martes, 25 de noviembre de 2008

El virus del gimnasio

En mis viajes por todo lo largo y ancho de este mundo, y tras poner a prueba mi proverbial sagacidad, mi fino espíritu científico y mis amplios conocimientos en cualquier rama del saber humano, he llegado a descubrir el virus del gimnasio. No ha sido fácil, no os creáis. Miles y miles de horas de observación y reflexión junto con mi privilegiado cerebro, han hecho posibles estas conclusiones que os voy a contar en rigurosa primicia. Las revistas más importantes, Gilipology, Journal of Tontology o New England Journal of imbecilogy, se disputan la publicación de mis hallazgos.

Siempre me ha llamado la atención que cualquier persona humana que entra en un gimnasio, pierde su grasa y se hipertrofian los músculos. Estos singulares cambios se acentúan dependiendo del tiempo de exposición. Nadie, hasta que llegué yo, se explicaba lo que les podía suceder a estas pobres criaturas.

Para iniciar el estudio, me apunté al gimnasio, previo pago de la cuota. Cogí una silla, una mesita pequeña, un cenicero y mi paquete de cigarrillos. Todos los días, de seis a ocho de la tarde, me sentaba en mitad del gimnasio, fumaba como un carretero (porque me ayuda a pensar), toreaba a la monitora, que quería que apagase el cigarrillo, y observaba. Os resumo los resultados del estudio.

1. Los sujetos del estudio, mientras iban por la calle, eran aparentemente normales.
2. En cuanto entraban en el Gym, en pocos minutos, el pantalón de los hombres cambiaba de color e incluso se acortaban ostentosamente, dejando descubiertas ¡¡¡piernas sin pelos¡¡¡.
3. En las mujeres no eran tan espectaculares estos primeros cambios. El pantalón se ceñía manifiestamente y nada más. Tampoco tienen pelos en las piernas, aunque esta aguda observación ya no me llamaba tanto la atención, porque con mis estudios de física cuántica ya sospechaba que las mujeres tienen menos pelos en los miembros inferiores porque les crece más en la cabeza.
4. El segundo efecto más inmediato y más desconocido, es que se apodera del sujeto un tipo de locura muy especial, no conocida hasta que lo he puesto al descubierto, que le obliga a unos a saltar, a otros a correr, sin avanzar ni un metro oiga, o montar en bicicletas, incluso muchos se ponen de acuerdo para subir en bici y pedalear a la vez, ¡¡¡sin moverse del sitio¡¡¡ y no se dan cuenta los pobres desgraciados. Otros se ponen a brincar juntos sobre una superficie elevada y, quién los dirige, suele ser el que lleva más tiempo enfermo, porque suele ser el que más loco está.
5. Otro tipo de locura es la de levantar grandes pesos y llevarlos arriba y abajo. No los cogen para transportarlos, no, ni para comprarlos y llevarlos a casa, como es lo habitual, no. Simplemente los alzan y los bajan, entre grandes gritos de dolor y caras ofuscadas de sufrimiento. Se les dilatan las venas del cuello y, cuando terminan, van y cogen otros pesos para levantarlos de diferentes formas y maneras, ¡¡¡dejando los anteriores en el mismo sitio en que los encontraron¡¡¡. Y, en los muchos meses de observación, ninguno de los cientos de especímenes se llevó ni una sola pesa a su casa.
6. Otro síntoma cardinal es la sudoración profusa. Precisamente fue este hallazgo el que me puso sobre la pista de que algún virus tenía algo que ver con todos estos hechos.
7. Sed insaciable. Los individuos están tan acostumbrados a este síntoma que siempre acuden con una botellita de agua.
8. Agotamiento. En sólo una hora, un tipo pasa de estar descansado al más alto grado de agotamiento, sin haber trabajado ni un minuto.
9. Artromialgias generalizadas, sobre todo en los primeros días de asistencia.
10. Verifiqué que, efectivamente, con la exposición prolongada al gimnasio se pierde grasa y se gana músculo y, este hecho, es directamente proporcional al tiempo de permanencia en este ambiente.

Así pues, tenemos: cambios en la ropa, pérdida del vello, psicosis, sudoración profusa, sed insaciable, agotamiento, artromialgias generalizadas, sobre todo en el periodo de incubación y, como efectos a largo plazo, la pérdida de grasa y la hipertrofia muscular.

¿Quién puede provocar todos estos síntomas?. Sólo hay una respuesta posible: el gimnasiavirus o virus del gimnasio.

No se dejen engañar por los ministerios de Sanidad, ni por los gobiernos o las potentes multinacionales de las pesas, que nos quieren hacer creer que en los gimnasios no pasa nada. Pero millones de personas, día a día, siguen expuestos a los perniciosos efectos de esta industria perversa.

Pero no sólo he descubierto al virus. He encontrado el tratamiento que lo combate. Tras 2.347 veces en que acudí al gimnasio, ni una sola vez sufrí los efectos dañinos de este virus. Así pues, tras altas dosis de perspicacia, he llegado a la conclusión que fumar, te protege de esta infección.

Me merezco como premio el Nobel, y si se ha agotado, el Fortuna o el Ducados.

19 comentarios:

Eli dijo...

Es genial empezar el día con una sonrisa.
Gracias por lograrlo, Juan.
Un besazo.

Juan dijo...

Muchas gracias Eli. Se hace lo que se puede. Siempre me ha gustado el humor del absurdo. Aunque casi siempre lleva alguna crítica escondida.

Un abrazo

Lenka dijo...

Ay que me tronchooooo!!!! Pero hombre, no me digas eso justo ahora que no me ha quedado otra que rendirme, claudicar de mi vida disoluta y empezar a cuidarme un poco!!! Que me desanimas antes de tiempo y todavía tengo que dejar de fumarrrrrr!!!!
;)

Juan dijo...

¡¡¡No te preocupes, ve al gimnasio¡¡¡. Como fumas, seguro que las mallas no se te van a quedar apretaítas ni te vas a volver demasiado loca. La pena es que como sigues fumando no se te van a caer los pelos de las piernas.

Desgraciadamente, vas a perder grasita y ponerte dura (más si cabe, jejejejeje).

Un abrazo

Celadus dijo...

Juaaaassss! ¡Que bueno, Juan! Menos mal que no voy al gimnasio porquer si no tendría que empezar a fumar.

Juan dijo...

Ya te presentía muy cuerdo Celadus. Ahora sé el motivo: te cuidas muy mucho del gimnasiavirus.

Un abrazo.

Lenka dijo...

Ponme por escrito que si dejo de fumar se me caen los pelos de las piernas. Firmo ya mismo!!!!

;)

Juan dijo...

Ni un pelo, oiga, ni uno. Dejas de fumar y desaparecen todos (aunque una ayudita de láser no viene mal).

Io dijo...

¡Jaaaaaaaaaaa,ja,ja,ja,ja,ja!

Yo quiero suscribirme a esas revistas, ja,ja,ja,ja.

A ver... ¿Cuándo voy a conocer a un médico que no fume? Sois una mala influencia.

Precisamente HOY he dejado de fumar por quincuagesima vez, y estoy escribirndo un post relatando mis maravillosas experiencias.

Ah, te aporto un detalle más de mis años de cargar y descargar pesas en un gimnasio de Madrid, ja,ja. Las tertulias. Las superpijas vestidas de Nike superfashion que se tumban en respectivos bancos de abdominales para pasar un par de horas charlando sobre las sesiones en el psicoanalista.

¡Genial!

¡Enhorabuena!

Besos mil.

Io dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Io dijo...

He sido yo, que me lo ha editado dos veces. Esto es cosa de la abstinencia, je,je

Alberich dijo...

Jaaajajajaja

q bueno Juan!!

Gilipology, Journal of Tontology o New England Journal of imbecilogy...
me troncho!

lo, yo no fumo, q conste!

Juan dijo...

Jajaja,. Io, los médicos, por amor a la humanidad, fumamos para estudiar en nuestro propio cuerpo los efectos nocivos del tabaco y poder decirles a los demás lo malo que....por experiencia propia. Además, nos protegemos del gimnasiavirus y podemos tener nuestras piernas llenitas de pelos.

Alberich, no me digas que en Respiratorio no estudiais esas revistas. Son lo mejor de lo mejor.

Un abrazo.

Io dijo...

Ja,ja,ja, que se lo cuenten a mi médico de cabecera, que tose más que yo. Eso sí, el mejor galeno de Estepona, y el más humano, Dr Luis Moreno Arauz.

Lenka dijo...

Esto me recuerda a mi traumatólogo, ese que tenía las manos deformadas por la artritis... :( Qué cosas!

Jajajaja, Io, esas charlas en el gimnasio son impagables. Como para irse al vesturario con libretita para apuntes. Mis favoritas son las cabritillas fashion que van a pegar brincos... maquilladas. Cuando empiezan a sudar es muy diver. Parecen un Kandinsky. Cualquier día entran en tacones. Y es genial oír a tipas de cuarenta kilos lamentarse de sus adiposidades y sus lorzas. Menos mal que nunca falla la cuadrilla de las señoras del barrio, que les pasean sus panzas y sus camisetas de naranjito muertas de risa. Esas sí que se lo pasan bomba. Y algunas, por cierto, tienen unos cuerpazos a sus cincuenta y tantos que hacen que más de una veinteañera se ponga verde de envidia.

También molan los tíos que hacen posturitas ante el espejo, y que, al paso de las chicas, intentan levantar seis veces su peso y se les salen los ojos del esfuerzo mientras farfullan: "esto es una mariconá... arf, arf, agoniz... esto lo levanto yo tos los días en ayunas... arf, arf, atragant, tos, desmay"

Io dijo...

Ja,ja,ja,ja,ja

Por lo que veo somos expertas en fauna gimnasera...

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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