El parto biológico puede ser doloroso, incluso tener una terminación no deseada. Pero siempre tiene un fin, sea feliz o desdichado.
Pero muchos padres y madres siguen estando embarazados de sus hijos toda la vida. No saben terminar adecuadamente un proceso que es natural: cortar el cordón umbilical y dejar que vuelen.
Se empeñan en hacerlos dependientes, a la vez que los tratan de inútiles, como coartada para seguir rigiendo las vidas de sus hijos.
Muestran su “sorpresa e indignación” cuando, con más de 30 años, siguen chupando de la teta, cuando en realidad, es lo que han perseguido, consciente o inconscientemente, durante todo el periodo en que han debido educar en vez de consentir.
Parir significa dejar de hacer todo por los hijos y centrarse sólo en estar ahí cuando lo necesiten. Tienen que aprender equivocándose una y otra vez. Mientras sigan en el útero no reciben hostias que son necesarias para aprender y llegar a ser independientes.
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