No hay buenos o malos alumnos. Hay buenos y malos educadores. Y cuando hablo de buenos educadores pienso fundamentalmente en los padres.
Un buen educador es el que respeta y ensalza las potencialidades de cada alumno. Hasta el alumno más torpe de la clase ha nacido con un don que lo hace único y que si lo consigue desarrollar terminará siendo una persona equilibrada y feliz.
Nacemos con una capacidad creativa innata que se mata sistemáticamente para igualarnos. Rara vez se educa de verdad a un niño. Lo que la gente llama educación es realmente una doma, un adoctrinamiento para encajar en la cultura dominante del país.
En el mundo se discute sobre si es conveniente la educación mixta o segregada por sexos. Si es o no aceptabe educar en casa sin la obligatriedad de acudir a un colegio. Si hay que incluir o no Educación para la Ciudadanía o Religión. Bueno, en España ni se discute, directamente se imponen modelos al albur del partido que gane las elecciones.
Pero lo realmente importante ni se pone encima del tapete. ¿Qué hay que enseñar a los niños?. ¿Cómo hay que instruirles?. ¿Es mejor imponer conocimientos o profunduzar en el conocimiento propio?. Si les enseñamos a conocerse, ¿quién mejor que el propio alumno es el más adecuado para decidir los conocimientos que quiere tener?. Queremos una sociedad libre, pero nos da un enorme miedo la verdadera libertad. Por eso es mejor dejar atada y bien atada la educación de los niños con un sistema rígido, impersonal, frío, desmotivador, igualador y asesino de creatividades.
No hay que ocuparse tanto del hemisferio cerebral izquierdo (razón) y empezar a dejar fluir el derecho (emoción).
En el educar debe estar incluida la fórmula para que cada sueño sea más fácil de hacerse realidad. Y para ello, hay que confiar mucho más en las potencialidades innatas del niño, que son infinitamente más creativas e imaginativas que la de nuestros adolescentes capados.
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