Creo en la igualdad de derechos y deberes, pero no en la igualdad a secas sino en la equidad, en dar a cada uno lo que se merece. Creo en la meritocracia, en que aquel que dé más reciba más, el que más se esfuerce más gane.
Pero no creo en los abismos actuales en que la clase dirigente gana cientos de veces más que los empleados. En que los banqueros, lo hayan hecho bien o mal, obtengan primas de millones o jubilaciones doradas indecentes. Que los directores de compañías ganen, en tres días de trabajo, lo mismo que sus empleados en un año.
Deben haber diferencias salariales para fomentar el esfuerzo, la dedicación, el activismo en el trabajo, para compensar los años duros de preparación, pero no hasta extremos como los que estamos viviendo.
Creo en criterios de productividad en las empresas para que los empleados más rentables ganen más. Criterios consensuados, por supuesto, pero objetivos. Que todos sepan a principios de año lo que pueden obtener si consiguen las metas propuestas. Sin embargo, parece que esos criterios de productividad sólo se aplican a los directivos y los obtienen forzando a trabajar más a los de abajo, en vez de animarlos a trabajar más para conseguir mejores sueldos.
Pero existe un problema para homogeneizar sueldos: habría que hacerlo en todo el mundo. Si a directivos o banqueros brillantes se les paga en España cuatro veces más que a los empleados, se irán a USA o Europa donde les pagan 400 veces más. A medio plazo nos quedaríamos sin esas mentes brillantes y la brecha entre España y el resto del mundo se ampliaría.
Pero hay que hacerlo porque, en caso contrario, estaríamos haciendo el camino de vuelta de la injusticia: desaparición de la clase media. Volveríamos al mundo de la inmensa minoría de ricos e inmensa mayoría de pobres.
El Capitalismo es el único sistema que conozco que ha dado entrada a la meritocracia y, por tanto, el único que ha conseguido una gran masa de clase media. Y aún con sus defectos, que son muchos, una mayor justicia social. Pero las formas de entender este Capitalismo son múltiples. Durante mucho tiempo, la social democracia se ha impuesto, sobre todo en Europa, y ha contribuido a crear una sociedad decente. Pero últimamente intuyo que el Neoliberalismo está creciendo a expensas de la crisis y se puede convertir en el principio del fin de la clase media.
Contra esto sólo se puede combatir desde dos frentes:
1. Mayor protagonismo de todos en la vida pública/política, y no basado en un inocente y quejoso movimiento 15M, sino en la preparación y en la asunción de puestos dentro de los partidos para acercar éstos a la realidad social y dentro de todas las organizaciones sociales, sindicales, empresariales, culturales y económicas. Mientras vivamos al margen de la sociedad, cómodamente sentados en nuestros sillones, serán otros lo que decidan por nosotros.
2. Que todos seamos partícipes de la creación de riqueza activa. No podemos seguir esperando que los demás creen puestos de trabajo para nosotros. Así sólo somos sujetos pasivos del devenir de la economía. Debemos ser parte activa y, para ello, hace falta coraje, entereza, riesgo, un poco de talento y mucho de trabajo.
Si los de arriba son unos pocos, ellos serán los que manejen el cotarro a su gusto y según sus intereses. Hay que invertir la pirámide y que los de arriba seamos una gran mayoría. No sólo se puede. Sobre todo se debe.
4 comentarios:
Muy bueno este articulo, sobre todo en lo relacionado con las diferencias salariales existentes en la actualidad y en nuestro pais
Gracias anónimo
Excelente este articulo. Estoy leyendo mucho en internet producto de 2 accidentes de trabajo y me ha pareceido lo mejor que vi en internet.
Muchas gracias anónimo
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