Nombre: Olegario (o cualquier otro que os guste más).
Edad: 83 años.
Motivo de ingreso hospitalario: no hace el amor desde hace 20 días.
Esto me encontré un lunes al llegar al Hospital. Os advierto que es una historia real. Hay algún adorno en la historia, pero todo lo importante que en ella se cuenta es absolutamente cierto y vivido en primera persona.
Olegario nunca se acostumbró a nada. “Duramos tan poco que, lo que vivimos, lo debemos hacer de forma intensa y acostumbrarse a algo es matarlo, morir”.
Nunca jugaba a los mismos juegos y, si lo hacía, siempre como si fuera la primera vez..
Nunca pasaba por el mismo sendero para ir a su huerto, porque ese mismo sendero, tantas veces recorrido, cada día era diferente, cada día había una nueva flor, una nueva forma en el arbusto, cada piedra, cada árbol, cada nido le contaban una nueva historia....cada día.
Cada mazorca del maíz que plantaba surgía con una nueva fragancia, con un color distinto. Ya no tenía nuevos nombres para cada una de ellas.
Cada chupito lo percibía como un nuevo vino y cada cigarrillo era como el primero del día después de desayunar.
Cada desayuno de tostadas y aceite era distinto y lo disfrutaba como el hambriento que lleva semanas sin comer.
No se acostumbraba a dormir en un colchón con buenas sábanas y mantas porque, cada vez que se acostaba, lanzaba expresiones de placer....ummmm, ahhhhh, ohhhhh...pero que maravillosa es esta cama.
Se casó con 20 años. Después de 63 años casados, cada beso seguía siendo el primero. Cada caricia robada, era celebrada como la primera. Cada palmetada en el pompi le seguía enrojeciendo de placer y de vergüenza.. Cada mañana se sentía virgen y el corazón le palpitaba cuando volvía del trabajo pensando que esa noche iba a ser la primera vez. Y cada noche durante 63 años fue la primera vez. Ni un sólo día pasó sin que se desfloraran.
Tras 20 días deseando dejar de ser virgen, la esposa acudió a su médico que, tras escuchar el relato decidió, con buen criterio, ingresarlo.
Un cáncer de pulmón con metástasis le impedían la erección.
Murió como a él le gustaba: siendo virgen.
14 comentarios:
Si no me sientes, no me vives.
Si no me vives, no me ves.
Si no me ves, no me amas.
Es lo que me ha sugerido tu post.
Y también me ha dado ideas sobre el autoengaño, pero es muy temprano para tantas honduras, uff.
Un bes.
Qué suerte, así a primera vista, ¿no?
Un saludo.
Quizás la suerte hay que trabajársela. Mañana pretendo hablar sobre costumbres.
Un abrazo portorosa.
Y a segunda vista, Portorosa?
Pues me ha parecido una historia muy bonita. Si fue real, no queda más que alegrarse (entiendaseme bien) por Olegario y por haber vivido con esa intensidad, que muchos ya quisieramos (sobre todo teniendo en cuenta los tiempos que le tocaron vivir)
Todo tiene una segunda vista, y tercera, cuarta....
Fue real Jose. Un poco adornada pero, en lo esencial, absolutamente real.
No sólo me comentaba Olegario. Su esposa asentía y sonreía orgullosa de su esposo mientras me contaba sus andanzas.
Un abrazo.
Solo se me ocurre decir una cosa sobre Olegario: vivió.
Bueno, también se me ocurre otra, más terrenal: ¡Olé sus cojones!
A partir de hoy me voy a empeñar en ser otro Olegario, ale, que me has pillado predispuesto ;.
Gracias, Juan, es una bonita historia.
Solo se me ocurre decir una cosa sobre Olegario: vivió.
Bueno, también se me ocurre otra, más terrenal: ¡Olé sus cojones!
A partir de hoy me voy a empeñar en ser otro Olegario, ale, que me has pillado predispuesto ;.
Gracias, Juan, es una bonita historia.
Acabas de recordarme a mi abuelo, ese de los once hijos, los trece nietos, las catilinarias, los discursos en latín, ese que acaba de celebrar 60 años de casado.
Preciosa historia. Todos deberíamos vivir así. Gracias, Juan.
Sí Celadus, vivió. Yo me uno a tu elegante e intelectual grito: ole sus cojones.
Gracias Lenka. Tengo la esperanza que, como Olegario o tus abuelos, todos PODEMOS vivir así.
Ya tengo casi preparada mi sesión de mañana sobre las costumbres. Espero que os guste.
A Celadus se la ha ocurrido decir una cosa, sólo, dos veces...
Kaken, para la segunda vista no tengo datos :)
Y la suerte hay que trabajársela, por supuesto. Incluso aunque eso no sea suficiente.
Abrazos.
Pues yo tengo esa segunda vista. En la primera coincido con todos: una suerte y una dicha. Pero la segunda vista para mi es: ¡qué agotador! La pasión y la ilusión son fantásticas, pero en las rutinas también reside una parte de felicidad. El saberse experto en una cosa. El conocer bien un camino, el conducir hacia el trabajo de memoria (como hacemos casi todos) también liberan parte de tus energías y recursos personales para dedicárselos a empresas nuevas.
Nosesimesentiende.
Me encanta como has contado la historia Costi. Preciosa.
Es que no veo que sean cosas incompatibles, Ina.
Agudo comentario Ina. Lee el siguiente post donde explico lo de las costumbres.
Muchas gracias.
Un abrazo
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