Posiblemente, lo que más une a una pareja, son los intereses.
Actualmente, el amor es el principal motivo para comenzar una vida en pareja, aunque no siempre ha sido así, ni es así en la mayor parte del mundo.
Sin embargo, los que se unen por amor, tienen bastantes posibilidades de romper la relación y, esta ruptura, suele ser más tormentosa. No es romántico pensar así, pero la realidad no tiene porqué serlo.
El concepto de amor eterno, el vivieron felices y comieron perdices, es maravilloso cuando se vive en primera persona o como espectador de una de esas parejas de amantes eternos, pero no es la norma. El cine, la poesía, la novela o cualquier otra expresión artística, han sublimado la inmortalidad de este sentimiento, pero la obra suele terminar cuando comienza la verdadera vida en pareja. Se fijan más en el proceso del enamoramiento (ese maravilloso estado de locura consentida y potenciada) que en el establecimiento de los verdaderos lazos que harán del amor, el motivo de una vida en común hasta la muerte.
Se ama mucho (o eso cree la gente) pero se ama mal.
Enemigos del amor.
La posesión. El “eres mía” o el “soy tuyo”, como expresión poética se puede quedar muy bien, pero como realidad no es recomendable. El sentimiento debe ser algo personal. Soy dueño del amor que siento, no de la persona a la que amo.
Los celos patológicos. Está muy relacionado con el punto anterior. Los celos parten de la inseguridad en uno mismo. No tener confianza en tu propia valía hace vivir como amenaza cualquier relación que la pareja tenga. Cualquiera puede ser mejor que yo y se puede ir con el otro. Se construye una prisión hecha con rejas de reproches y de violencia que terminan haciendo realidad los miedos.
La dependencia. Ya sea material o emocional. También entronca con los dos puntos anteriores, porque la dependencia puede estimular la posesión y los celos. Además, el que se siente dependiente, puede empezar a creer que recibe mucho más de lo que da, lo que crea un fondo de culpabilidad o estimar que se lo merece todo, por su cara bonita, y no sólo se hace más dependiente sino incluso más exigente.
Las expectativas. Cuando comenzamos una relación, el estado de enamoramiento nos hace ver cualidades en el otro que no son ciertas y también tendemos a ofrecer la mejor imagen de nosotros. El tiempo se encarga de las rebajas. Esto entra dentro de lo normal y no tiene más problemas, siempre que no haya mala fé o no se haya mentido descaradamente.
Pero muchas veces exigimos que el otro sea o actúe de una determinada forma para colmar nuestras aspiraciones. Nos enamoramos de una persona, tal y como es, pero la queremos cambiar para que sea nuestra pareja ideal, ya sea por las buenas, por las malas y, las más de las veces, manipulando. Suele terminar en desastre. Se pueden modificar algunas conductas, se puede crecer juntos, se pueden y se deben negociar normas básicas para vivir en pareja, pero no se puede cambiar al otro, es una absoluta falta de respeto que más tarde o temprano, termina matando el amor del “cambiador” porque no lo consigue y del “cambiado” porque no se siente respetado ni querido.
Cuando nos enamoramos de alguien, tenemos que decidir si esa persona “nos interesa” para compartir nuestra vida. Podemos intuir que no nos interesa, que nos va a hacer desgraciados, que no nos va a permitir crecer, pero se asume todo por amor y se inicia la relación. Esta decisión no es correcta ni incorrecta, es una decisión absolutamente personal. Se convertirá en equivocada si pretendemos cambiar al otro porque no estamos siendo consecuentes con nuestra elección ni respetuosos con la pareja. Si decidimos no continuar, a pesar del amor que sentimos, siempre podremos encontrar a otra que sea más “conveniente”.
La falsa generosidad. “Lo que se da no se quita” típica y certera frase infantil. Yo añadiría que tampoco se echa en cara. Lo que das no debe tener ninguna finalidad más allá que el placer de darlo. Dar en el amor, nunca debe ser un medio, sino un fin en sí mismo. Doy porque disfruto regalándote. A veces nos engañamos creyendo que estamos dando de forma generosa y, el tiempo, se encarga de demostrar que no era así. ¿Os suena el “con todo lo que yo he hecho por ti”?. Desde el mismo instante que se suelta esa frase, pienso que no se regaló sino que se invirtió.
Hay algunas mentes que son auténticas calculadoras en contabilizar lo dado y lo recibido. Pero lo dado y recibido es absolutamente subjetivo porque, estas mismas mentes, tienden a amplificar el haber y reducir el debe. Se termina convirtiendo el amor en una transacción financiera y en un “echar en cara” todo.
Lo que une a una pareja
No es el amor, aunque sea lo ideal y, en muchos casos, sea la chispa que enciende la llama, sino la posibilidad de un crecimiento y enriquecimiento mutuo. Es compartir y ayudarse. Es intentar cubrir las necesidades del otro, ya sean afectivas, sexuales o materiales. Supone ser yo y ser nosotros. Es respetar la independencia del otro y disfrutar de su compañía. Es estar juntos porque se desea y no porque se imponga. Una pareja que consiga esto, quizás lo pueda llamar amor, pero no sé si es la palabra adecuada, yo lo prefiero llamar compromiso (la acepción bella de compromiso). Y este compromiso se puede establecer con amor o sin él, no es una condición necesaria aunque sí deseable. Incluso cuando se hace con amor, las posibilidades de que la unión fracase son mayores, porque el contenido emocional es superior y puede haber más sufrimiento.
Mi relación la elegí con amor. Ha habido dolor, pero me merece la pena.
Lo que une a la pareja está sólo en la pareja, aunque algunas circunstancias externas puedan ayudar, como tener un “enemigo común” . Otro día hablaré de lo que desune.
Un buen día descubrí que nadie tenía que amarme ni quererme, que el amor estaba en mí y hacia mí. Que todo era tan simple como aceptarme tal y como era, con mis defectos y virtudes y aprender a ser honrado conmigo mismo y, que lo que valía para mí, valía también para mi relación con los demás.
Comencé a no juzgar, a no esperar nada de nadie, a no levantar expectativas sobre mí ni sobre los demás......y, en ese camino, descubrí una de las joyas más bonitas que esconde el amor y el compromiso: la generosidad, la verdadera generosidad, del dar y sobre todo, del saber recibir. No espero nada de la mujer a la que amo, pero disfruto enormemente de lo que recibo. Y cuando doy, lo hago sin esperar absolutamente nada. Para mí dar no es un medio, sino un fin en sí mismo, la justificación del dar se esconde en el placer que supone haberlo dado. No quiero hipotecas en el amor, ni dependencias, ni que se convierta en la ventanilla de un banco con un haber y un debe. Simplemente es el fluir de un río, sin fin, un río cuyas aguas no se estancan.
Otro día hablaré del amor. De mi amor.
19 comentarios:
Adoro, literalmente, tu claridad mental.
En 30 años no has dejado de asombrarme, siempre aprendo de ti y valoro que es un lujo.
No tengo, de momento, nada que añadir, simplemente que sigas escribiendo para repartir tu luz.
Un bes y más.
Buff, Kaken. ¿Qué decirte ante tus palabras?. Hemos construido entre los dos un mundo, que no es mejor ni peor, pero es el nuestro y lo adoro.
Un beso....profundo.
Sólo puedo decirte una cosa:
http://esperandoalosbuhos.blogspot.com/2007/05/quin-ha-sido.html
Fue una de las primeras. La tuya es más completa, sin duda, pero es que yo, por entonces, aún no lo había encontrado. Al de verdad, no.
Bravo, Juan.
Realmente me has hecho reflexionar... Estupendo blog...
Bicos
Dios mío Lenka, no lo había leído. ¡¡¡Es maravilloso¡¡¡. Vaya pedazo de entrada. Has conseguido dar luz a base de hacerte preguntas. ¡¡¡Pero que difícil es eso¡¡¡. Me ha encantado.
Tratamos el mismo tema, con un punto de vista muy similar, pero con una mirada radicalmente distinta.
Muchísimas gracias.
Victoria, encantado de conocerte. Me alegro que te haya hecho reflexionar mi entrada. Yo lo tengo claro desde hace tiempo, pero hasta que no me he puesto a escribir no lo he terminado de ver absolutamente claro. Además, en los comentarios, siempre van surgiendo otras visiones que me enriquecen.
Un abrazo.
Has visto?? Es que a mí me ha pasado lo mismo. Según iba leyendo tu entrada iba recordando, recordando... ha sido increíble! Claro que mi entrada es más embarullada y mucho menos clara que la tuya, porque se me iban agolpando las preguntas en la cabeza y soy un poco caótica para exponer mis ideas, pero en esencia, el parecido de ambas reflexiones me ha dejao muerta!!!
;-)
Tu entrada no es más embarullada ni menos clara, es sólo tuya, con tu valiosa percepción. No son comparables en nada, pero dicen las mismas cosas con diferentes expresiones, y esto es riqueza.
Un abrazo
"El concepto de amor eterno, el vivieron felices y comieron perdices, es maravilloso cuando se vive en primera persona o como espectador de una de esas parejas de amantes eternos, pero no es la norma. El cine, la poesía, la novela o cualquier otra expresión artística, han sublimado la inmortalidad de este sentimiento, pero la obra suele terminar cuando comienza la verdadera vida en pareja. Se fijan más en el proceso del enamoramiento (ese maravilloso estado de locura consentida y potenciada) que en el establecimiento de los verdaderos lazos que harán del amor, el motivo de una vida en común hasta la muerte." Este párrafo me ha encantado, no estaba muy segura de si te estaba leyendo o estaba hurgando en mi cabeza...aunque en mi caso particular, el enamoramiento no es ese estado maravilloso. Recuerdo los enamoramientos como un estado de ansiedad constante, para mí lo bonito (o lo feo, según el caso) empieza después, cuando de verdad comienzo a descubrir a la persona, y voy dejando atrás al personaje que he creado en mi cabeza, en mis vísceras, en mi corazón, o donde sea que se cree el amor...
El amor es algo muy complicado. Yo cada día estoy más convencida de que lo primero que se debería inculcar a las personas desde niños es el amor a sí mismas, que aprendan a quererse, a respetarse, sin condiciones, sin peajes, como paso imprescindible para poder respetar y querer a los demas. La verdad es que, ya desde pequeños, se nos inculca que hay que vivir en pareja. Hoy en día el tema es un poco más abierto, se "aceptan" (lo entrecomillo porque no siempre es así, como todos sabemos) todo tipo de parejas, pero se sigue mirando raro al que opta por caminar por la vida sin ella (no digo caminar solo, porque una cosa no es sinónimo de la otra). Se le considera, y normalmente se autoconsidera, incompleto. "Soy una persona a medias" decía una canción...
Esto ha generado en la mayor parte de los casos una dependencia emocional terrible, que lleva a muchas, demasiadas personas, a embarcarse una y otra vez en relaciones dañinas, por aquello del "más vale sólo que mal acompañado".
¿Puedo recomendar otro libro? Es que me da la sensación de que puedo resultar un poco pesada, o pedante, pero es que tus artículos me llevan hacia otras lecturas que también me han parecido interesantes, y que me suele gustar compartir...
Un beso.
Me quedo con el parrafo de "No es el amor, aunque sea lo ideal y, en muchos casos, sea la chispa que enciende la llama..."
Ya se que cada uno es un mundo, pero recuerdo con claridad casi cientifica las palabras que nos dijimos Dani y yo cuando "hablamos" de empezar una relación como pareja. No fue la tipica conversacion de "yo te quiero, tu me quieres, querramonos juntos", sino "yo estoy aqui, tu estas alli, nos queremos, pero ya no queremos una relación de amorios y juventud sino una relacion de compañeros y apoyo"
Me parecio una de las cosas más bonitas que me podian decir. Y en parte es de lo que hablas.
(juan, que no te respondo siempre pero es que tus entradas me dan para escribir mucho y no siempre puedo, pero que te visito ;) )
Y el libro?? jejeje.
Yo estoy espectante, gracias PCD.
Perdón, no pretendía crear expectación, je,je....
Me gustó mucho "Ya no sufro por amor" de Lucía Etxebarria. La verdad es que, según lo iba leyendo, iba viendo reflejadas a cantidad de parejas de mi entorno, y en algunos momentos, también me vi reflejada yo. Es una autora que puede gustar más o menos, pero el fondo del asunto, la dependencia emocional, me parece que lo desarrolla bastante bien.
Saludos.
¡Magnifica entrada!
Estoy de acuerdo en todo lo que expones, de manera que lo que apunto a continuación no es una discrepancia, es mi manera de entender el amor, utópica, supongo, y errónea, lo sé. Pero es la que me ha pedido el corazón hasta la fecha.
Puede que el tiempo y la experiencia me lleven a ese lago de aguas tranquilas en el que ya moras tú, a esa aceptación diáfana y serena sobre el amor hacia uno mismo, y la renuncia a esperar nada de los demás.
He tenido varios intentos y todos fracasaron por lo mismo. Yo necesito magia, necesito ilusión, sorpresa, mínimos gestos, una frase especial, un beso inesperado, que diferencien un día del otro, el hoy del ayer, el día de la noche.
No lo impongo, pero sí lo espero, y si no lo recibo, como jamás he caído en la trampa de intentar cambiar a nadie, mi sentimiento empieza a morir por inanición.
No sé si algún día renunciaré a la magia, a generarla y a recibirla. Puede que los años apaguen esa llama de delirio juvenil. Pero hoy sigue encendida y reclamando más cera.
Por lo que he podido leer entre líneas, tú vives tu propia magia en tu relación. Tal vez haga falta llegar a ese punto de no esperarla para recibirla, pero yo no sé cómo se controla eso, ja,ja.
Enhorabuena por los frutos, dulces y maduros, de tu entendimiento y de tu corazón. Y gracias por compartirlos con nosotros.
Un beso y un abrazo.
El patio de mi casa, lo que más me gusta del blog son los comentarios que haceis, las sugerencias, vuestros puntos de vista.
Estoy de acuerdo en lo que dices: parece que ya viene dictado que tenemos que vivir en pareja, tener hijos. Pero nadie nos prepara para ello ni nadie nos enseña que es una opción más. Antes hay que aprender a convivir con el único compañero que siemper estará a nuestro lado: nosotros mismos.
Tomo nota del libro. Nunca he leído nada de Lucía y creo que ya ha llegado el momento. De pedante nada, eres encantadora.
Muchas gracias por tus aportaciones.
Jose: una relación de compañeros y apoyo. Precioso. Creo que este es el comienzo de una larga y maravillosa aventura en pareja. Tengo ganas de conocer a Dani. Me parece que me va a gustar. De tí ya conozco esa cabeza tan bien amueblada que tienes y esa sensibilidad tan especial. Además te considero mi profe particular de economía.
Un abrazo muy fuerte para tí y para Dani.
Io, sólo he expuesto lo que yo pienso y siento. Lo comparto, no como la guía ideal, sino la que me ha servido a mí, con todo mi bagaje de experiencias. Pero cada uno tiene su propio equipaje, sus propias vivencias. Tu concepto del amor es tuyo, ni mejor ni peor que otro. Sólo tú puedes valorar, con la perspectiva de lo vivido, si el camino que has escogido te llena o te vacía. Si tienes que modificar algo o buscar/esperar al mago que deseas. Cómo único apunte te sugeriría que, si encuentras a alguien, haz magia con esa persona, descúbrele tu mundo de sensaciones, sin palabras, sólo a base gestos. Una mirada intensa a los ojos antes de un beso......
Muchas gracias Io.
Una curiosidad
¿a que te refieres como enemigo común que une?
Graciasss
Medio bes
En cualquier relación, ya sea de pareja, grupal, de nación, cuando la tribu tiene un enemigo común se une más. Lo mismo sucede con las parejas. Cualquier enemigo puede unirlos, por ejemplo el rechazo de las familias a esa unión, lejos de separarlas puede incluso aumentar el lazo. A esto me refería kaken.
Un beso
Tienes mucha razón, Juan.
En ese caso también se podría hablar de vínculos viciados, de relacciones de pareja en las que no es el amor ni el compromiso el factor de unión, que seguro todos conocemos alguno.
Un bes.
¡Qué bien, qué bien...!
Gracias portorosa (siempre escribo doble erre y lo tengo que recortar)
Un abrazo
Es el nombre de un río.
http://unhombresentadoenunasilla.blogspot.com/search?q=suave+suena
Un abrazo.
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