La teoría nos la sabemos perfectamente. Los libros de autoayuda (que horror la mayoría de ellos) campan por sus anchas en las librerías. Nos conocemos al dedillo las mil y una maneras de afrontar nuestra vida con grandes posibilidades de éxito y felicidad. Pero a la hora de aplicar esas recetas tan “lógicas” fallamos una y otra vez.
Son fórmulas generadas desde el pensamiento y puestas en práctica por un ser pensante….y con emociones. Y son precisamente estas emociones las que se rebelan una y otra vez contra la teoría.
Nos educan desde una base puramente racional (no hay más que ver las materias que estudian nuestros hijos) y nos dejan analfabetos del mundo de las emociones. Resultado: no sabemos que hacer con ellas, no las sabemos manejar y, si no las manejamos, ellas nos manejarán y no sabremos por donde nos vienen las tortas que nos estamos dando nosotros mismos.
Me imagino que cada uno tendrá que aprender su propio camino, su manera especial y única de conocerse, ayudado del pensamiento racional, sí, pero no sólo de él. En mis momentos peores me he dejado “violar” por mis miedos, iras, rabias, dependencias, apegos, angustias, traumas, decepciones, alegrías, amores y pérdidas, recuerdos y sueños. Me he entregado a ellos sin huirlos, sintiéndolos…para comprenderlos. Y cuando los he entendido se me ha abierto un nuevo mundo, una forma diferente de sentir, actuar e incluso pensar.
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