sábado, 6 de diciembre de 2008

Masculino y femenino

Siempre se ha diferenciado lo masculino y lo femenino, el yin y el yang. Pero hay que ser muy cuidadoso a la hora de establecer comparaciones entre los sexos. Somos diferentes, por supuesto, pero estas diferencias no deben ser la excusa para establecer prejuicios y normas de obligado cumplimiento basadas en lo distinto.

Cuando se estudia cualquier fenómeno, se intentan realizar agrupaciones, asociaciones y clasificaciones para comprenderlo mejor. A los animales que tienen una determinada digestión los agrupamos en la categoría de rumiantes. Entre ellos, los que tienen determinadas particularidades los clasificamos en tal o en cual grupo, etc. Basándonos en determinadas características que cumplen los vamos analizando.

Con las personas hacemos lo mismo. A los que cumplen determinados criterios, los clasificamos, los agrupamos en una determinada “tribu”. Hasta ahí está bien, pero con una condición: sólo debe servir para conocer, para entender, nunca para imponer roles o etiquetas, jamás para prejuzgarlos u odiarlos. Porque las clasificaciones agrupan, pero no individualizan.

Al que es de derechas o de izquierdas, se le adjudica automáticamente toda una serie de características, generalmente basadas en prejuicios, que pueden hacer de la crispación un modo de vida. Podemos elegir la confrontación o el diálogo y tender puentes. Pero casi siempre consideramos que los que no quieren dialogar son los otros……cuando lo que en realidad sucede es que los demás piensan y sienten de forma distinta y no se dejan convencer por nuestro “mejor” criterio.

El mejor diálogo no es aquel en que todos tratan de convencer a los demás de sus bondades, porque en realidad no son diálogos sino monólogos: yo lanzo mis “verdades” pero sólo escucho lo que me interesa para rebatir las “verdades” de los demás. Dar respuestas a los demás es casi imposible, porque las respuestas a las preguntas que nos importan sólo pueden venir desde dentro. El verdadero debate, a mi juicio, se establece entre personas que exponen sus ideas y escuchan las de los demás, no para rebatirlas (que también), sino para aprender y, sobre todo, comprender.

Volviendo al tema de hoy, veo acertado distinguir facetas masculinas y femeninas, pero sólo para comprendernos mejor y sufrir menos. Demasiadas veces veo, sobre todo en parejas jóvenes, unas expectativas que no se corresponden con las capacidades y actitudes del otro. Se le otorga a la pareja una sensibilidad, unas formas de sentir y de pensar similares a las tuyas. Muchas mujeres creen que los hombres son mucho más “femeninos” de lo que son y viceversa. Al final surge el dilema eterno: a las mujeres/hombres no hay forma de comprenderl@s. O lo que es incluso peor, creer que se les conoce muy bien: “es que todos los hombres son iguales, tan simples ellos”, o “todas las mujeres son iguales, menos mi madre”.

No nos han educado en la diferencia como fuente de comprensión, riqueza y complemento sino en la diferencia como germen del prejuicio, la división, el enfrentamiento y la etiqueta. El último paso de este adoctrinamiento es la imposición de roles según las características grupales, sin respetar la individualidad de cada uno: TODAS las mujeres en casa a cuidar de los hijos, TODOS los hombres a cazar y jugar al fútbol.

Me gustan los estudios que inciden en las peculiaridades entre sexos pero mucho más me gustan las personas que sólo ven en esos estudios una fuente de conocimiento para comprender, no para dividir. Me gustan las sociedades que, aun sabiendo de estas diferencias, dejan libertad individual para que cada uno se desarrolle a su manera.

La lucha por la igualdad no debe pasar por copiar características de los demás, porque curiosamente, casi siempre se copia lo peor del otro y se obtienen como resultados mujeres que son malas copias de los hombres en su afán de enterrar su feminidad, o lo contrario, hombres que por no aceptar su lado masculino, son malas copias de mujeres. Debemos aceptarnos como somos, intentando mejorar, por supuesto. Respetarnos supone no rechazar nuestra feminidad/masculinidad en pos de una mal entendida igualdad, sino desarrollar todas nuestras potencialidades, sean consideradas masculinas o femeninas, y exigir la igualdad de oportunidades no basada en si nos cuelga un pito o no.

Individualizando, la mayoría de nosotros tenemos características masculinas y femeninas en proporciones distintas. Yo me considero un hombre muy femenino.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo, una mujer muy femenina y masculina.

Juan dijo...

Pues sí Amanda. No conozco ninguna característica, no biológica, que sea exclusiva de un sexo. Tengo la impresión que las personas más completas son las cuidan y miman todas sus facetas, sean teóricamente masculinas o femeninas. Al menos a mí, las mujeres que me han gustado han sido muy masculinas.

Un abrazo Amanda y encantado de conocerte.

Celadus dijo...

La lucha por la igualdad de derechos debe ser eso exactamente: por la igualdad de derechos. Punto. Igualdad de derechos de todas las personas, con independencia de su sexo, raza, religión, ideología, etc. Y, naturalmente, también igualdad de deberes, que a veces se nos olvida. Todo lo demás me parece marear la pediz y querer buscar enfrentamientos y distinciones que, aunque existan, no vienen a cuento. Los hombres y las mujeres somos muy parecidos en muchas cosas y muy distintos en otras. lo importante es tener claro que las generalizaciones siempre son una aproximación muy tosca a la realidad, y muchas veces un alejamiento brutal de esta. Lo malo es que a menudo las clasificaciones se toman por verdad absoluta.
Las características emocionales o psicológicas son -todas- comunes al ser humano, independientemente de su sexo, aunque varíen considerablemente de un especimen a otro -al menos en lo que respecta a su manifestación- en función de su carga genética, de sus experiencias o de la educación recibida. Ying-yang, masculino-femenino no son más que formas de denominar los opuestos, esa esencia bipolar que mueve la vida y que permite que el universo sea como es, algo vivo, en movimiento, continuamente cambiante y diverso.
Y lo dejo aquí que me estoy poniendo estupendo, jajajaja.

Anónimo dijo...

Juan, más que completas, que suena a proceso que se acaba, las cuidan y miman todas sus facetas desarrollan un fluido dinamismo al que al menos de lejos no se le ve el final.

Y por cuanto es tu mayor placer, un abrazo.

***


¿Has probado a no dejarlo justo cuando te pones estupendo, Celadus?
Es interesante lo que dices.

Juan dijo...

Jjajja, Celadus. Estoy con Amata. Cuando te pones estupendo me encanta y siempre se me queda corto, me dan ganas de que escribas más, jajajaj. Por lo demás, estoy totalmente de acuerdo contigo (como casi siempre).

Pues sí Amata. No es un proceso con un fin. Es el poceso el que cuenta y nunca se termina, siempre van surgiendo nuevas posibilidades, siempre se puede enriquecer de mil maneras. Siempre nos buscamos y, cuando creemos que nos hemos encontrado, sólo estamos más cerca de nosotros mismos en un viaje sin fin.

Un abrazo.

Lenka dijo...

Estoy con Celadus. Se debe luchar por igualdad de derechos y deberes, el resto es debatir sobre el sexo de los ángeles. Las mujeres son así, los hombres asá, es una simplificación absoluta. Luego soltamos aquello de que cada persona es un mundo y nos quedamos tan anchos.

Claro que somos diferentes. Y qué? A lo mejor yo tengo, como persona, más cosas en común con Costillo que con mi amiga Marechek, pongo por caso. Y, hasta donde sé, somos mujeres ambas. Cada vez me revientan más las etiquetas sexuales. Pero al mismo tiempo descubro asombrada que cantidad de gente las admite y hasta las aplaude.

Sé que muchas se esgrimen en plan de broma, pero me cansan, al final no les ves la gracia. Porque todos alguna vez caemos en la tentación del chiste, la broma o el poner los ojos en blanco y soltar un: "ay, son tod@s iguales!!" El problema es cuantísima gente se lo cree. Y tengo comprobado que la gente que se lo cree, se lo cree en ambas direcciones. Etiqueta al otro sexo y se etiqueta en el suyo.

No me cabe duda de nuestras diferencias (que considero positivas, todos somos diferentes a los demás) y hasta opino que en muchas cosas, por educación, por genes, por la forma en que funciona nuestro cerebro, por mil causas, se pueda dar un cierto "corporativismo" entre sexos. Pero de ahí a los clones hay un mundo.

Además, también me voy convenciendo de que mucha gente se queda en la etiqueta por costumbre. Por pertenencia. Si tanta gente dice que las mujeres somos así, tengo que ser así, o seré menos mujer, o rara. Eso también ocurre.

Ayer charlaba con un amigo psicólogo que, curiosamente, a pesar de que su trabajo consiste en escuchar y ayudar a otros, es incapaz de pedir ayuda si la necesita. Le pregunté cuál creía que era la razón. Me dijo: "ya sabes, que los tíos no piden ayuda". Se reía con cierta amargura porque era muy consciente de la etiqueta, De que ciertos clichés le habían encasillado y ahora le pasaban factura. Estaba decidido a cambiarlo, pero admitía que le costaba.

Como decimos siempre, el sexismo termina por fastidiarnos a todos.
Un saludo!

Juan dijo...

Pues amen Lenka, jejejeje, suscribo todo lo que has escrito.

También me rio mucho con las expresiones: "el hombre de hoy", "la nueva mujer". Generalmente van acompañadas de nuevos encasillamientos: desde ahora, para vivir en tu tiempo debes ser así.

¿Tan difícil es el simple respeto por las opciones que cada uno escoja?.

Un abrazo '''mujer de hoy¡¡¡, jajajaja.

Lenka dijo...

Calla, calla, eso también tiene su guasa. El hombre de hoy es así y asá, la mujer modelna es esto y lo otro... pero si al final no es más que puro reclamo publictario! No ves cómo terminan todas las frases?

"El hombre actual se cuida cada vez más. Por ello, la nueva línea de cosmética Machote está pensada especialmente para ellos" (Puaj)
"La nueva mujer no renuncia a nada (imagen de señora estupenda con teléfono a la oreja y carpeta de cosas importantes, trabajando mucho pero sonriente y perfectamente arreglada; después, imagen de señora estupenda haciendo footing; luego, imagen de señora estupenda jugando con sus churumbeles estupendos; después, señora estupenda en cena con amigos estupendos, toda divina ella; finalmente, señora estupenda con esposo estupendo llegando a su casa estupenda, mirando dormir a sus estupendos hijos y brindando en estupendo arrumaco de matrimonio estupendo) Por eso, nuestra línea de cosméticos Señora Estupenda, pone a tu alcance toda una gama de productos estupendos. Para ti, que eres tan estupenda".

No se inventaron la palabra "celulitis" para que una característica natural en toda mujer (e incluso considerada hermosa hasta no hace tanto) pasara a ser poco menos que una enfermedad a combatir? La nueva mujer no tiene celulitis, debe combatirla. Hay toda una industria viviendo de ese sencillo concepto, de ese nuevo modelo de mujer estupenda. Con los hombres, igual. Ahora se cuidan, se depilan, se ponen cremas, y, como son estupendos, tienen coches maravillosos, y, como son sensibles y estupendos, compran a sus mujeres estupendas estupendos perfumes y a sus estupendos niños estupendos huevos kinder.

;)

Juan dijo...

Jajajajajajaja. Muy bueno Lenka.

Me acabo de acordar de un chiste:

El padre que le grita a su hijo, que está silencioso en la habitación de al lado.

"Hijo, con qué juegas"
"Con lo que me sale de los huevos"
El padre, ni corto ni perezoso, se abalanza sobre el hijo y le da un par de mandobles. El hijo, compungido, responde:

¡¡¡Papá, no me regaleis más huevos Kinder.¡¡¡

un abrazo

Anónimo dijo...

O como ese de la niña que llega del cole y le dice a su madre:

-Mamá, ya no soy virgen.

Y después de darle también unos mandobles, le replica entre lágrimas.

-¡Ahora sólo soy pastorcita!

No hay como empezar el día o terminar el día con humor. :-)

Juan dijo...

Jajajajaja, muy bueno Amanda.

Un abrazo

Sra de Zafón dijo...

Jobar cómo os lo montáis el fin de semana...
os doy la razón en todo así que no gasto tecla.