jueves, 26 de abril de 2012

Libertad y felicidad

Para algunos, ambos conceptos son incompatibles. Para otros, sólo se puede ser feliz siendo libre. Creo que ambas teorías tienen razón, dependiendo de cada persona y, los miedos individuales, son la frontera. 

La persona con miedos no controlados tiende a la seguridad, a eliminar incertidumbres, aunque ello suponga una falta de libertad de acción. Será el que viva a gusto en un régimen dictatorial blando en el que, si haces lo que te mandan, nada tienes que temer. Tu vida está perfectamente marcada por unos límites y, lo que es aún más importante, la vida de los demás también. Sabiendo que nadie se puede salir del camino marcado, y pobre del que se salga, se crea un clima de seguridad y una zona de confort en la que una libertad restringida es un pequeño precio a pagar. Prefieren obedecer a mandar. 

Viví mis primeros 16 años bajo el régimen franquista y mi impresión es que la gente no era, en general, infeliz. Me atrevería a decir que ahora veo más desesperación, desesperanza y tristeza que en aquellos tiempos. Y no es por la situación económica. En aquellos tiempos era mucho peor. Basta recordar los dos millones de españoles que tuvieron que emigrar. Las mujeres sabían lo que se esperaba de ellas. Los hombres también. Los obreros sabían hasta donde se podía llegar. Los estudiantes sabían perfectamente cuales eran los límites. Los delincuentes conocían lo que les esperaba. Y la mayoría vivían seguros. Límites. Límites para mí y para los demás. Seguridad. Uniformidad. Miedo al diferente. Todos compartiendo la misma moralidad. El paraíso del miedoso. Por eso, cuando en los momentos actuales veo a tanta gente desesperada, me da la impresión que la mayoría, por mucho que diga lo contrario, no desea tanto la libertad como la seguridad. Se quiere empleo fijo, seguridad en el banco, seguridad en nuestros ahorros, seguridad en la calle, seguridad ante el desempleo, seguridad ante la enfermedad, casa en propiedad….Estamos construyendo una sociedad libre que además quiere seguridad, cuando en realidad es una sociedad miedosa que, mientras las cosas van bien, está callada y deja que manden unos pocos y cuando las cosas se vuelven inseguras se queja de los que mandan por no proporcionarles seguridad (ojo, no libertad). Y es que la libertad y la felicidad son tesoros que sólo están dentro de nosotros. No dependen de factores externos. Nadie nos va a hacer ni más felices ni más libres. Sí pueden darnos seguridad, pero no libertad ni felicidad, eso sólo depende de nosotros. Para ser libres y felices tenemos que empezar a mandar, a implicarnos en las tomas de decisiones que nos atañen, a no tener miedo a equivocarnos y preferir no actuar. A no ser espectadores que aplauden cuando la faena es buena y abroncar si la faena es mala. Hay que salir al ruedo y torear nosotros. Tomar decisiones, aún erróneas, es manifestar nuestra libertad. Es rescatar la incertidumbre como algo positivo que nos va a hacer crecer. Arriesgarse es lo contrario de la seguridad. Con el riesgo empezamos a ser nosotros mismos. Con la seguridad somos como los demás quieren que seamos.

4 comentarios:

Lenka dijo...

Seguramente sí. Pero no me negarás que en tiempos del enano cabrón lo de salir al ruedo era impensable!!!! La libertad dependerá de uno mismo, pero desde fuera bien que te pueden dar cuerda... o ahorcarte con ella!

;)

Juan dijo...

jajajaja. Enano cabrón.

Muchos salieron al ruedo Lenka, pero claro, terminaron en la cárcel. Precisamente estos que salieron al ruedo era gente libre, por mucho que estuvieran en la cárcel. Los demás, que vivíamos tan tranquilos, eramos esclavos.

La seguridad seduce demasiado y creo que está sobrevalorada. Una dosis de riesgo calculado nos vendría tan bien a todos¡¡¡¡.

Lenka dijo...

Lo difícil a veces es calcularlo... El problema, sobre todo, es la falta de unión y de interés. Si cuarenta chavales se van al metro a protestar contra la subida de precios del transporte público, los brean. Si 20 millones de personas se echan a la calle... bueno, como siempre dice mi padre: no hay cárceles para tantos.

Lo malo es que nadie se atreve a salir el primero.

Juan dijo...

El problema es que somos cómodos y necesitamos un lider con carisma para ponernos en marcha. Y 20 millones no se movilizan si no hay uno con estas características que lidere. Y los líderes ya sabemos como son, la mayoría van por su interés y lo que empieza como una liberación casi siempre termina en una dictadura.

Mientras no haya una verdadera conciencia social de que el poder no se da sino que se reparte entre todos, cada uno con responsabilidades acordes con sus capacidades, esto no va a cambiar, o no tanto como algunos deseamos.

Jamás en la historia de España ha habido tanta gente preparada y, a la vez, tanta gente dejada. Se nos ha hipnotizado con un mundo lleno de derechos, de bienestares, de pelotazos fáciles, de fama sin trabajar y se nos ha olvidado lo más importante: para tener bienestar y derechos hay que currárselos a fondo porque, tal y como hemos visto, todo ha sido un espejismo, no había bienestar sino endeudamiento contínuo y burbujas.

Sólo tenemos derecho a aquello que nos hemos currado y lo podemos pagar. Los déficits contínuos desde el comienzo de la democracia nos han dotado de unos derechos que no podíamos permitirnos, porque no producíamos al ritmo de lo que gastábamos. Los políticos son los que tienen más responsabilidad en "darnos" tantas cosas, pero nosotros también somos responsables de haber aplaudido al que nos daba algo con la deuda correspondiente por detrás. Y no sólo eso, exigíamos más y más. Parecía que la teta del Estado era infinita.

Pero llega un momento en que las dedudas hay que pagarlas....