Nuestros políticos no proceden de Marte, aunque lo parezca en ocasiones. Han vivido circunstancias sociales iguales a las del pueblo. Se han “formado” en los mismos colegios y Universidades que todos. Han visto la misma Tv, leído los mismos periódicos, andado por las mismas calles, bebido en las mismas terrazas y ligado como cualquier hijo de vecino.
Pero resulta que “ellos” son unos sinvergüenzas y nosotros no. Han compartido su nacimiento, infancia, adolescencia y juventud con todos, pero no sé en que momento, de pronto, se han separado y formado una secta que los diferencia claramente de los demás. Se han transformado en políticos y, por arte de magia, son desvergonzados, inútiles, delincuentes y responsables de nuestros males. Se convierten en la coartada perfecta para podernos indignar y señalar culpables (siempre ellos, nunca nosotros).
Con esto no quiero defender a nuestros políticos. Efectivamente, muchos de ellos se han ganado a pulso su mala reputación. Pero no son peores que el pueblos al que representan, aunque sea políticamente incorrecto decirlo. Son simplemente el reflejo de de nuestra sociedad.
Una sociedad que ensalza al gamberrete y no al que se prepara y trabaja duro.
Una sociedad que lleva a gala el darse de baja “porque total, no te lo van a agradecer ni es tuya la empresa”.
Una sociedad que prefiere quejarse a poner manos a la obra para ver que es lo que puedo hacer para mejorar los entuertos.
Una sociedad que sale a la calle para pedir “un empleo digno”, pero que lo deben crear los demás.
Una sociedad que enaltece al que da el pelotazo sin trabajar.
Una sociedad de “y lo mío para cuando” en vez de “que puedo hacer por todos”.
Una sociedad que alaba al que recibe subvenciones no imprescindibles y deja por gilipollas al que paga sus impuestos, con los que se pagan esas subvenciones.
Una sociedad que reclama más gasto pero se olvida que para ello hay que generar más ingresos.
Una sociedad en la que muchos se consideran víctimas cuando en realidad son privilegiados.
Una sociedad que piensa que la educación se debe dar en los colegios y no en las casas. Por eso se culpan a los políticos de las salvajadas de sus retoños.
Una sociedad que se embarca en múltiples deudas para llenar las casas de cosas tan necesarias como varias televisiones, cientos de juguetes y viajes al caribe, pero culpan a los bancos de las deudas que han contraído.
No me extraña que, de una sociedad así, salgan gobiernos como los que tenemos.
Para tener mejores gobernantes primero hay que cambiar nuestras propias perspectivas. Somos la cantera de los futuros políticos, si la cantera está corrompida……
No hay comentarios:
Publicar un comentario