias económicas.
- La dación por pago, pero no en cualquier caso, sino sólo cuando se acredite una imposibilidad de pagar.
- En las familias en que no pueden pagar nada, ni siquiera los intereses, el Estado se hará cargo de los mismos durante un tiempo determinado durante el cual el hipotecado tiene que demostrar que está en búsqueda activa de empleo y aceptar cualquier contrato de trabajo que se le ofrezca.
- Potenciar el alquiler y dejar de favorecer la compra en propiedad.
Estas medidas sólo deberían ser aplicables a la primera vivienda.
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