miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Por qué se ama a los hijos?

No hay duda, salvo alguna rara excepción, que a los hijos se les ama hasta morir. Es el verdadero amor incondicional, en el sentido que, pase lo que pase, siempre se les quiere. Otra cosa distinta es que te gusten o que les apruebes, para esto sí se ponen condiciones, pero de este tema ya hemos hablado en otras entradas. Para amarlos, no tienen que hacer nada, no se tienen que esforzar. Ya nacen con la patente de corso del amor absoluto.

Por nuestros hijos, somos los más valientes del mundo y los más cobardes. Por ellos, se puede llegar más allá, hasta donde no nos creíamos capaces. Por ellos, siempre podemos. Si están en peligro nos olvidamos de todo. Lloramos con ellos y, lo más difícil, reímos con ellos. Es muy fácil llorar con el que sufre, no es necesario que sea alguien importante para ti. Pero sólo con los seres amados te alegras de verdad, en lo más profundo de tu ser, compartiendo su alegría.

¿Por qué sucede esto?
Podemos ver todos sus defectos y virtudes. Puede que no nos gusten. No tienen porqué llevar nuestros genes. Pero el amor sigue ahí. Puede que al año de nacer, o al mes, se hayan dejado en otras manos, pero siempre están en nuestro pensamiento.

¿Alguien sabe algo que se me haya escapado?, porque yo no lo puedo explicar.

Os dejo un magnífico vídeo. Lo que el amor de un padre puede conseguir.

Un hijo, paralítico cerebral, que quiere competir en la prueba atlética más dura que existe: el Iron Man de Australia: 3.800 metros de natación, 180 Km de bicicleta y una maratón a continuación. ¿Es imposible?.


http://es.youtube.com/watch?v=AgtsyVom-Ns

18 comentarios:

Portarosa dijo...

A los hijos se les quiere, hasta cotas de generosidad inimaginables, por... nosotros.

Bueno, mejor me cambio a la primera persona del singular, para dejar clara la subjetividad de todo esto:

Más allá de instintos animales que seguro existen, en nosotros como en cualquier especie, quiero a mis hijos porque no hay nada que me haga ser tan bueno, tan valioso (aunque fuese para todo lo demás un desecho); porque no hay nada que le dé tanta trascendencia a mi vida, o mejor dicho, nada que se aproxime tanto a darle trascendencia; porque me hacen importante, especial y único; porque me quieren (al menos por ahora, luego ya veremos...) como nadie; porque son lo que más me acerca a verle un sentido a mi vida.

Y creo que, más o menos, estos sentimientos son comunes a casi todos nosotros. Incluso la más desgraciada de las personas ve a su bebé y se asombra de que ella, un desastre, débil, sin éxito, a la que todo le sale mal, haya podido "hacer" algo tan increíble, tan maravilloso. Y lo adora, claro, lo adora, porque le da lo que nada ni nadie le va a poder dar nunca.

Rose dijo...

"No hay duda, salvo alguna rara excepción, que a los hijos se les ama hasta morir".
Desgraciadamente, conozco una de esas raras excepciones, una persona cercana a mí, y es muy doloroso, no sólo por el hijo, sino por la madre, porque pudiendo ser la maternidad la mayor fuente de felicidad, ha ¿decidido? convertirla en una carga, y hacer como que no hubiese ocurrido.... Ha dado de lado a la responsabilidad, pero también al amor, a los pequeños momentos maravillosos, a la satisfacción, a ser un poquito más feliz y ver los problemas cotidianos de otra manera. Y la verdad, después de ocho años, aún no sé qué ha obtenido a cambio. La nada. Creo que LA NADA.
Bueno. Me sacudo los fantasmas....
¿Que por qué se ama a los hijos? Uffff... qué pregunta. Es algo irracional. ¿Instinto? Hmmmm... tengo mis dudas sobre el instinto, no lo tengo nada claro, no. Es difícil de analizar, porque no es un amor objetivo. Seguro que ninguno lo es, pero el amor por los hijos alcanza las más altas cotas de subjetividad. Es brutal, visceral, devastador. Estoy segura de que por los hijos somos capaces de realizar las acciones más bellas, pero también las más crueles. Es un amor que lo llena todo. Sientes como tuya su alegría, y también su dolor, desde lo más profundo de las entrañas. Quizá parezca una tontería, pero cuando mi hijo se hace daño, siento un dolor en el útero, ese lugar donde un día estuvo y al que jamás podrá regresar, un dolor sordo que sube desde allí hasta el estómago. Supongo que es miedo. Ese miedo a perderle, tan irracional como el mismo amor.
Y tiene razón Portorosa. Los hijos te hacen ser, o intentar ser, mejor persona. Sacan de tu interior cosas que ni siquiera sabían que llevaban en tu equipaje.
Y es cierto, cada día, cuando ya dormidos, me quedo un rato observándoles, me maravillo de que esas personitas tan maravillosas hayan podido salir de mi cuerpo.
No sé si puede existir un amor igual. Por el momento, no lo conozco...

Rose dijo...

"Sacan de tu interior cosas que ni siquiera sabían que llevaban en tu equipaje. ".
Perdón. Quise decir que ni siquiera sabías que llevabas en tu equipaje.

Juan dijo...

Os comprendo a la perfección. A mí no me duele el útero, pero casi, jejejeje

Creo que es la fuerza más poderosa para hacernos crecer. Nunca he vivido más intensamente que en situaciones pasadas con ellos.

Con ellos todo se amplifica, lo bueno y lo malo y, lo que no haría por mí, sin duda alguna lo haría por ellos.

Este amor tan intenso y tan necesario puede llevar a maleducarlos si no se controla.

Un abrazo

Io dijo...

No lo sé. Cuando estaba embarazada, mi hermana me dijo "En cuanto la tengas en tus brazos sabrás que eres capaz de dar la vida por ella". Pero nunca averigüé el motivo.

¿Instinto de protección? ¿Instinto de supervivencia de la especie? Tal vez exista una explicación que englobe, no sólo nuestro instinto, sino también el que sienten los animales por sus crías.

Excepciones como la que ha comentado Rose, lamentablemente, las hay. Pero son excepciones. Lo normal es que un hijo saque lo mejor que hay en tí, que te haga llegar a límites que creías inalcanzables, que te contagie su infancia, su juventud, su alegría de vivir, que le de un nuevo sentido a tu vida. No existe un amor como ese. Al menos, yo no lo conozco.

Sólo tengo una hija. Siempre me lamenté por no haber tenido trillizas. Hubiese sido el triple de feliz.

El vídeo pone la carne de gallina. Esa sonrisa del final vale por toda una vida.

Excelente reflexión, Juan.

Un abrazo y un millón de besos.

Juan dijo...

El vídeo es impresionante. Lo que ese hombre ha tenido que trabajar para ver a su hijo feliz es indecible. El chico tiene 43 años y tienen su carrera universitaria, su trabajo y su propio piso.

I can, es su lema.

Lenka dijo...

Supongo que tenéis razón. Lo sabré si algún día soy madre. De momento, por mi trabajo he tenido que ver siempre los otros casos: los de los padres que no lo dan todo por sus hijos, ni mucho menos. Por eso quizá yo soy de las que lo ven al revés: el amor realmente incondicional es el de los hijos por los padres. Al menos eso es lo que yo he comprobado al conocer casos sangrantes y seguir oyendo: "pero es mi papá y es el mejor del mundo" o "es mi mamá, y la quiero hasta el infinito".

Juan dice sabiamente que los padres siempre quieren a sus hijos, pero que a veces no les gustan. Sabia me parece la segunda parte (con la primera, lo lamento, no puedo estar de acuerdo. Sé que la mayoría de los padres quieren siempre y pese a todo. Otros no quieren, sencillamente. Es así). Pienso, y estoy convencida, que algunos padres (muchos) aman incondicionalmente. Aman a sus hijos aunque no les gusten. Aunque les causen enorme dolor. Muchísimas veces se ama a un hijo aunque sea el mayor monstruo. Incluso los asesinos tienen padres que los aman. Supongo que las razones serán siempre un misterio.

Pero hay otros padres que imponen muchas condiciones. Lo he dicho muchas veces. Hay padres que dejan de quererte si no eres como ellos esperaban. Dejan de quererte por un matrimonio que no aprueban, una opción sexual que no entienden, una profesión que no respetan, por mil razones. O quizá no dejan de quererte, pero dejan de demostrártelo, lo cual es casi peor. Es más mezquino. Es una negación.

Afortunadamente, y para compensar mi pesimista certeza, siempre hay casos como el del vídeo. Historias maravillosas que te hacen confiar en ese amor incondicional que, ni entiende las razones, ni se molesta en buscarlas.
Gracias, Juan.

Juan dijo...

Lenka, es que tu has vivido una realidad sesgada por tu profesión. Ves los casos desgraciados, las excepciones de las que yo hablo, que para tí no lo son pues has vivido demasiadas.

Los padres que intentan condicionar, que son la mayoría en mayor o menos grado, no lo hacen para quererte o no. Te quieren, pero te hacen ver de mil maneras que le decepcionas por no ser como ellos habían previsto....y eso es terrible, devastador. Convierten a los hijos en buscadores de aprobación.

Es una de las mayores faltas de respeto que conozco y una de las que tienen consecuencias más negativas.

Con respecto al amor incondicional de los hijos, en muchísimos casos es así, pero depende mucho de la educación que le hayas dado. Hay algunos egoístas de tomo y lomo que sólo ven en los padres la fuente para la realización de sus deseos. Sólo esperan recibir y recibir. Lo que sí es verdad es la carita del niño pequeño cuando mira con admiración absoluta a sus padres. Esa mirada desarma al más pintado.

Un abrazo Lenka, eres un encanto.

Kaken dijo...

Juan, para mí la pregunta sería ¿por qué algunos padres saben amar a sus hijos y otros no?

Estoy en el lado pesimista de Lenka, creo que la mayoría de los padres no aman a sus hijos, sencillamente "les poseen".

Al hilo de esto, os dejo el enlace a una noticia que me llama la atención.
http://blogs.periodistadigital.com/cronicanegra.php/2008/12/05/abusos-hijo-deberes-pelea-9999

Un bes

Juan dijo...

Yo creo que sí hay amor. El problema es saber amar. Un amor que respeta, que haga que el otro crezca de forma natural.

Lo mismo sucede en cualquier tipo de amor: no se sabe amar.

Hay una frase que me encanta: ¡ay mamá, no me quieras tanto¡.

Por cierto, se la voy a poner a Rose, jejejeje.

Un besito

Rose dijo...

¡Soy tu madre, y te quiero lo que me da la gana! ¿Cómo que por que? Porque sí, y punto.
Je,je,je...

Sra de Zafón dijo...

Le doy la razón a Portorrosa "A los hijos se les quiere, hasta cotas de generosidad inimaginables, por... nosotros"

Es verdad que muchos daríamos la vida por ellos y que conozco muchos padres que literalmente se dejan el pellejo intentando hacer más felices a sus hijos y con muy buenos criterios, pero... demasiadas veces en nombre del amor hacia los hijos he visto hacer cosas absurdas , e incluso denigrantes.
Muchas de las cosas que nombras en tu otra entrada sobre la mala educación , para mí, tienen mucho más que ver con el egoísmo y la comodidad que con el amor, y , tristemente, se dan muchísimo. Así que me cuestiono mucho eso de que, en términos generales y salvo raras excepciones, amemos a nuestros hijos incondicionalmente.
Es verdad que yo, como Lenka, he tenido acceso al lado oscuro de la paternidad, y que por ello creo más en el amor incondicional de los niños por sus padres, que en el de los padres por los niños.
Pero creo que no sólo por mi trabajo pienso así. Cosas “más leves” son el pan de cada día en el “amor de padre” de muchísima gente. Te enumero algunas muy, muy cercanas geográficamente a mi, de vecinos y gente que conozco que nada tienen que ver con mi trabajo:
Afirmar categóricamente lo buenas que son las niñas, (porque les hacen más compañía) y lo egoístas que son los hombres desde niños, y emplear como único baremo de esa maldad las horas que pasan con ellas.
Avergonzarse hasta el insulto de las pintas que elija el hijo, o decepcionarse hasta el infarto (los hay así) porque la hija se va a vivir con un chico iraní (pedagogo y con trabajo pero…¡tan árabe!)
No dejar ir a los niños a casa de su padre hasta que deje a la z… esa, con un “lo hago por amor a ellos que para eso tienen una madre que no consiente que su padre les falte al respeto.“ (jajajajaja, es que con este amor me parto de risa, lo siento)
O un "no te puedes ir a hacer un erasmus porque no vas a dejar a tu madre sola preparando el sacramento" (una especie de aniversario de boda colectivo y muy vistoso que se celebra mucho en esta parte de Galicia)

También los motivos para tener hijos que tú mencionabas en otra entrada dicen mucho del amor que se les tiene:
Tener un hijo para intentar salvar la pareja, o para que el hombre o la mujer estén más en casa, o más tiernos y nos caiga algo de rebote, o para que te cuiden de viejo, o para que hereden el negocio, o …etc. Esto dice mucho del amor, pero del que se tienen a sí mismos.
Yo a eso desde luego no le llamo amo.
Cada vez que oigo a un padre decir
“ ¡Qué desagradecidos son los hijos con todo lo que se hace por ellos…!” me sale la misma pregunta ¿por ellos?

Juan, ¿tú crees que un amor que no respeta es amor? Yo creo que sí, que es amor, pero a uno mismo.

Estoy con Kaken, para mi la gran mayoría de los padres poseen, y poseer y amar son conceptos incompatibles. También estoy con Lenka, en que el amor incondicional,el que respeta y no posee,(eso es el amor y a lo otro habría que buscarle nombre) hasta ahora, lo he visto muchas más veces en niños que en padres.


Un abrazo.

Lenka dijo...

A eso me refería, qué bien lo has expresado, Zafo. No hace falta irse al centro de acogida para ver ejemplos monstruosos, aunque es innegable que esa realidad marca mucho la opinión de quienes la hemos vivido. Muchas veces lo tienes delante, en la puerta de al lado, en tu propia familia.

Yo también he oído mucho eso de "qué desagradecidos son los hijos! Lo haces todo por ellos y así te lo pagan!!" Ein?? Pagar??? Ah, pero, es que había que pagar?? Hay muchos padres que, como bien apunta Kaken, no aman a sus hijos, los poseen. Supongo que los tienen por motivos equivocados (al menos a mí me lo parecen), tienen demasiadas expectativas respecto a ellos y luego llega la decepción. Y, en muchas ocasiones, esa decepción, en efecto, se les hace pagar y muy cara.

Oímos mucho eso de "les das la vida y mira!!" Claro. Les das la vida. Se la das para que dispongan de ella. No para que vivan la tuya, para que sean un apéndice tuyo, para que perpetúen aquello en lo que tú crees o hagan todo aquello que tú no pudiste, no supiste, no quisiste o te hubiera gustado hacer. Como siempre dice mi padre: "acaso tú no hiciste con tu vida lo que te dio la gana? Sí? Pues tu hijo tiene derecho a lo mismo. No? No lo hiciste? Mala suerte, pero no lo pagues con tu hijo".

Juan dijo...

Estoy de acuerdo con vosotras, Lenka y Chusa. Hay amores muy egoístas, que no sólo no dejan crecer, sino que maniatan y hacen sufrir. Es un sentimiento tan fuerte que puede llegar a ser muy posesivo. Pero no encuentro otra palabra distinta a amor. Se le puede llamar no saber amar, amor egoísta, amor posesivo, lo que sea pero sí que hay un sentimiento fortísimo hacia la otra persona.

La mayoría de padres, incluyendo a los egoístas y malos padres, darían su vida por los hijos, sin embargo, a la vez les hacen la vida imposible. Este sentimiento tan fuerte, tan intenso, puede llevar sin un control adecuado de la emoción, a las mayores barbaridades.

¿Se os ocurre alguna otra palabra?. Porque egoísmo puro y duro, aunque haya mucho de ello, no lo veo adecuado.

Un abrazo

Kaken dijo...

Juan ¿es compatible el amor con alegrarse por el dolor o el fracaso del otro? Detrás del tan frecuente "ya te lo dije" no suele haber amor.
La palabra para mí es pposesión, propiedad, el hijo pasa a ser un objeto más que un sujeto.

Por otra parte, también podríamos observar los sentimientos como cambiantes, no lineales, en ese sentido sí que se puede hablar de amor alterado por episodios de odio y otras emociones.
Un bes

Juan dijo...

Kaken: no, no es amor alegrarse con el dolor o el fracaso de otro. Cuando eso sucede existe una rivalidad, una competitividad que no lo hace compatible con el amor.

El "ya te lo dije", ¡¡¡tan propio¡¡¡ es otra cuestión diferente. Se puede dar en muchas circunstancias y de muchas maneras. La más usual se hace por miedo. Queremos a un hijo y vemos que se está equivocando y lo intentamos proteger, al final se estampa y sale el dichoso "ya te lo dije", pero no como expresión de alegría. Tiene más acepciones, que dan para una entrada, jejejejeje.

El amor cambiante, jejejejej da para otra entrada.

Un beso.

Sra de Zafón dijo...

Palabras que se me ocurren: posesividad, adicción, necesidad de ser necesitado, querido, acompañado, etc. En resumidas cuentas: ese sentimiento tan fuerte a veces tiene más que ver con el amor por uno mismo que por los hijos.

Sobre los "ya te lo dije" si producen alegría desde luego no se dicen con amor, pero al menos en mi caso esos "ya te lo dije" salen todos y cada uno de ellos del mismo lugar: tienes que aprender a escuchar.
Hace poco a mi hijo le pegó un calambrazo un pastor eléctrico que lo tiró para atrás. Le había advertido durante meses que no fuese a tocar a las vacas del vecino...¡meses! explicándole que aquello puede hacerle mucho daño. Íbamos juntos, se lo volví a decir y me dijo que era una exagerada justo en el momento que acarició una vaca que tocaba el cablecito...
Yo estaba asustada pero le pregunté ¿duele, verdad? ¿te has asustado?, yo también, ¿te lo había dicho, no? Pues a ver si aprendes a escuchar y a confiar...
No me alegré nada. No puedo imaginar a ningún padre alegrándose pero estoy segurísima de que los hay...

un abrazo.

Juan dijo...

Pues quizás tengas razón Chusa. Pero me resulta tan difícil pensar que alguién pueda hacer daño a sus hijos. Muchos cometen/cometemos errores, pero pensando que lo estamos haciendo bien. Pero es verdad que he conocido algún caso como tu explicas.

Un abrazo