domingo, 20 de diciembre de 2009

Evitar la depresión

No voy a hablar de los muchos tipos de depresión que existen ni de los transtornos mayores de la depresión. Sólo quiero incidir en la prevención de algunos tipos de depresión. En todo lo que puede llevar a la misma y está en nuestra mano evitar.

Hay conductas y patrones de comportamiento que facilitan que una persona, más tarde o temprano, pueda desarrollar una depresión. Estas actitudes ante la vida y los problemas se entrelazan con las vicisitudes externas que pueden acontecer y facilitar o dificultar el desarrollo de la depresión. Pero como lo externo a nosotros es difícil de controlar, es mucho mejor aprender a controlar nuestras emociones.

Repasemos algunos aspectos que pueden facilitar la aparición de la depresión.

1. Perfeccionismo.
Ningún perfeccionista es perfecto, ni los que le rodean. Nunca se termina de estar satisfecho con lo que se consigue. Por eso, la persona perfeccionista suma insatisfacciones. La insatisfacción es una llave para entrar en la depresión. Hay que intentar mejorar cada día, pero no ser perfecto.

2. Obsesión por tener una imagen inmaculada.
Todos tenemos una imagen de nosotros mismos, pero obsesionarse con la misma puede ser contraproducente. Vivir para mejorar la imagen, al precio que sea, lleva a tener una vida falsa en donde, las apariencias, cuentan más que las experiencias y el aprendizaje.

3. Justificaciones.
Si cometemos un error, y cometemos muchos, hay tres formas básicas de enfrentarse al mismo:
A) Negarlo tozudamente. Estamos condenados a repetirlo una y otra vez.

B) Admitirlo para, a continuación, justificarlo. Volvemos a estar condenados a repetirlo.

C) Admitirlo y aprender del mismo. Se puede buscar el origen del error, pero nunca para justificarlo, sino para no repetirlo.

4. Miedo.
El miedo es el origen del stress. El stress excesivo puede producir ansiedad y la ansiedad puede ser la antesala de una depresión.
Simplicando mucho, quizás demasiado, podría hablar de dos tipos de miedos:

A) Miedo positivo.
Ante una amenaza real e inminente, el miedo provoca una reacción cerebral que acarrea una respuesta fisiológica, sobre todo la secreción de adrenalina, que nos permite actuar con mayor rapidez y eficacia ante la emergencia. Un león hambriento que se acerca a nosotros con cara de parecerles apetitosos, conseguirá que nuestro miedo provoque suelta de adrenalina, que conseguirá que se acelere la respiración y el corazón y ponga en tensión nuestra musculatura para que sea más fácil enfrentarnos a él o huir.
B) Miedo negativo.
Si nos empeñamos en ver 100 leones todos los días, el mecanismo fisiológico del stress está disparado continuamente y nos lleva a un estado de ansiedad permanente. Para evitar ver tantos leones al día, además de evitar ir a Kenia o al zoo, a mí me ha ido bien una simple clasificación de los problemas:

a) Problemones: sólo son problemones aquellos que ponen en grave riesgo la vida propia o de los que más queremos. En estos casos, controlar las emociones es muy complicado y el llanto es un arma absolutamente necesaria.

b) Problemas: situaciones sociales o personales que, pudiendo ser difíciles, no comprometen ni la vida ni el bienestar propio o de los seres queridos. Cuando hablo de bienestar no me refiero a tener placeres o buen nivel de vida, sino enfermedades crónicas complicadas o dificultad económica seria que dificulte la satisfacción de necesidades básicas como la alimentación o vivienda.

c) Problemillas. Todos los demás. O sea, el 99 % de los "problemas" que aquejan a los españoles.

Si conseguimos aprender a vivir los problemillas como lo que son, problemillas, tendremos muy pocas posibilidades de caer en una depresión. De los problemillas no hay que preocuparse. Sólo nos tenemos que ocupar. Si nos empeñamos en vivir los problemillas como problemones, se convierten efectivamente en problemones y la vida se convierte en un valle de lágrimas y el mundo es un sitio hecho para sufrir.

Para conseguir ubicar correctamente nuestros conflictos, nos tenemos que dar una ducha de realismo.

No hay que pensar en los problemas sino en las soluciones. Es la única forma que conozco para pasar de ser pasivo en tu vida y verla pasar a ser activo y cambiarla.

5. Aprender a amar.
El amor debe ser gratuito. Se debe dar sin esperar nada a cambio. En el momento en que se espera recibir algo, se crean expectativas que pueden matar el sentimiento y hacernos sufrir. Es un sufrimiento producido por querer controlar lo que otros hacen o sienten. Un amor puede no ser correspondido y en este caso sólo cabe aceptarlo y terminar. Pero también puede ser correspondido pero expresado no como quiero o deseo yo, sino como lo expresa el otro. En este caso sólo cabe saber recibirlo tal y como el otro lo da.

6. Aceptar
"Uno sufre cuando quiere controlar lo que otros hacen. Cuando te rindes a que hagan lo que quieran te liberas de ese sufrimiento. Lo que realmente importa es lo que haces tú, no lo que otros hagan; quién eres tú, no quién es el otro. Cuando les das permiso a ser quiénes ellos quieran, te das permiso a ti mismo a ser quien eres". http://consciencianueva.blogspot.com/2009/08/sufrimiento.html.

No aceptar a los demás puede ser una fuente inagotable de sufrimiento. Conozco padres que darían la vida por sus hijos, pero por mucho que los quieran, no les gusta como son. Es una auténtica tragedia tanto para los padres como para los hijos. Sólo cabe aceptar a los demás como son.

7. Aprender a actuar y no a reaccionar.
Para ello es fundamental ser conscientes de como actuamos y porqué para poder intervenir y no dejarnos llevar. Si ante un "problemilla", como cinco suspensos de nuestro hijo, activamos la respuesta automática (reaccionamos) le echaremos la consabida bronca, que no va a arreglar nada. A la semana volvemos a reaccionar y le compramos la moto y así vamos reaccionando una y otra vez a los estímulos que nos van llegando. Vamos parcheando. No educamos, improvisamos.
Actuar significa tener claros los conceptos de educación global e ir actuando conforme a esos conceptos. Tener claramente marcados unos límites que no se sobrepasan nunca y, cuando se sobrepasan, tiene consecuencias.

8. Disfrutar de lo que se tiene.
No es más feliz el que desea muchas cosas sino el que sabe disfrutar con lo que tiene. ¿Tan difícil es hacer consciente las muchas cosas buenas que tenemos?. Hay que deleitar activamente ese desayuno maravilloso, esa cama magnífica, ese beso, esa caricia y tantas cosas que nos pasan desapercibidas porque nos hemos acostumbrado a ellas. No hay que acostumbrarse a lo bueno.....hay que disfrutarlo.

9. Arriésgate.
Con el tiempo te arrepentirás más de lo que no has intentado que de lo que no has conseguido.

Cuando algo no va bien, cambia. La vida es un eterno cambio y sólo el que lo asume es feliz. Y para cambiar tu vida muchas veces, lo primero, es cambiar tu forma de pensar.

10. Responsabilidad.
No seas responsable. Es mejor estar comprometido. El responsable sólo hace lo que se supone que debe hacer. El comprometido ama lo que hace. Mis hijos no son mi responsabilidad, son mi compromiso. No me pesa hacer por ellos todo lo que hago, porque lo hago con amor. Y lo que está hecho con amor jamás va a reprocharse (ya sabeis, el típico: "con todo lo que he hecho por tí"). Creo que nunca diré eso a mis hijos, porque no lo siento. Todo lo he hecho por MI amor, no por ellos.

11. Sonríe.
Siempre sonríe, aunque no lo sientas, aunque no tengas ganas. La sonrisa, por sí misma, es una de las mayores armas que nos proporciona nuestro ceebro para conseguir ser más positivos.

7 comentarios:

Eli dijo...

Yo viví una depresión en una etapa de mi vida de la que , a pesar de todo, no guardo recuerdos demasiado malos. Y eso que la pérdida fue brutal.
Pero pude salir. Incluso durante la etapa más negra me decía a mí misma: No vas a dejar que ésto pueda más que tú. Y no lo permití.

Yo no viví ninguno de los aspectos que mencionas, pero entiendo lo que quieres decir.

Un beso, Juan, de parte de una que aprendió a ser feliz.

Lenka dijo...

La de veces que lo habremos comentado!!! Uno de los peligros de la depre es lo fácil que se engancha uno. Una vez sobrepasado por las circunstancias corres el riesgo de quedarte ahí, incapaz de afrontar y tomar decisiones. Por desgracia somos así, nos es más fácil no hacer nada que luchar. Y, encima, tendemos a entender el amor como consentir las cosas, así que, con toda la buena intención, arropamos al deprimido entre algodones para no molestarle. Cómo le vas a pegar una bronca a la mama, con lo mala que está? Desalmao!

Qué peligro. Con todo el cariño y por evitar un mal trago a quien sufre (sí, es un mal trago asumir, encajar, aceptar los errores o lo inevitable de la vida y tirar palante) permitimos sin darnos cuenta que sufra más y por más tiempo. Siempre me ha dado terror la frase popular que dice "quien bien te quiere te hará llorar", porque alguna gente la usa de excusa para justificar la crueldad con el débil, la mano de tortas al niño o los celos enfermizos que asfixien a la pareja. Y no. Me niego a aceptar que el dicho vaya por ahí.

Pero sí afirmo que en ciertos temas acierta. Quien bien te quiere no te dará la botella para que te sientas bien este rato. Te la quitará de las manos haciéndote daño, y soportará que le llames de todo y le acuses precisamente de no quererte. Quien bien te quiere no se sentará a tu lado a sentirse miserable contigo, te arrastrará a la calle por los pelos aunque le muerdas y aguantará tu pánico y tu cabreo sin rendirse. Y si tú también sabes querer bien, lo entenderás y lo agradecerás cuando compruebes que, aunque difícil, la pelea es posible, que en efecto lo hacían por ti y que el dolor de enfrentarte a las cosas valió la pena, porque de hecho es el único modo. Valorarás que, en lugar de llevarte la sopa a la cama, te obligaron a levantarte e ir tú a hacértela por ti mismo. Te dieron ganas y herramientas, por tu bien.

Todos pasamos momentos muy negros, pero es cierto que amar bien no pasa por consentir ni por pretender ser consentido. Eso puede hacerse de buena fe, pero no sirve. Es fatal a largo plazo. Y lo que está claro es que ya de pasar la depre, al menos intentar aprender de ella para no tropezar de nuevo, o para encararlo mejor la próxima vez. Porque si no aprendemos a cambiar el chip... cada nueva torta será fulminante!!!

Juan dijo...

Eli, exactamente consiste en eso: aprender a ser feliz. Es algo que no nos enseñan. Yo diría incluso que nos enseñan a sufrir.

Por supuesto que una gran pérdida a todos nos va a afectar. Pero si tienes una estructura positiva, saldrás mucho mejor de la depresión e incluso más fuerte.

Un abrazo Eli.

Juan dijo...

Engancharse a la depresión. Efectivamente Lenka, se da.

Y como bien dices, tienes que tener al lado alguién que no te lo consienta todo por estar triste sino todo lo contrario, que te ponga las pilas, aunque duela. Que te cante las cuarenta si es necesario. Esa es la persona que te quiere bien.

Un abrazo

Sra de Zafón dijo...

Uy, la depresión, el rollo que te soltaré en cuanto encuentre el momento:-)pero el motivo de mi visita de ahora sólo es para desearte toda la felicidad del mundo, sin ninguna depresión ni oscuridad. Espero que disfrutes mucho y como tú quieras de la Navidad.

Un abrazo y un beso de una vaca que le encanta de lo que escribes y como lo escribes.

Juan dijo...

Muchas gracias Chusa.

Te deseo muy felices fiestas.

Celadus dijo...

Muchas felicidades para ti y los tuyos, Juan.
Un fuerte abrazo.