viernes, 13 de enero de 2012

¿Soy de derechas o de izquierdas?

Mala pregunta.

Me da la impresión que vivo en una sociedad en que la imagen es lo fundamental. Hay que ser de algo, de lo que sea. Hay que ser tribal. De izquierdas o de derechas, del Madrid o del Barsa, de la Macarena o del Gran Poder, nacionalista o no nacionalista, de letras o de ciencias, religioso o ateo, hetero u homo, feminista o….no, aquí me he confundido, nadie se confiesa machista o racista, como nadie era judío en tiempos de la Inquisición.

Y si hay que SER de algo, desgraciadamente, también hay que NO SER de la tribu contraria.

La verdad es que resulta muy cómodo SER de algo. Si me critican, no lo hacen porque haya hecho algo mal, no, me critican porque son de la tribu rival, me critican los de derechas por ser de izquierdas o viceversa, me critican los católicos porque soy ateo y así hasta el infinito. Yo nunca hago nada mal y los de mi tribu me deben defender y a los que no me defienden, es que realmente no pertenecen a mi tribu. Porque hay que defender o atacar el SER y no el HACER. La imagen, el SER, es lo importante. El HACER, no.

Ese cuidado extremo de la imagen lleva a distorsionar la realidad. Un gobernante hábil y justo será criticado o alabado, no en base a sus logros, a su HACER, sino en base al partido al que pertenece, a su SER.

No nos gusta que nos etiqueten, pero gozamos etiquetándonos. Nos encanta tener una identidad más colectiva que individual, de esta forma no tenemos responsabilidad en nada de lo que sale mal en nuestra sociedad (siempre es culpa de los que no SON de mi tribu) pero sí nos podemos las medallas de lo que sale bien. Que nuestros hijos SON estupendos, es que SOMOS unos magníficos padres. Que SON un desastre, es que los maestros (o el Ministerio, o la sociedad, o los colegios públicos) SON pésimos.

Si no SOMOS responsables de nada (malo) de lo que sucede, o SOMOS perfectos o es que no estamos HACIENDO nada y, si es así, SOMOS responsables por omisión.

Y respondiendo a la pregunta que abre esta entrada: no SOY ni de izquierdas ni de derechas.

Creo y trabajo en la rebeldía sin queja, en la crítica y autocrítica.

Creo en la reflexión personal sobre lo que puedo aportar a los demás, más que en lo que los demás me deben a mí. En el trabajo honrado encaminado a colaborar para una sociedad más justa.

Creo en la equidad, en que el mérito y no la cuna, el sexo, la raza o la condición sexual determinen los bienes que cada uno va a disfrutar.

Creo en una amplísima libertad moral y en una relativa libertad económica, con regulaciones por parte del Estado.

Creo que es una desgracia pensar que todo lo malo es culpa de los demás, sobre todo, de los que no SON de mi clan. No es sano psicológicamente, porque lo único que queda es la queja, la reclamación, la crispación por no poder HACER nada y, en última instancia, la violencia. Supone emprender una lucha “contra el SER ajeno” en vez de una lucha centrada en el “HACER propio”. Prefiero pensar en qué puedo HACER para, en la medida de mis posibilidades, mejorar mi entorno más próximo.

Pero ojo, SOY del Barsa. SOY ateo. SOY hetero. SOY hombre. Pero todas estas identidades no forman parte de ninguna secta ni implican un ANTI. Implican sólo información, que no pertenencia.

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