sábado, 26 de abril de 2014

Palabras para una vida 52

La pandilla
Sexto de bachillerato y COU fueron dos cursos que conocieron una de las etapas más felices de mi vida. Doce chicos y chicas me acompañaron esos dos años y fueron responsables de buena parte de mis recuerdos más entrañables. No hubo sexo ni amores apasionados, pero siempre estuvieron presentes las guitarras, canciones, carcajadas, paseos infinitos, correrías por Sierra Morena, camaradería, fiestas, bailes y un sinfín de aventuras locas que forjaron mi carácter. El barrio de la Judería fue testigo de nuestras chanzas. Cantábamos al mundo, a la juventud, al amor, al futuro y al presente. Hasta teníamos nuestra propia canción:

“Somos la pandilla un conjunto ideal
somos un grupo divertido y genial
la base el cachondeo y el amor de verdad”

Ninguno había tenido una vida fácil, pero ya no importaba, nos teníamos los unos a los otros. Eramos muy diferentes, pero pertenecíamos a un único grupo. Por primera vez me sentí que formaba parte de algo y que era importante. Todos lo éramos. 

Desde la perspectiva actual se nos podría ver como un grupo de adolescentes mojigatos, y lo éramos. No bebíamos alcohol, nuestras fiestas nunca terminaban con borracheras ni palabras altisonantes, bailábamos “agarrados”, pero a una distancia prudente, la mayoría sacábamos buenas notas. Eramos buenos chicos, hasta el punto que los padres estaban encantados con la “pureza” de nuestro ambiente. Respetábamos los horarios de llegada a las casas. Nunca rompimos mobiliario urbano, respetábamos a todos y ayudábamos a las viejecitas a cruzar las calles. Ellas eran católicas y cantaban los domingos en misa. Los chicos, ateos todos, íbamos a las iglesias para acompañarlas. 


Todo muy “casto”, nada irreverente y quizás desde otros puntos de vista, aburrido. Nada más lejos de la realidad. Compartimos nuestra alegría y nuestras ganas de vivir y cambiar el mundo durante dos años y estoy convencido que, como yo, el resto de los integrantes de aquella pandilla guardan estos recuerdos en la memoria de lo irrenunciable. El alma de aquella pandilla nos acompañará siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Encantada de descubrir tu blog Juan. Leo tus comentarios en Fb y ya me caías bien, pero descubrir tu blog ha sido gratificante. Y tus pinturas.....Dios mío! Me rodearía de ellas!!!soy, como tú, adicta a la gente! Bien hallado seas Juan Povedano

Juan dijo...

Muchas gracias