El dinero ha sido imprescindible para el desarrollo humano. El trueque funciona en sociedades primitivas pero, en una sociedad mínimamente compleja, sería imposible de generalizar.
El dinero es una reserva de valor. Pueden servir muchas cosas como dinero: el trigo, el cacao (en el México precolombino), las vacas, el oro o la plata. El problema con las vacas es que no son divisibles, tienes que comprar por vacas enteras. Y el problema con el trigo, el cacao o el arroz, es que no se produce en todos sitios ni en todos sitios se le da el mismo valor. Por ello, se generalizó en casi todo el mundo el uso del oro o la plata como soporte del dinero.
Pero era terriblemente incómodo pagar con monedas de oro o plata. Así que a alguien se le ocurrió inventar las monedas y los billetes. Pero esas monedas y billetes, aunque no llevaban oro ni plata, equivalían a una cierta cantidad del mismo, que estaba depositado en los sótanos de algún organismo estatal. Uno se podía llegar al sótano mágico para que le cambiaran sus billetes por oro o plata.
Hasta hace bien poco, el patrón oro era el que regía en la mayoría de países occidentales. Un banco hacía billetes/monedas y éstos valían tanto como la cantidad de oro o plata que tenía ese banco. Si hacía demasiada moneda, ésta se depreciaba. Si hacía poca, se apreciaba.
Pero en un mundo tan complejo (y tan habitado) como el actual, el patrón oro empezaba a ser incómodo.
En la actualidad, los miles de billones de euros, libras o dólares que se mueven no están respaldados por nada tangible. Ni siquiera existen como papel o moneda material. Es dinero inmaterial, que sólo está en los ordenadores.
¿Y qué lo respalda?. La CONFIANZA. Sólo la mayor o menor confianza en que un banco emisor me devuelva bienes a cambio de mi dinero. Cuando se pierde la confianza en un país, nadie le presta dinero (o se lo presta a altos intereses en relación al riesgo que corre el prestamista) y se le da menos valor a su moneda, con el empobrecimiento generalizado de su población. Para explicarlo de otra manera, con el patrón oro, si un banco emisor perdía la mitad de su oro, sus monedas bajaban un 50% de su valor. Pues con el patrón “confianza” si un país pierde credibilidad, confianza en la misma magnitud perderá valor su moneda.
Por eso, en último extremo, lo que vivimos es una crisis de confianza. Recuperarla no es fácil y no sirven demagogias. Hay que demostrar a los demás que somos capaces de producir, como mínimo, lo mismo que consumimos (nuestra deuda indica que hemos consumido más de lo que hemos producido).
Y debemos escoger un camino: o producir más o consumir menos. Con cualquiera de las dos estrategias saldremos de la crisis. Con una mejoraremos el nivel de vida, con la otra estoy convencido que mejoraremos la calidad de vida. Crecimiento eterno del PIB (si ello es sostenible) o decrecimiento ordenado basado en un menor consumo.
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