martes, 27 de enero de 2009

Transmisión generacional

Muchas veces he pensado que he nacido en el siglo XIX, he crecido en el XX y vivo en el XXI.

Puede parecer una exageración, pero la forma de vida de mis primeros 7 años no tiene casi ninguna diferencia con la que tuvieron mis padres o abuelos. Braseros de picón, cocinas económicas, leche comprada directamente al cabrero que pasaba por mi calle con sus cabras, doble cocción posterior, ni un solo coche en el barrio, nada de acerados ni de alquitrán, pila para lavar la ropa a mano, pollos vivos que habían que matar y desplumar en casa, no existía la tele, ni el teléfono, niños jugando en la calle, sin las miradas de los respectivos padres encima, puertas abiertas todo el día. ¿Aire acondicionado, pero eso qué es?: 45 grados a la sombra y a sufrir, como Dios manda. Domingos de misa y lavado semanal, por supuesto en una cómoda palangana en el salón, si era invierno, y en el patio, si era verano. ¿Cuarto de baño?. Sí claro, el agujero en el suelo y la fosa séptica.

A los 7 años crucé al siglo XX, así, sin anestesia. Piso, cuarto de baño, coche, televisión, teléfono, vacaciones en Mijas. Pero persistían las misas, los juegos en la calle, las bofetadas en el colegio y el respeto por los mayores.

Un buen día, tras aprobar el MIR, me vi en una tienda de ordenadores comprando un PC. Traspasé el umbral del siglo XXI. No más curas, los juegos de los niños vigilados estrechamente por los progenitores en el parque, las bofetadas en el cole siguen....pero de los niños o padres al profesor y el respeto por los mayores....¿pero existen los mayores?, ah, sí, esa vieja que no sabe de lo que habla y está tan atrasada en todo.

Hay una gran brecha, tanto tecnológica como económica, cultural y social, entre el mundo llamado “desarrollado” y el tercer mundo. Pero ¿y la brecha generacional actual?. ¿Donde se ha quedado la transmisión de valores, actitudes, sabiduría ante la vida, entre los adolescentes y los ancianos?. No sólo no se comprenden, eso ha sucedido siempre, es que ni siquiera contactan. Son dos mundos que viven en el mismo espacio, pero no en el mismo tiempo. Dos formas de conocimiento incomunicadas. Hasta en el lenguaje se puede apreciar estos aislamientos.

Todos han salido perdiendo. Los jóvenes padecen una ausencia de modelos a seguir, por lo que tienen que improvisar, con su poca experiencia, una nueva forma de estructura social y los mayores sienten que sobreviven en un mundo que ya no es el suyo, que están de más, que no pueden seguir creciendo apoyados por la ingenuidad y la ilusión de la juventud. La innovación no debe ser incompatible con la tradición.

¿Como integrar en un modelo de sociedad ambos colectivos?.

17 comentarios:

Andrea dijo...

Hola me presento soy Andrea, es interesante lo que planteas, yo también lo he notado pero lo asumo como algo ya casi inevitable,creo que los dos colectivos cierran sus puertas a la integración general, por eso me encanta ver en algunas ocasiones (pocas) la relación de amistad verdadera entre un joven y un mayor. Un abrazo.

Lenka dijo...

Qué cosas, Juan. Precisamente ahora que ando tan sensible con el tema de mis abuelos, de los héroes octogenarios que debieran ser pilares de la sociedad y que tantas veces ignoramos o, directamente, despreciamos.

Una maravilla lo de los avances técnicos, científicos, médicos... pero fíjate, yo también tengo la sensación de que hemos ganado por un lado y perdido por otro. Hemos perdido humanidad. Hemos ganado calidad de vida? Comodidades, diría yo. Calidad de vida... a veces lo dudo. Con tanta prisa, tanta neura y tanto estrés, tan perdido el rumbo, tan olvidadas muchas cosas esenciales... no sé yo.

Y ahora me pongo banal: creo que acabo de escribir el comentario número 1.000 de tu blog! Juan, habrá que celebrarlo, 1.000 comentarios ya!!!

Juan dijo...

Andrea, encantado de tenerte en ésta, tu casa.

No sé si es inevitable, posiblemente lo sea, debido a que nunca antes ha habido un cambio tan radical en todos los aspectos sociales, ya sean religiosos, morales, políticos o tecnológicos. Sólo han pasado unos años, pero parecen siglos. No se habla ni en el mismo idioma. Pero es una pérdida para todos, mayores y jóvenes. Yo no responsabilizo a nadie. Ambos colectivos están encerrados en sus razones y no han sabido conectar.

Pero como tu dices, hay excepciones. El modo de acercarse al otro sólo tiene éxito si se hace con el corazón en la mano. Olvidarse de las diferencias abismales en aspectos que, si te fijas, son superficiales: actitud ante el sexo, concepción dela familia, política, Dios, individualismo, formas de convivir con los adelantos científicos.

Todo esto, que tiene su importancia, a la hora de la relación se podría soslayar perfectamente por otros valores más "eternos": afrontamiento del amor, relaciones personales, sentido de la justicia, comprensión, colaboración, etc.

No es necesario que la anciana se ponga a navegar por internet ni el joven tenga que ir a la novena con la abuela.

Pero sí que me da la impresión que si bien, en la actualidad, no se va a producir ese acercamiento a gran escala, en los próximos 50 años esta brecha generacional se va a volver a cerrar.

Un abrazo Andrea

Juan dijo...

¡¡¡Enhorabuena Lenka¡¡¡¡: tu comentario es el número 1000 del blog. Eso se merece un premio. Una cervecita, con tapita y todo, la próxima vez que nos veamos. Además te invito al próximo concierto de Falete cuando vaya a Asturias, jajajajaja.

No ha sido una coincidencia mi entrada. Es que al leer tu entrada de octogenarios se me ocurrió hacer esta, así que tienes parte de culpa, jejejeje.

Cuando leí tu entrada vi muy clara la falta de empatía que hay con los abuelos (no en tu caso, que has conseguido disfrutar de su compañía). Sus historias, que tanto podemos aprender, directamente se desprecian. Si se intentara comprender todo lo que significa el enorme esfuerzo, los grandes sacrificios que han tenido que hacer para poder vivir como lo hacemos, valoraríamos más lo que tenemos. Aprender a hacer las cosas con su tiempo. No tener que ir por la vida como pollos descabezados, vivir en la naturaleza (ahora sólo sabemos defenderla y, en el mejor caso, disfrutarla) .....tantas cosas.

Estoy de acuerdo en lo que apuntas: hemos ganado y hemos perdido. Tenemos mayor nivel de vida pero me da la impresión que hemos perdido calidad de vida. Hay demasiada gente sin rumbo, sin un camino claro y se limitan a sobrevivir y a defenderse del exterior en vez de crear lo externo.

Un abrazo Lenka....y gracias por la idea y por tu comentario 1000.

Io dijo...

Hola Juan:

Magnífico planteamiento que pone el dedo en la llaga y me deja un sabor amargo de pérdida irreparable.

Yo no conocí a mis abuelos, pero siempre he sostenido que, si mi hija es hoy en día la maravillosa mujer que es, mucha "culpa" la tuvieron los nueve años que compartió con mis padres, hasta que fallecieron. Fueron dos pilares básicos e insustituibles que le transmitieron enseñanzas tan valiosas como la compasión, empatía, prudencia, sentido del humor, respeto y amor, amor a sus semejantes, amor a la naturaleza y a los animales, amor en cada cosa que se hace, amor expresado sin armaduras, vivir el amor con alegría.

Dudo que ese tipo de enseñanzas puedan transmitirse desde un libro de texto con la misma intensidad. Podrán entenderse, memorizarse, ponerlas en práctica, incluso, pero cuando te las cuenta un abuelo las escuchas y las aprendes con el corazón, y eso es lo que deja marca en la personalidad.

Una sociedad que desatiende, abandona, desprecia e incluso ridiculiza a sus mayores es una sociedad sin futuro. Por supuesto que no todos los ancianos son sabios, algunos habrá que sepan más por diablos que por viejos, e incluso los habrá que no tengan mucho que aportar, pero generalmente, se pueden obtener buenos consejos de quien ya recorrió el camino que queda por delante.

¿Cómo recuperar ese lazo? Ni idea. Puede que la generación intermedia, los padres, tengan un papel fundamental del que actualmente se han desentendido, dejando en muchos casos a los abuelos ejercitando el rol de la nurse/empleada del hogar que no se pueden pagar.

Aquí, en Estepona, da gusto. Como digo algunas veces, vivo en el país de los druidas. Se les quiere, se les respeta y se tiene muy en cuenta su opinión y su influencia. Muchos de ellos eran pescadores. Lo que no les enseñó la vida lo aprendieron de los temporales de levante. Y se nota la buena influencia de los padres a la hora de conservar esa unión.
Puede que en los pueblos aún quede un poso de antigua tradición que se haya perdido en las ciudades.

Me han gustado mucho tus recuerdos. No hay playstation que pueda compararse con la calle, cuando la calle es un lugar que se puede tomar al asalto por una pandilla de niños que quieren echar a volar la imaginación. Así eran las calles de mi barrio. Ahora, hasta eso es más difícil de encontrar.

Aún recuerdo la vaquería que había junto a mi casa, y las lecheras de metal donde nos traíamos la leche. Y el matrimonio de fruteros, que pasaban con un carro tirado por una mula. Por supuesto que es más cómodo ir a Mercadona, pero aquello tenía algo de auténtico que se pierde cuando se ven las manzanas envasadas bajo un plástico.

Jo, lo que me he enrrollado!

Enhorabuena por tus sabias reflexiones, y gracias por compartirlas.

Mil besos!!!

Sra de Zafón dijo...

Hola Juan, con lo que ha dicho IO...poco me queda a mí...si ya me quedaba poco con lo dicho por ti y Lenka y Andrea.
Sólo una cosa, tengo muy buena memoria y me acuerdo mucho de mi infancia, en especial de una abuela y un abuelo, de sus refranes, de sus canciones cuando me caía y me lastimaba, cuando no quería dormir, cuando pedía y no se me daba, y sobre todo de la noches de invierno, cuando se sentaba a contarnos historias ocurridas en sus vidas. Un lujo.

Tengo la suerte de que mi hijo además de tener abuelos, disfruta de la muy buena compañía de algunas personas muy mayores y sólo puedo decir que son un lujo, aún con todas las barbaridades que más de una vez sueltan sobre "la gente de ahora" y sus pintas y sus maneras.
Con ellos aprendió a jugar al chinchón, al dominó y la brisca. Repite refranes como "la ciruela abre la portezuela y el membrillo cierra el portillo" partiendose de risa, o aplica el "mexan por ti e tes que decir que chove" ( mean por ti y tienes que decir que llueve) en el momento más propicio, cuando hablan de la paga por ejemplo jajajajajajaj. Porque tenías que oirlos hablar de sus pagas a los viejos y a los niños, jajajajaja ¡menudos economistas!
Bueno que hay mucho viejo sólo y mucho niño "emplaystado" y ...mucha teeeele...

Un beso desde la casa de la pradera :-)

jobar que palabritas tengo que escribir para dejarte un comentario: chibulfu ¿quién las inventará? esta es bonita, jajajaja

Elvira dijo...

Hola Juan y todos:

Me habría encantado que mi hija conociese a mi padre. Murió cuando ella tenía un año y pico, y claro, no recuerda nada de él. Estoy segura de que se habrían llevado muy bien. Los abuelos, cuando son cariñosos, son de lo mejor que hay para un niño.

Yo tampoco conocí a mis dos abuelos, sólo a las abuelas, y los "echo de menos" en retrospectiva. Seguro que me perdí muchas cosas buenas.

Un abrazo

Juan dijo...

Querida Io, has puesto algunas frases que resumen lo que yo quería transmitir, pero con una visión mucho más tierna.

"transmitieron enseñanzas tan valiosas como la compasión, empatía, prudencia, sentido del humor, respeto y amor, amor a sus semejantes, amor a la naturaleza y a los animales, amor en cada cosa que se hace, amor expresado sin armaduras, vivir el amor con alegría".

No hay nada que se pueda comparar con la calle, tienes razón. o lo ampliaría más. No hay nada que se pueda comparar con el contacto físico.

Muchas gracias Io. Un abrazo

Juan dijo...

Chusa, pues es verdad que hay que oir barbaridades de muchos ancianos, pero no lo veo negativo. Son visiones distintas de la vida y de las personas que siempre sirven, aunque sean como ejemplo negativo que también necesitamos.

Los juegos que comentas, jajajaja, la brisca, la escoba, el julepe, dominó....se están olvidando y es una pena. Se interactúa mucho y bien.

Los refranes y dichos, que muchos no tienen mucho sentido o directamente no estoy de acuerdo con ellos, pero que forman parte de nuestra historia y cultura y que como tales deben ser transmitidos, no para seguirlos a pies juntillas, pero sí como parte de nuestro pasado. Nuestros abuelos estaban llenos de ellos y tenían una cita para cada hecho que sucedía. Y esto también se está perdiendo.

Otra cosa que comentas y se me había olvidado: la soledad del niño y del viejo. Que razón tienes. Han habido algunas iniciativas de llevar a críos a asilos de ancianos y han sido todo un éxito. No estaría nada mal crear una organización para llevar adolescentes a estos asilo o incluso, en los tribunales de justicia, en vez de condenar a los jóvenes a pasar por el reformatorio, enviarlos 8 horas al día a hacer compañia a los mayores durante un periodo de tiempo. Quizás podría ser mucho más eficaz y útil.

Un abrazo Chusa, manda recuerdos de mi parte a los Ingalls, jejejeje.

Juan dijo...

Elvira, por supuesto, los abuelos cariñosos son una maravilla, pero hasta los cascarrabias pueden ser una fuente de iluminación. Hay muchas películas del típico viejo insoportable y un niño que llega a su vida y lo cambia.

No creo que esto suceda sólo en las películas de Marisol, en la realidad se puede y se da con frecuencia.

Un abrazo Elvira

Kaken dijo...

Cierto, Juan, lo que dices me trae a la memoria "La sonrisa etrusca", por ejemplo.

Un bes.

Lenka dijo...

Uf, Kaken, pocas veces he llorado tanto como cuando leí esa novela. Y es que, como ya he contado alguna vez en mi blog, uno de mis abuelos siempre ha sido bastante huraño y cascarrabias. De adolescente eso me molestaba y me cabreaba. Leí la novela y se me ocurrió pararme a pensar qué clase de vida le había tocado a mi abuelo, la posguerra, la miseria, el hambre, la orfandad, trabajar desde niño, mantener a los hermanos menores. Qué clase de afecto o de ternura había recibido, si estaba solo entre adultos extraños? Cuánto dolor y miedo pasaría, metido a los 14 años en la misma mina que mató a su padre? Acaso era esa la vida que soñaba? No lamentó poder ir a la escuela sólo dos años, tener que trabajar y no poder seguir aprendiendo? Es tacaño, como muchos ancianos, porque pasó necesidad y le aterra volver a pasarla? Se cabrea tanto con nosotros porque nos encuentra vagos y quejones teniéndolo todo? Tiene ese curioso vicio con los zapatos porque, uno de sus muchos oficios, era arreglar los zapatos de otros aunque él no podía tenerlos? Es huraño y terco porque aprendió a serlo para sobrevivir? Por qué iba a saber jugar, abrazar o besar, si nunca tuvo ocasión de aprender?

Y claro, sí, con el egocentrismo típico de "las cosas son como yo las veo" podía pensar que ha tenido todala vida para cambiar. Pero y si no supo, no quiso, no pudo? Cambiar para gustarme a mí? Mi abuelo se hizo a sí mismo y es como cree que debe ser un hombre: fuerte, útil, decidido. Sólo me apena pensar que quizá de haberse atrevido a expresar más sus sentimientos, a lo mejor, habría sido más feliz. Quizá, no lo sé. Pero cuando le veo lanzarle migas de pan a mi prima (su predilecta) o chinchar a su bisnieta de año y medio, me emociona darme cuenta de que sí, sí que aprendió muchas cosas, a jugar, por ejemplo, después de viejo. Y ni puedo calcular las cosas que aprendimos de él. Sobre todo, a intentar comprender.

Los abuelos son una fuente absoluta de sabiduría y de enseñanzas. No siempre estamos de acuerdo con ellos, cómo estarlo si hemos vivido en universos distintos? Pero nos dan mil ejemplos, mil lecciones, mil historias sobre nuestras raíces, sobre lo que somos. Creo que les debemos el amor y la paciencia cuando dicen o hacen algo que no nos gusta. Conozco bien las radicales ideas religiosas de mi abuela, fruto de su educación y sus vivencias. Nunca nos hemos peleado ni reprochado nada, a pesar de que tuve que oírle cosas que me sacaban de quicio. Ella me enseñó a tener en cuenta su opinión y respetarla, y me gusta pensar que cuando hoy dice cosas como: "el novio de mi nieta es ateo, pero muy buena persona. No tiene nada que ver lo que uno crea para ser bueno o malo", yo tuve un poco que ver en ese cambio de opinión.

Me gusta pensar que no todo es: "esta juventud da asco" ni "puaj, batallitas de viejos carcas". Si nos escuchamos de verdad, podemos aprender tanto!! Ojalá eso no se pierda.

Elvira dijo...

Los abuelos cascarrabias que acaban queriendo al niño... son cariñosos a su manera, ¿no crees, Juan? Me refería quizás a algunos abuelos que pueden demostrar muy poco interés por sus nietos.

Me has recordado la película de Pollyanna. Un abrazo

Juan dijo...

Lenka: has calcado un tipo de hombre que se ha ido forjando a hierro y acero. A base de sufrimientos, estrecheces, lucha a brazo partido. Hombres, a veces desencantados de le vida, pero sin quejas ni reproches, las cosas son así y me ha tocado este papel que debo cumplir con firmeza, determinación e incluso dureza. Hombres con sentimientos enterrados desde su más tierna infancia en una época donde eran sinónimo de debilidad.

Desde pequeños les enseñaron a ser puntales inquebrantables, fuertes, donde las lágrimas no tenían cabida. Tenían ese papel asignado, no podían escoger otra cosa porque no había donde elegir. Ahora se llama machismo, pero yo prefiero denominarlo sexismo, porque también a ellos le tocaba sufrir con esa etiqueta.

Cambiar esta forma de actuar no es imposible, pero sí es muy difícil e incluso diría que contraproducente. No es justo que, en el fin de una vida, se le haga ver a alguien que todo por lo que ha luchado, sufrido y querido era una farsa. Simplemente hay ue respetar su historia y enseñarle a respetar las historias actuales.

Muchas gracias, me ha encantado conocer a tu abuelo.

Un abrazo

Juan dijo...

Claro Elvira, hay de todo como en botica. No todos los ancianos son maravillosos, algunos son una auténtica lacra y pasan por completo de ningún tipo de complicación con los nietos. Sólo están para quejarse de lo malos e inmorales que son por no vivir y pensar como ellos. Los convierten en la diana donde lanzar sus dardos y se cuidan muy mucho de hacerles ver que son una molestia cuando acuden a sus casas. Pero me da la impresión que son los menos.

La sonrisa etrusca, Kaken. Que buen rato me hizo pasar.

Un abrazo

Luna dijo...

Llego tarde, así y todo me apetece comentar.
Hay abuelos y hay abuelos...
A mi abuelo paterno, no lo conocí, me bastó con conocer a mi nona, creo que él era bueno.
No es que no nos quisiera, es que nos odiaba. Hay cosas muy dolorosas de ella, demasiado dolorosas, para sus únicos nietos.

Ese dolor y tristeza, fue compensada con creces por mis abuelos maternos. Mis padres fueron hijos únicos, no había más nietos.
Ellos fueron algo especial en mi vida y mis padres lo fueron para mis hijas. Y si un día soy abuela, no pienso educar a un nieto, voy a ejercer de abuela, abuelita y abuelona. Voy a contarles cuentos de hadas, de miedo, voy a transgedir las normas educativas de los padres y nos lo vamos a pasar en grande.Los abuelos están para malcriar y los padres para educar y criarles.


Un beso a todos

Juan dijo...

Tienes razón Luna, los abuelos son los abuelos y los padres son los padres. Pero no es cuestión de malcriar a los nietos, sino de disfrutarlos al máximo y darles todo el cariño que a veces los padres no pueden por la falta de tiempo, trabajo, etc.

Un abrazo Luna